Al vio de lejos como Laurie, Freda y los Condes se marchaban, Shaw lucía molesto, le hervía la sangre de pensar en lo que le pudiera hacer a Freda en ese estado.
- La quiere, no la lastimaría. – Phonsi murmuró como si hubiera leído la mente de Al.
El mayor de los hermanos suspiró pesadamente.
- Iré a tomar aire, discúlpame con nuestros padres y los Gastrell si preguntan por mí. – dijo Al apresurándose al jardín trasero de la casa Birdwhistle.
Charlotte lo vio marcharse, se veía tan agobiado que no quiso ir tras él, al contrario, como por inercia, se encaminó hacia Phonsi.
- ¿Está bien? – preguntó.
- Sí. – se limitó a responder con voz ronca.
- Supongo que esto será mi vida, espero que Kilkenny regrese a Saemforg después de su boda, sería lo mejor para todos. – Charlotte pensó en voz alta.
- Es lo más probable, todos volveremos a nuestros lugares después de las bodas. – aseguró Phonsi.
Charlotte frunció el ceño, esa era la segunda vez que Phonsi decía frases ambiguas con posible doble significado.
- ¿A qué te refieres?, no es la primera vez que dices cosas así. – señaló Charlotte.
Phonsi se dirigió a ella con una mirada fría, decidida.
- Cuando usted se convierta en la esposa de mi hermano, por respeto a su privacidad he decidido que volveré a Willinburg, seré el nexo entre nuestra familia y el condado.- confesó Phonsi, Charlotte quedó sorprendida con la noticia, ¿Albert lo sabía?, ¿estaban de acuerdo?
- ¿Por qué no me dijiste antes? – preguntó Charlotte ligeramente ofendida, la chica tomó de la manga del saco a Phonsi y lo dirigió a un balcón detrás de unas cortinas del salón, sin mayor intención que escuchar explicaciones con mayor tranquilidad, sin el ruido del baile.
Phonsi miraba a su alrededor, eso estaba mal, eso se podría interpretar erróneamente, la prometida de Albert Ascort, a solas con el hermano, ya podía ver los titulares, el escándalo, el daño a la reputación de su familia, a la reputación de Charlotte.
- ¿Albert sabe que te vas? – insistió Charlotte.
- Señorita Gastrell, no debemos estar aquí. -
- Contéstame y nos iremos pronto. –
- Albert no sabe aún, mas no se opondría, desde que llegamos sabíamos que alguno de nosotros debía volver a Willinburg, no puedes ser Conde de nada si no procuras tu territorio, mi padre viaja constantemente, nosotros creemos que hay formas más prácticas, y yo estando allá es lo más práctico. – explicó Phonsi.
- No te veremos más. – aseguró Charlotte.
- En días festivos. – afirmó Phonsi.
- Y te casarás con una lugareña, ¿o te llevarás a lady Lincoln? – algo en el tono de Charlotte le delataba.
En ese momento el reloj sonó las doce como un augurio.
Marian.
Phonsi escuchó las campanas y trató de recordar algo, pero su mente se quedó en la expresión ofendida de la rubia.
Estaba tan cerca, ¿acaso insinuaba algo en su reclamo?
Para cuando volvió en sí, sus manos ya acunaban aquellas mejillas sonrosadas y besaba con dulzura sus labios que le correspondían.
Poco después ambos se separaron con un salto, confundidos, o tal vez, con más certezas que antes, sin decir nada más ambos salieron del balcón disimuladamente, nadie parecía sospecharles nada, tratando de olvidarse de lo ocurrido, se mantuvieron cerca de sus familias, evadiendo miradas y por ende cuestionamientos.
Por su parte, Al se mantenía ajeno a lo ocurrido en el jardín de los Birdwhistle, miraba las flores bien cuidadas, los arbustos bien podados, no notó cuando alguien se sentó a su lado en aquella banca.
- Yo me casé aquí, no sé si lo recuerdas. – la voz de Newt Crawford resonó a su lado, ronca, pacífica, como la de un hermano mayor, o una conciencia.
Al se sobresaltó ligeramente y se volvió a su amigo.
- Fue una linda boda. – recordó Al.
- Prim quería tulipanes, Dalia buscó en toda Ilenis tantos tulipanes tuvieran, era un día cálido, había hecho las paces con mi familia, mi hermano, diablos, Niel, el sujeto que más había odiado y que más me había odiado en la vida, era mi padrino, mi padre, para quien siempre fui una decepción, me miraba con orgullo, como si siempre hubiésemos sido una familia unida, las bancas estaban llenas de amigos, yo nunca había tenido más amigos que Paul y Penny, pero ese día tuve más amigos de los que creía poder hacer, ese día todo parecía perfecto, resuelto, pero, ¿sabes qué fue lo mejor? – dijo Newt recordando su boda.
- ¿Qué? – preguntó Al.
- Mi novia, no sólo me casé con una de las mujeres más bellas de Ilenis, con la Leona de Cardos, una Birdwhistle, me casé con mi mejor amiga, con una mujer que me hace sentir como nadie, en las buenas y en las malas, aun cuando discutimos sé que no imagino a nadie más con quien quiera enojarme y arreglarme después, ni la boda más perfecta hubiera sido tan memorable si no fuera por la mujer con la que me casé. – aseguró Newt.
Al sabía a lo que iba.
- ¿Y si tu padre te hubiera seguido viendo como una decepción, si tu hermano te odiara aún, estuvieras solo?, ¿Aun así hubiese sido memorable? – preguntó Al.
- Sí. – respondió Al sin vacilar. – Porque a pesar de todo, al final de día, volvería a casa con la mujer que más amo y más me ama, que me eligió a mí por mí, no por ser hijo del Marqués, no por ser un Crawford… no porque es lo más conveniente, aunque claramente ella no esté enamorada de mí ni yo de ella. – dijo finalmente.
- Ya la perdí una vez. – dijo Al con voz apagada.
- ¿Y estás dispuesto a perderla de nuevo? – cuestionó Newt.
Al no podía sentirse más abrumado, se pasó las manos por la frente y el cabello tratando de liberar un poco su mente, Newt terminó posando su mano sobre el hombro de su joven amigo, tal vez sus palabras estuvieron de más y la situación de un segundo hijo del Marqués no era comparable a la del heredero de un Duque.
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La Dama del Duque
RomanceFreda llegó a la nueva residencia del Duque Ascort decidida a ganarse la vida para ayudar a su familia, sin imaginar que su labor más complicada será lidiar con el hijo del Duque, Albert