Maria siguió su rutina diaria matutina, la familia se había dispersado después del desayuno, limpió la mesa junto a otras sirvientas, limpió las habitaciones con mayor uso, manejaba tan bien su trabajo que tuvo tiempo hasta de conversar con Louis en la cocina y calmar una de las usuales crisis nerviosas de Beckhan antes de medio día.
A las doce en punto Maria subía al segundo piso con la charola de té y unas botanas saladas, la mayoría de las sirvientas cotilleaban cada que la veían a esa hora, sabían que llevaba té al heredero del ducado mas no entendían porque pasaba alrededor de una hora en aquel estudio y salía con la taza y el plato de bocadillos vacío, nadie de los sirvientes podía imaginarse solo en compañía de Albert, y nadie quería esa tarea, de antemano ya estaban peleando por no ser quien supliera a Maria en esa tarea.
Maria entró al estudio, ahí estaba, tan dedicado, no salía de su papel de futuro Duque, sentado con la mejor postura, escribiendo con la mejor caligrafía, tan perfecto como se le podía exigir, al ver a Maria entrar, tal vez su cuerpo no se relajó pero su mirada fría parecía haber soltado todo el peso de la presión.
- ¿Ejercicios contables otra vez?, no recuerdo que su padre le haya asignado esa u otra tarea relacionada con el Estado.- señaló Maria con cierto reproche mientras ponía la charola sobre el escritorio y servía el té.
Con ligera vergüenza Albert miró su cuaderno antes de cerrarlo.
- Es una tarea autoasignada cuyo único objetivo es mantener mi mente ágil, no queremos ser un Duque que no pueda hacer cuentas en momentos clave.- se excusó Al.
Maria soltó una risilla divertida.
- A estas alturas su mente es mucho más ágil que la del mejor catedrático y hasta monarca de cualquier Reino, además, si su padre le ha dado tiempo libre es para que se divierta, no para que estudie.-
Albert dio un sorbo a su té antes de suspirar con fastidio.
- Ya tendré tiempo para el concepto de "diversión" que mi padre tiene el próximo año, me "divertiré" tanto con tantas casamenteras como pueda y varios jovenes alcoholizados en los clubes.- sentenció con fastidio y burla.
Maria caminó al librero de Albert mientras lo escuchaba.
- Hablo en serio Al, haz amigos.- dijo Maria casi en tono de orden tomando un libro del estante.
- Tengo amigos- aseguró Al.
Maria alzó el libro en su mano y dirigió una mirada de reproche al chico.
- Lord Crawford es una mala influencia para tus objetivos sociales.- señaló Maria.
- Newt es un hombre inteligente, como muy pocos en esta ciudad.-
- Pero socialmente inepto, no basta con ser brillante Al, necesitas aliados y mantener una imagen, nadie tomará en serio un Duque al que no pueden siquiera ponerle un rostro o una voz, ESE es el objetivo del concepto de "diversión" de su padre.- dijo Maria imponente, Al comprendía el punto mas no quería aceptarlo, miró fijamente su taza, Maria sonrió victoriosa, si el chico no tenía réplica significaba que sus palabras habían sido escuchadas.
Pero no estaba ahí para atormentar la mente del pobre chico introvertido, Maria se sentó cómodamente en la silla al otro lado del escritorio frente a Albert y abrió el libro, que de hecho había sido prestado por el ya mencionado Lord Crawford a Albert algunas semanas atrás, en una parte donde había un separador.
- "... Y es por ello que la moral en nuestra sociedad es un constructo, más una conveniente ilusión, pues todo aquello que se hace por amor, acontece más allá del bien y el mal...".- leyó Maria, durante esa hora ambos se perdieron en aquellas palabras de filosofía, tal vez, de todo lo que extrañaría, la hora de lectura en el estudio con Al sería lo que María extrañaría más.
Por la tarde, Maria ayudó a Louis a limpiar la cocina y para despejarse un rato decidió salir, tal vez comería algo fuera, en la posada de una nueva amiga que había hecho al llegar a Ilenis, a fin de cuentas, la familia no solía comer junta, por lo que su presencia no era necesaria, tomó su sombrero y su bolso, el clima era agradable, auguraba un apacible paseo.
Caminó por las calles de la hermosa zona alta de Ilenis, carruajes iban y venían apresurados, la gente cruzaba las calles a montones todos absortos en sus propios pensamientos y prisas, a nadie realmente le importó la mujer de avanzada edad que intentaba cruzar la calle, ni siquiera al conductor del carruaje que no la vio a mitad de la calle a tiempo para frenar.
Fue menos de un segundo que Maria sintió eterno, su cuerpo se paralizó ante la inminente atrocidad, un relincho de caballo, los gritos de personas y un fuerte golpe, fue todo lo que Maria pudo percibir, había cerrado los ojos con fuerza y tan solo esperaba el fin, pero no llegó, solo sentía el pegajoso lodo en su cuerpo.
- Madame, ¿Madame?, ¿se encuentra bien?- una melodiosa voz angelical la obligó a abrir los ojos, Maria los abrió y lo primero que vio fue un hermoso rostro con oscuros ojos preocupados casi encima de ella, después miró a su alrededor, mucha gente curiosa miraba el casi fatal accidente, cuchicheaban mas no se acercaban, por supuesto, nadie con finas ropas las mancharía de lodo, ni siquiera por ayudar a una anciana, solo aquella chica.
Maria se incorporó con ayuda de su salvadora, la miró de pies a cabeza, ella definitivamente no era de ahí, llevaba un vestido gastado y sucio, no del lodo del accidente, sucio de días, su hermoso rostro lucía maltratado y su cabello peinado en una trenza descuidada, campesina sin duda, pero ¿qué hacía una una campesina en esa zona?
- Madame, ¿le duele algo?- Freda insistió, Maria solo pudo negar con la cabeza.
- Gracias.-
- No hay de qué, ¿necesita que la lleve a algún lado?- preguntó Freda, Maria lo pensó por unos momentos, era una lástima, la niña era bonita, se veía cansada y hambrienta pero trataba de ocultarlo.
- Sí, si no tienes nada más que hacer, me gustaría que me acompañaras a un lugar.- dijo Maria al fin, pudo leer en el rostro de Freda que la chica tenía alguna preocupación en la que pensaba ocupar su día, pero con una sonrisa le asintió, le tomó del brazo y encaminó a Maria a su destino.
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La Dama del Duque
RomanceFreda llegó a la nueva residencia del Duque Ascort decidida a ganarse la vida para ayudar a su familia, sin imaginar que su labor más complicada será lidiar con el hijo del Duque, Albert