Ascort

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Freda pasó toda una semana visitando la zona alta de Ilenis cada día después de sus deberes matutinos, regresaba exhausta a casa antes de la cena, mas no lo demostraba para no preocupar más a Loulou, dibujaba su mejor sonrisa en su rostro y platicaba de todo lo bello que veía, las calles limpias, los hermosos vestidos, el enorme parque por el que paseaban los jóvenes y cómo casi la contrataban en alguna casa grande, aunque la realidad era que nadie le abría la puerta, sin recomendación, no existía familia de alcurnia que quisiera arriesgarse a contratar a una sucia joven de la zona baja.

Mientras tanto, en aquella zona alta, justo al costado del Palacio de la Reina Penélope de Isveria, se alzaba una mansión con un enorme jardín y un emblema de una "A" recientemente instalada en la reja del portón principal.

Al interior, varios sirvientes se despertaban antes de que el Sol saliera y no paraban hasta pasada la noche, la familia a la que servían era nueva en la ciudad pero eran los más importantes después de la Reina.

La familia del Duque de Willinburg, Cyrus Ascort, hermano mayor de Claudia Ascort, madre de la Reina Penélope de Isveria, la familia del Duque había llegado hacía no más de un año, en medio de la guerra entre Isveria y Miderya, guerra que por cierto, era la culpable de la extrema pobreza que carcomía la zona baja de Ilenis y que obligaba a Freda a buscar una alternativa a un matrimonio insatisfactorio para no morir en el invierno.

La familia del Duque, así como otras familias bien acomodadas no habían resentido mucho las secuelas de la guerra por lo que, así como los Ascort, podían darse el lujo de tener al menos una docena de sirvientes.

El Duque vivía con su familia, su esposa, Lynette, castaña y de excelente temperamento, famoso ya entre la sociedad de Ilenis, y sus cinco hijos, Adeline, Albert, Alphonse, Agnes y Augusta, de 21, 18, 17, 12 y 11 años respectivamente, todos altos como espigas, pelirrojos y de ojos violetas como su padre. Aunque al inicio, reciente a su llegada, la familia resultó sospechosa para muchos en sociedad, ahora eran respetados y admirados por todos, eran la imagen de la familia perfecta y este año era especial, su hijo varón mayor, Albert, quien heredaría el título del Duque cumplía 18 años y sería presentado a sociedad, toda familia con señoritas casaderas estaban al acecho esperando con ansias dos eventos significativos:

1. El cumpleaños de Albert, 8 de diciembre, fecha marcada en muchos calendarios, pues esperaban su fiesta de cumpleaños para dar la primera impresión de las señoritas al joven.

Y 2. La temporada de bailes de Julio del año siguiente, donde el chico al fin debutaría y oficialmente podría elegir esposa.

Todas contemplaban lo mismo, quien diera mejor imagen en el cumpleaños de Albert, tendría ventaja en los bailes de Julio, el pobre chico aún ni siquiera planeaba su cumpleaños y en las calles ya muchas se autoproclamaban las futuras "Duquesas de Willinburg".

Durante la búsqueda de Freda, en la mansión era un día normal, Julio estaba terminando y con él la temporada de debutantes, solo un baile oficial quedaba para ese fin de semana, por lo que los sirvientes de la mansión Ascort iban y venían según las órdenes de unas emocionadas Adeline y Lynette, quienes sabían que Ada podía divertirse en esos bailes sin la presión de un esposo, a final de cuentas siempre tendría el apoyo de su padre y la responsabilidad caería en Albert cuando tocara su turno, Ada podía seguir bailando y bebiendo sin pensar en nada más.

- Prim dijo que ella usaría un vestido rosa, Maddie llevaria uno azul, Dhalia uno color durazno y creo que Penny irá de verde como siempre, creo que yo debo usar el lila, ¿no lo crees mami?- preguntó Ada con voz apresurada de la emoción, eran las 9 a.m. de un viernes, el baile no sería hasta el día siguiente, por lo que la emoción anticipada de Ada no era del agrado ni se su padre, sus hermanos o los sirvientes, solo Lynette y la sirvienta de mayor confianza de los Ascort, Maria, miraban y escuchaban a Ada comprensivas mientras la chica veía dos vestidos frente a un espejo.

Antes de que Lynette dijera algo, llamaron a la puerta, sin siquiera esperar a que le autorizaran, el individuo abrió la puerta de la habitación de Ada sin reparos, era Albert, con un pesado gesto de fastidio.

- Adeline, dice padre que no grites, que dejes a madre en paz y bajen a desayunar, ahora.- ordenó el chico con voz ronca, pero a Adeline pareció no importarle el tono amenazante de su hermano, le sonrió y mostro los dos vestidos.

- ¿Qué dices Al, el lila o el verde?- preguntó la chica, Albert le dirigió una mirada vacía.

- No me importa Adeline, ya dije, ahora.- repitió Albert marchandose sin siquiera cerrar la puerta.

Maria suspiró, había visto crecer a esos niños, ella, Louis, el cocinero, Astrid, la institutriz y Beckham, el mayordomo habían sido los únicos que habían viajado desde Willinburg para acompañar a la familia en su nueva vida, y les tenía un cariño especial a los niños, desafortunadamente, Maria estaba por despedirse, debido a su avanzada edad, su salud y la familia que había dejado atrás en Willinburg, había decidido renunciar y volver a Willinburg, sus sobrinos ya tenían todo arreglado para que ella pasara sus últimos años en paz.

- El lila se le verá hermoso señorita Ada.- concluyó Maria, Ada asintió esbozando una amplia y hermosa sonrisa, miró por ultima vez el vestido ganador y se lo dio a Maria para que lo dejara listo para el día siguiente.

La familia se sentó a desayunar, Maria podía escucharlos desde la habitación de Ada, ninguna de las tres hijas del Duque habían heredado la melodiosa y moderada voz de la Duquesa, parloteaban sin mesura, y Alphonse, el segundo varón les seguía el juego, como los extrañaría, por un momento incluso pensó en vivir sus últimos años con los Ascort.

Después de dejar el vestido en el closet, bajó al comedor dispuesta a despejar la mesa de los platos ya innecesaios para dar espacio al postre.

- Maria, no puedo creer que esta sea la última vez que te vea por la mañana, ¿es seguro que ya te vas?- dijo Ada en un puchero, Agnes y Augusta imitaron el gesto infantil de Ada, Maria no pudo evitar reírse.

- No será la última vez, me iré el lunes temprano, todavía le ayudaré a la señorita Ada a arreglarse mañana y acompañaré el domingo a las señoritas Agnes y Augusta al parque.- recordó Maria.

- ¡Eso es injusto!, Maria pasará tiempo solo con las niñas y no con nosotros, ¿no es eso injusto Al?- se quejó Alphonse hacia Albert quien solo lo miró con fastidio, Maria sonrió.

- Por supuesto que no me olvidé de que estos días seguiré asistiendo al joven Alphonse en sus partidas individuales de ajedrez...- dijo Maria condescendiente antes de dirigir su mirada a Albert.-... y claro, llevaré, como siempre, su té de medio día al joven Albert a su estudio.- concluyó Maria hacia el chico que le dirigía su vacía mirada amenazante, Maria sonrió más ampliamente, conocía al chico, lo suficiente para notar el pequeño brillo en los oscuros ojos lilas de Al.

- Será muy complicado encontrar a alguien que haga tu trabajo Maria.- aseguró el Duque.

- Imposible así como innecesario, la casa funcionará muy bien con 11 sirvientes, no pienso invertir en entrenar a alguien más.- afirmó Albert.

Maria suspiró, definitivamente los extrañaría.

**NOTA: Solo paso a comentarles x3 como ya saben, todas las historias, a pesar de que se puedan conectar, funcionan de manera independiente, pero si empezaron por esta novela les informo que los Ascort salen por primera vez en Por el Beso de una Dama, no es necesario que lean esa primero, pero si los quieren ir conociendo pueden darse una vuelta por allá 💜**

La Dama del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora