Para Mejor

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Había pasado un rato desde que la pieza que Al y Freda bailaron se había terminado, Laurie había cruzado un par de palabras con Charlotte Gastrell, le agradeció el baile y la dejó en compañía de su hermano, rápido buscó con la mirada a su compañera, mas nobla encontró.

- Es una lástima que Lord Ascort no esté cerca, hubiese querido hablar más con él, Miles.- murmuró Charlotte decepcionada hacia su hermano, pero Laurie alcanzó a escuchar y algo en su corazón se inquietó.

Tratando de ocultar su ansiedad caminó por los alrededores buscando a Freda, o a Albert.

Por su parte, Charlotte y Miles pasaron a lado de Phonsi quien seguía brillando con su encanto social, con el rabillo del ojo reconoció a la rubia como la mujer con la que su hermano había bailado, en una pausa que tomó de su conversación miró a su alrededor buscando a Al, pero no lo encontró, con una leve sonrisa resignada supuso que el chico se había ido a descansar de tanta gente.

La Condesa estaba conversando cordualmente con otras señoras de alcurnia cuando Laurie llegó con visible nerviosismo.

- ¿Necesitas algo, Laurent?- cuestionó la Condesa.

Laurie se inclinó para hablar en voz baja.

- No encuentro a Freda, creo que podría estar con Ascort.- susurró el chico, pero la mujer no pareció sorprenderse, de hecho, ella sabía que Freda buscaría una oportunidad a solas con el chico Ascort para cortar su relación de una vez por todas, idea que ella misma animó y que al final le beneficiaría para sus propios planes.

La Condesa miró a su sobrino con indiferencia.

- Sigue buscándola, y cuando la encuentres, traela, para ya irnos a casa, estoy comenzando a cansarme.-

Consternado por la indiferencia de su tía, Laurie se retiró en silencio y siguió buscando a Freda, ahora, un poco más lejos.

Paseó por los jardines, se encontró, en más de una ocasión, con parejas que se escondían para divertirse, se temía encontrarse a Freda en esas condiciones, su ansiedad duró unos minutos más, hasta que a lo lejos vio un magnánimo vestido blanco acercarse con fiereza.

-¡Freda!- exclamó aliviado, Freda no lo había visto, estaba absorta en sus pensamientos hasta que escuchó su voz y sintió su mano tomar su brazo.

-¿Laurie?- lo llamó confundida.

- Te estaba buscando, ¿dónde estabas?- la mirada del chico delataba los minutos de angustia que había vivido, Freda suspiró.

Caminó hacia una pequeña banca detrás de un árbol, Laurie la siguió en silencio hasta que ambos se sentaron.

- Creo que perdí mi trabajo.- comenzó Freda con una leve risa lastimosa.

Laurie no respondió pero la miraba interrogante.

Freda continuó.

- Estuve con Albert, le dije todo lo que tenía que decirle, no creo verle nunca más, y dudo que él quiera verme a mí.-

Laurie percibió cierta tristeza en las palabras de Freda.

- Eso... está bien, ¿no?, fue lo mejor.- Laurie quiso sonar seguro de su afirmación.

Freda no pudo evitarlo más, unas pesadas lágrimas rodaron por sus mejillas.

- Si es así, entonces, ¿porqué no me siento mejor?, ¿porqué siento que es todo lo contrario a estar bien?- confesó Freda entre sollozos.

Laurie vaciló un momento antes de decidirse a tomar con manos temblorosas las manos de Freda.

- A veces lo que queremos no nos hace bien, y tenemos que deshacernos de eso antes de que nos consuma, aunque en un inicio deje una herida dolorosa, con el tiempo sanamos y vemos que era para mejor.- dijo Laurie con voz dulce.

- ¿Crees que con el tiempo ya no sentiré esto?-

Los ojosbde Freda se encontraron con los de Laurie y pronto el chico sintió una voluntad que nunca había experimentado.

- Estoy seguro...- respondió sin despegar su mirada de los ojos de la chica.- ... y si me lo permites, estaré contigo el tiempo que necesites hasta que veas que existe algo más y mejor para ti.- aseguró Laurie, sus palabras tenían un doblebsentido, que para el chico fueron una confesión.

Freda sólo sonrió levemente.

- Eres un gran amigo, Laurie.- Freda dijo con sincero aprecio, y su pesar era tal, que ignoró por completo, como su inocente certeza era una puñalada para su compañero.

Asintiendo levemente, Laurie se puso de pie, miró en dirección de donde había salido Freda y maldijo para sus adentros a Albert, por un momento su mente se tornó oscura, "Si Albert Ascort no existiera, Freda lo miraría a él, sólo a él." Se dijo a sí mismo.

Con un largo suspiro para tranquilizar sus pensamientos volvió a Freda y le extendió una mano.

- La tía quería que te encontrara pronto, ya quiere volver a casa, y por tu trabajo no te preocupes, sabes que la casa Kilkenny siempre tiene un lugar para tí, la tía te aprecia, no te negaría un trabajo.- aseguró Laurie recuperando su dulce sonrisa.

Freda asintió con algo de alivio, era cierto, la Condesa había sido muy buena con ella, y esperaba que esta vez no estuviera aprovechandose de esa amabilidad.

Tomó la mano de Laurie y caminaron del brazo de regreso a la fiesta.

Freda mencionó algunos temas banales, como lo cansada que estaba de bailar y lo ligero de su vestido a pesar de lo bultoso, Laurie le siguió la conversación esperando que poco a poco Freda recuperara el ánimo, viendo de vez en vez como el brazo de la chica sujetaba el suyo y se prometía a sí mismo, que nunca más dejaría que se apartara de él.

Antes de acercarse a la Condesa, Feda lanzó una leve mirada al balcón del que había aparecido Albert, recordó su porte soberbio con el que se había presentado y pronto lo comparó con la lastimosa imagen que había dejado en el comedor, sintió una punzada en el pecho, mas no había vuelta atrás.

Se acercaron a la Condesa quien con una rápida despedida, se alejó de sus amistades y continuó con su sobrino, le dirigió una leve mirada a Freda, ambas mujeres sabían lo que la otra pensaba, Freda sólo esbozó una pequeña sonrisa, la Condesa se la regresó orgullosa, ninguno de los tres miraron atrás.

Poco antes, cuando Laurie y Freda había regresado recién a la fiesta, de nuevo Phonsi seguía buscando a Al con la mirada, discreto, para no despertar inquietud entre sus hermanas, su madre, ni mucho menos su padre, en su búsqueda captó a Freda.

Lo dudó por un momento, pero pronto su incredulidad se volvió certeza y temor al reconocer el vestido que llevaba puesto.

- Era ella...- murmuró Phonsi palideciendo, Freda había sido la última mujer con la de Al había bailado, ella aparecía, pero, ¿y Albert?

La Dama del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora