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Era ocho de septiembre, fin de semana, Tom, Severus y Tommy habían vuelto a casa por el día, su padre había tenido trabajo y la señorita Tomlinson fue llamada de emergencia al orfanato, así que decidieron que era mejor si ellos tres iban a la mansión.

— ¿Pero por qué no puedo ir a Hogwarts cómo Ton-Tom?

Mattheo se estaba quejando con una cara demasiado triste como para creerlo, Severus se había llevado a Delphine y a Tommy al parque, él no quiso ir, y ahora sabía por qué. Tom se quedó callado, buscando las palabras correctas para explicarle sin hacerlo llorar.

—Matty... sabes que no me gusta que llames así a tu hermano —Dijo Bella—. Y no puedes ir porque aún tienes diez años, a Hogwarts se entra a los once.

— ¡Pero cuando tenga once ya habrá empezado el curso!

—Lo sabemos, Mat —Tom por fin habló—. Por eso tenemos que esperar al próximo año —Los ojos de su hijo comenzaron a llenarse se lágrimas; Tom lo atrajo a su cuerpo y lo cargó, el niño aferró sus piernitas y brazos a la cadera y cuello del hombre, comenzó a gimotear mientras él acariciaba su espalda—. ¿Quieres contarme por qué te preocupa?

—No habrá nadie de mi edad —Dijo entre sollozos.

—Claro que sí, tendrás once y todos los chicos que entren también.

—Pero el próximo año cumpliré doce y ellos seguirán teniendo once... yo debería estar en segundo, pero estaré en primero... eso... —Tom siguió acariciando la espalda de Mattheo, le escuchaba llorar y Bella estaba frente a ellos con cara triste—. Me hace sentir mal.

Asintió.

— ¿Te parece si hablo con Dumbledore a ver si puede hacer una excepción?

El chico se separó bruscamente, tenía la cara roja y sus ojitos inchados.

— ¿Puedes hacer eso?

—Poder, puedo. Pero eso no nos asegura que hará la excepción —El niño asintió—. Voy a tratar de conseguirlo, y si no: buscaremos otra forma para que no te sientas mal, ¿sí?

—Sí, papi.

Un par de lágrimas corrieron por sus mejillas y volvió a abrazarse de Tom.

—Vamos por algo dulce, ¿sí?

Propuso Bella, Mattheo asintió y bajó de los brazos de Tom.

—Vayan ustedes, yo iré a hablar con Dumbledore.

— ¿De una vez? ¿No prefieres esperar al lunes?

—No... entre más rápido vaya antes sabremos si empezará el colegio este año o esperaremos al siguiente.

Bella asintió, se despidió de él con un beso, Mattheo le abrazó y después salieron de la mansión. Tom caminó hasta la biblioteca, ¿por qué estaba conectada a la red flú? Era una de las preguntas que cruzaban su cabeza siempre que la utilizaba. Negó con la cabeza, se metió y dijo «Oficina, Tom Riddle, Hogwarts» apareciendo en ella con un poco de ceniza en su ropa, la cual limpió antes de ir con Dumbledore. Le buscó en su oficina, pero no estaba, después en la cocina y nada, hasta que encontró a Minerva, estaba recostada en el patio del colegio junto a Alphard.

—Tom —Dijo la mujer cuando lo vio—, ¿no estabas con tu familia?

—Sí, pero debo hablar con Dumbledore de algo, mejor antes que tarde. ¿Sabes dónde está?

—Ya veo, quisiera ayudarte pero no sé adónde fue.

Tom asintió, iba a agradecerle cuando Alphard habló.

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