Ranas

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Cuando Phonsi volvió a casa, Ada ya había vuelto a su vida de esposa y las más chicas mataban el rato comiendo y leyendo libros de romance que se habían puesto muy de moda entre mas señoritas de la sociedad alzando los estándares del romanticismo a niveles tan irreales que pocas querían casarse a no ser que fuera con un tal "Señor Dossey".

En cuanto entró, escuchó a las chicas chillar de emoción, puso losnojos en blanco y lanzó el listón que compró a Augusta.

La chica lo miró confundida.

- ¿Esto qué?-

- Tú me lo pediste, ¿no recuerdas?- dijo Phonsi sin voltearla a ver, las niñas ya sabían que cuando cosas así ocurrían, ellas siempre eran el pretexto.

- Cierto, gracias.- se limitó a decir la más chica.

- La próxima traeme uno a mí. - replicó Agnes.

- La próxima.- concluyó Phonsi a paso acelerado directo al estudio de Al.

Sin tocar la puerta entró, Al miraba a la nada, lucía tan exhausto que Phonsi sentía pena por él.

- Charlotte me buscó en la plaza, algo sabe de Freda.- comenzó.

Al volvió en sí al escuchar el nombre de Freda.

- ¿Qué sabe?- preguntó menos alarmado de lo que Phonsi esperaba.

- No sé, pero me preguntó por ella, sabe que algo en ella te afecta.-

- ¿Tú qué le dijiste?-

- ¡Nada!, por supuesto.-

- Que así siga, eso no cambia nada.- concluyó Al volviendo a su muerte en vida.

Phonsi se acercó nervioso.

- Charlotte no parece querer dejarlo así, presiento que algo hará, no la viste, estaba decidida a saber de Freda.- continuó Phonsi dando un par de golpesitos al escritorio de su hermano.

Al lo miró con sospecha.

- Hablas de mi prometida con mucha confianza.- señaló Al, Phonsi enrojeció.

- ¿Ahora te molesta?- cuestionó.

Al pareció reflexionar un momento.

- No, no me molesta, me preocupa... por ti.- admitió Al, Phonsi desvió la mirada.

- No pienses cosas raras, Al, sólo quiero saber qué haremos con eso de Freda.-

Al asintió dándole por su lado a su hermano.

- Nada haremos, no creo tampoco que Charlotte haga algo, mucho menos Shaw y ella.- concluyó Al.

Phonsi frunció el ceño.

- No puedes siquiera decir su nombre.-

- No si puedo evitarlo.- suspiró Al.

En la casa Gastrell, Charlotte maquinaba su plan, estaba segura de que no tendría fallas, a final de cuentas, su reputación era impecable, no había nadie en Isveria que se negara a una petición de Charlotte Gastrell.

Miles la miraba con temor la expresión maquiavelica en el rostro de su hermana mientras tomaban el té.

- Lottie, ¿estás bien?- se atrevió a preguntar.

Charlotte esbozó una amplia sonrisa inocente.

- Por supuesto, mi querido hermano, sólo estoy pensando.- dijo con su dulce voz.

- ¿Cómo enterrar un cuerpo?- se burló el chico.

La expresión dulce de la chica desapareció.

- Cállate Miles.-

La Dama del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora