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Tom perdió la cuenta de con cuántas personas había llegado a ver a Sirius, y honestamente no le importaba, incluso si hubiesen sido más de lo que una persona normal haría en una semana, pero, de nuevo, le alegraba que estuviese lejos de Severus, quien parecía cada vez más cercano a Avery, eso le ponía feliz, no dudaba que pronto estarían en una relación, con suerte y serían tan formales como él y Bella, quien en ese instante lo llevaba a la entrada de la mansión Black... bueno, decir mansión era mucho, no era una casa pequeña, pero tampoco se comparaba con la mansión Riddle, era lo que él definía como la casa de una familia acomodada del Londres muggle... y, claro, estaban en el Londres muggle. Honestamente se dejó llevar por sus prejuicios y pensó que la familia Black, al ser parte de los sagrados veintiocho, vivirían en una casa más grande o en un lugar más privado, pero no. Bella le hizo pasar por el pequeño camino que había a través del jardín frontal, llamó a la puerta, ¿no tenía llave? Tal vez la había olvidado. Una mujer esbelta rubia y con un vestido ajustado abrió, le miró de arriba a abajo y les dejó pasar.

—Tom, ella es Druella Black, mi mamá. Mamá, él es Tom Riddle.

—Un gusto, señor Riddle.

Él conocía esa mirada.

— ¡Papi! —Llamó, guiándolo por la entrada hasta la cocina, donde un hombre alto, de pelo negro y barba en forma de candado estaba haciendo el almuerzo, ellos se acercaron, él se lavó las manos y las secó con una toalla de cocina que ahí estaba, caminó los pocos pasos que los separaban y Bella dijo: —. Papi, él es Tom Riddle. Tom, él es mi papá, Cygnus Black.

El hombre le extendió la mano, él la estrechó.

—Un gusto conocerte, Tom.

—El gusto es mío, señor Black.

—El almuerzo estará listo en pocos minutos, ¿por qué no vamos a la sala para charlar?

Ambos jóvenes adultos asintieron y lo siguieron, Bella no había soltado su brazo en todo el rato, y no fue diferente cuando se sentaron en el pequeño sillón lavanda frente al de tres plazas donde se sentaron los señores Black. La mujer parecía desinteresada, mientras su esposo no paraba de hacer preguntas, que donde se conocieron, cuánto tiempo llevaban saliendo, cuáles eran sus intenciones, entre muchas cosas, Tom respondió a todo sin sudar, y pronto la comida estaba lista.

—Bella, llama a tu hermana, por favor. Tom, acompáñame a poner la mesa.

Asintió, siguiéndolo hasta la cocina y tomando los platos que le tendía, ¿no era más fácil usar magia? Pero no le incumbia, sólo puso los trastes donde se le indicó y miró con el rabillo del ojo a la mujer caminar hacia la entrada cuando escuchó que llamaron. Una voz muy parecida se hizo presente, la señora Black se escuchaba más entusiasta y pronto habló como bebé, levantó una ceja, de nuevo, no le incumbia. Tras poner los platos vio a alguien entrar a la cocina, levantó la vista y la reconoció al instante.

— ¡Tom! —Chilló ella, pasándole el bebé que tenía en brazos al hombre que estaba seguro era Ted Tonks, ese chico de Hufflepuff con quién compartía clases en el colegio. Andrómeda corrió hasta él, apretándolo entre sus brazos mientras él aún procesaba el contacto físico—. Qué alegría volver a verte —dijo tras unos largos segundos de abrazarlo.

— ¿Cómo haz estado, Andy? Hola, Ted.

El hombre le saludó con un gesto de mano, sentándose en una silla, sentando al bebé sobre la mesa y dejando que Andrómeda hablase con él. Ambos se sentaron frente a frente, ella le hizo sentarse a un lado de Ted mientras ella se sentaba del otro lado, dónde Tom estaba antes parado, hablaba de cómo había ido su vida después del colegio, uniéndoseles después Narcissa y Bellatrix, luego llegó el señor Black con la comida flotando tras él, ¿ENTONCES POR QUÉ LE HIZO PONER LA MESA? Y finalmente se unió la señora Black, que no se veía tan feliz de compartir con ellos... con él.

—Y ella es Nymphadora, mi pequeña bebé —La niña le saludó con su manita, él le respondió igual, viendo cómo su cabello rubio platinado cambiaba a negro, al parecer a la señora Black, quien la cargaba, no le gustó que le diese atención, así que le hizo cosquillas para que la volviese a ver, y el cabello negro volvió a ser rubio—. Es metamorfomaga, nos ha servido mucho para saber con quién quiere ir.

Tom asintió, siguiendo escuchando las vidas de todos ellos, planeaba abrir una escuela para los niños magos y que así aprendiesen a socializar a tés de ir a Hogwarts, no le parecía tan mala idea, honestamente. El señor Black hablaba del trabajo en el ministerio, aunque no reveló mucho, era un inefable, así que sería peligroso para cualquiera de ellos decir más de la cuenta, y la señora Black jugaba con la niña, parecía que hacía de todo para evitar a Tom. Él habló después, resumiendo su vida en pocas palabras y recibiendo el entendimiento de todos (menos Druella, claro), quién parecía más entusiasmada era Andrómeda, después de todo ella era una de sus amigas del colegio y quién más sabía sobre él en aquella mesa.

— ¡Me alegra tanto que hayas encontrado a tu padre! Mereces todo lo bueno de esta vida, Tom-Tom —Sonrió, últimamente lo hacía mucho—. Oye, guau, esa sonrisa es nueva. Te queda muy bien.

Siguieron hablando hasta el anochecer, cuando Andrómeda y Ted se despidieron, con la niña durmiendo en sus brazos y ellos desapareciendo en cuestión de segundos. Narcissa se despidió de él con un abrazo, subiendo a su habitación después y dejándolo con Bella y sus padres, el señor Black fue muy cordial y cálido, cómo lo fue desde que le vio, incluso se atrevería a decir que más; por otro lado, la señora Black siguió siendo igual de fría, no esperaba que le tratase como un hijo desde el primer instante, pero vaya, nunca creyó recibir la misma frialdad que recibía en el orfanato. Se despidió y junto a Bella decidieron sentarse en los columpios que había en el jardín de la cuadra, balanceándose un poco y hablando.

— ¿Cómo te sentiste?

—Bien... tu mamá no me quiere.

Dijo como quien habla del clima.

—No, eso no es...

—Bella —Le cortó—. Conozco esa mirada, y no es la primera vez que la recibo, no necesito que suavices el golpe, no le agrado a tu madre.

Ella suspiró.

—Lo sé... escucha, mi madre es algo... purista, lo ha estado haciendo bien, ha mejorado mucho, deberías haber visto cómo reaccionó cuando se enteró que Andy salía con Ted, pero ahora lo quiere... además, ella en serio esperaba que me casase con Rodolphus, aunque sólo éramos buenos amigos durante el colegio.

—Entiendo —En realidad no, ¿por qué diablos vivía en un barrio muggle si era purista de la sangre?—. Ya es tarde, debo irme.

— ¿No quieres pasar la noche? Tenemos una habitación extra y...

Volvió a interrumpirle.

—No, descuida, me apareceré en casa, en la mañana iré al castillo.

—De acuerdo.

La acompañó hasta la puerta de su casa, unos cuantos pasos, después se escondió en la misma sombra en la que los Tonks habían desaparecido y se traslado a la casa Gaunt, las luces estaban apagadas, la señorita Tomlinson ya debía estar dormida, entonces se apareció frente a la puerta de la mansión Riddle, no lo pensó mucho, no tenía la llave y no quería molestarla, además, su padre siempre se dormía pasadas las dos de la mañana, y ese día no fue la excepción, la luz de su estudio estaba prendida. Llamó a la puerta, siendo recibido por el hombre, quién realmente se veía confundido.

—Tom, ¿pasó algo?

Negó con la cabeza.

—No, sólo fui a casa de Bella y ya es tarde para volver al colegio, ¿puedo dormir aquí?

—Claro, claro. Pasa, ven.

Con una mano le empujó dentro de la mansión, le ofreció cenar pero él se negó, siendo guiado a una habitación gigante, se despidió de él deseándole buenas noches y le dejó solo. Tom se desvistió lentamente, acostándose después y mirando el techo por al menos media hora. En serio se había acostumbrado a no ser tratado como un puto bicho raro, que ser visto como uno por la mamá de su novia le cayó como un puñetazo en el estómago.

ΜεταμόρφωσηDonde viven las historias. Descúbrelo ahora