En la mansión Ascort, las personas corrían de un lado a otro, todos los preparativos de la boda estaban cubriendo la casa, ordenados cuidadosamente por la novia, quien, a una semana de la boda, ya se había adueñado de la mansión, incluso tenía una habitación preparada, la había usado un par de veces en esos últimos meses, cuando ya era muy tarde para regresar, o el clima no se lo permitía, se quedaba en casa de los Ascort cual dueña y señora.
Por ello, no fue extraño que la correspondencia pasara por sus manos antes que de cualquiera, esperaba confirmaciones de invitaciones y rezaba por que ninguna de esas cartas fueran cancelaciones de músicos o catering.
Esa mañana pasó rápidamente las cartas entre sus dedos, leyó en menos de un segundo cada remitente, nada importante, algunos negocios de Cyrus y Al, sólo uno le llamó la atención.
“Para: Albert.”
Charlotte frunció el ceño, ¿”Para: Albert”?, no era “Para: Lord Ascort”, era una dedicatoria personal y la caligrafía era linda, algo burda pero no lo suficiente para que fuese de algún amigo del club, y definitivamente no era de Newt Crawford, conocía su letra.
Curiosa, no pudo evitar abrir la carta, ¿quién podía hablarle a Bert con tanta confianza?
“Al, pensé mucho en enviarte esta carta, mas no creo tener la fuerza para callarme mucho más…”
Charlotte sintió que se le erizaron los vellos de la nuca, con los ojos bien abiertos leyó la extensa carta en aquella extraña caligrafía.
“…Lamento cada día lo que ocurrió aquella noche…”
“…Ni en mil vidas podré enmendar el daño que te ocasioné, tu gesto herido me perseguirá hasta el día de mi muerte..”
“…Respondiendo a tu pregunta, no te volvería a matar, pídeme que no me case y no lo hago, pero si tú sí llegas a ese altar, ¿entonces quién estaría matando a quien?...”
“…Siempre tuya…”
“…FREDA…”
- ¡¿Freda?! - Charlotte no pudo evitar exclamar.
De alguna forma se sintió sucia al leer algo tan íntimo, culpable por invadir la privacidad tanto de Bert como de Freda, pero, por otro lado, estaba agradecida de haber leído ella primero esa carta, estaba a días de su boda, y ese papel pudo haber arruinado todo.
- ¡Charlotte! – Al llamándola desde las escaleras la sacó de su asombro, con manos temblorosas escondió la carta en su espalda, por debajo de la faja de su vestido.
- Albert. – su nombre sonó incómodo como nunca, sintió el eco de la llamada de Freda en sus palabras.
- Escuché que llegó el correo. – dijo el pelirrojo mientras se acercaba.
- Sí. – se limitó a decir.
- ¿Llegó algo para mí? -
Charlotte se mantuvo en duda un momento, esa pregunta tan indiferente sonaba acusatoria, la carta comenzó a pesar en su espalda, ¿estaba esperando la carta de Freda?, tal vez sí, igual, parecía que ellos ya habían hablado antes, Freda lo había mencionado, tal vez le prometió una carta, tal vez esa carta no era la primera en llegar, ¿y si se la daba?... ¿ y si no?
- ¿Charlotte? – Al la miró algo consternado, la mirada de Charlotte estaba desorientada.
- ¡No!, digo, sí, sí te llegaron, unos negocios de Cardos, bueno, están dirigidos a Lord Ascort, imagino que puedes ser tú o tu padre. - dijo Charlotte tomando torpemente las cartas de la mesa de centro y entregándoselas a Al.
El chico las tomó al mismo tiempo que dirigía una mirada extrañada a su prometida.
- Charlotte, te ves agitada. – señaló Al.
- No, claro que no. - Charlotte rio nerviosa.
- Tienes que descansar, Charlotte, o llegarás al sábado enferma y no disfrutarás todo… esto que preparaste. – dijo Al con un ligero gesto de fastidio, para él, la boda estaba costando tanto como una casa en el centro de Ilenis, con todo y amueblado nuevo y moderno, más una pensión para una familia completa, un gasto innecesario si le preguntaban a él, pero a fin de cuentas, hacía feliz a Charlotte y tal vez eso era lo importante.
Charlotte asintió y pasó su mano detrás de su vestido, asegurándose de que la carta seguía ahí, debatiéndose si entregarla o no, ¿qué era lo correcto?, ¿qué era lo que ella quería?
¿Y si le decía a Phonsi?
¿Por qué querría comentarle a Alphonse?
¿Qué era ese sentimiento creciente en su pecho? Ciertamente no estaba enojada.
¿Esa carta realmente arruinaría todo?
O…
¿Lo arreglaría?
Para cuando Charlotte dejó de cuestionarse, Al ya había desaparecido con la correspondencia de negocios y para Charlotte fue una oportunidad para olvidarse de lo que cargaba.
Los días pasaron, Charlotte veía como círculos negros comenzaban a aparecer por debajo de sus ojos, no dormía, por nervios, por culpa, ya no sabía por qué, pero para un día antes de la boda, Charlotte se puso kilos de maquillaje para que su piel se viera reluciente y fresca, esperaba entre suspiros a Al en el salón de la mansión, dónde celebrarían la fiesta después de la ceremonia, tendrían un ensayo del primer baile como esposos, el recinto ya estaba casi terminado de arreglar, sólo faltaban las flores que llegarían por la mañana, lucía como de la realeza, todo tan fino, tan elegante, estaba orgullosa de sus arreglos, tal vez, en otra vida, podía dedicarse a eso.
Unos pasos acercándose con eco la sacaron de su fantasía, era Al… o eso pensó, cuando se giró, se encontró con Alphonse.
La chica lo miró con extrañeza.
- ¿Qué haces aquí? – preguntó la chica.
Phonsi se acercó con cierta sombra en los ojos, recorrió a Charlotte discretamente de pies a cabeza con la mirada.
- ¿Dónde está Albert? – preguntó Charlotte anticipando ya la respuesta.
- Me encontré con él en la escalera de la casa, iba apresurado a encontrarse con unos mercaderes de Willinburg, me ofrecí a presentarme en su lugar, con los mercaderes, pero él insistió en que lo supliera aquí, contigo. – explicó Phonsi con algo de pena.
Charlotte asintió, diría que decepcionada, pero la realidad, era que ni eso sentía, no le extrañaba que Bert la cambiara por alguna otra reunión, estaba convencida de que esa sería su vida de casada.
Sin embargo, una parte de ella, estaba alegre, Phonsi era una buena aparición, el rechazo y negligencia de su futuro marido era menos importante cuando Phonsi aparecía… tal vez sí tuvo que haber entregado la carta después de todo, seguramente a Freda no la dejaría plantada.
- ¿No tenías nada más que hacer hoy? – preguntó Charlotte mientras el músico que les acompañaría entraba y ellos dos tomaban su lugar al centro de la pista.
- Había quedado de verme con los chicos en el Club. – respondió Phonsi mientras tomaba con delicadeza la cintura de Charlotte.
La rubia no pudo evitar hacer una leve mueca ante la respuesta.
- Con Lady Lincoln querrás decir. –
Que extraño, mencionar el nombre de Freda no le causaba tantas nauseas como mencionar a Lady Marian Lincoln.
- No he hablado con Lady Marian desde la fiesta de los Birdwhistle, - confesó Phonsi entre dientes, ambos enmudecieron recordando lo que ocurrió aquella noche.
Bailaron la pieza de los esposos tan perfectamente que el músico despistado e indiscreto los felicitó por su compenetración al bailar y por su matrimonio, que, a juzgar por su baile, les iría muy bien.
Phonsi y Charlotte sólo desviaron la mirada, tratando de negar lo que hasta para un desconocido era evidente.
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La Dama del Duque
RomanceFreda llegó a la nueva residencia del Duque Ascort decidida a ganarse la vida para ayudar a su familia, sin imaginar que su labor más complicada será lidiar con el hijo del Duque, Albert