Más solo que nunca

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A partir de aquella noche, fue evidente el cambio en Al hacia Freda, parecía más cómodo en su compañía y mucho menos agresivo, seguía llamándola "Maria", Freda se resignó, no cabía duda de que lo hacía a propósito.

Pronto, el llevarle su té diario y en ocasiones acompañado de algún postre distinto, se volvió tarea exclusiva de Freda, incluso en sus días de descanso, Freda hacía esa unica labor y después de iba, a casa con Loulou, o a la casa de té de Celia.

La chica escribía sobre eso en las cartas a su madre, Loulou siempre respondía lo mismo.

"... nunca confundas su amabilidad, la complicidad puede malinterpretarse, y un hombre amable y confundido puede ser nuestra perdición, Fifi."

Freda sentía un nudo en el estómago cada que leía la advertencia de su madre, no quería aceptarlo, Al era su jefe, si jefe amigo, nada más...

En su día de descanso, Freda no dudó en salir temprano de la mansión y volver a casa, anhelaba un día de los viejos tiempos con su madre, desayunaron, ayudó en las labores y ambas se encaminaron hacia la residencia del panadero Mark Seymour, donde les abrió una exhausta Serena, hinchada, cansada, el embarazo la estaba absorbiendo, y se encontraba sola, Loulou le había contado a Freda que Serena estaba pasando un tiempo difícil y que continuamente la visitaba para hacerle compañía y ayudarle en la casa, desde su matrimonio, la familia de Serena se habían deslindado de ella, su soledad no era sorpresa.

Freda agradecía no vivir lo mismo que su amiga pero al mismo tiempo maldecía que no todas pudieran esquivar ese destino.

Freda y aserena pasaron el día hablando de lo bonito de la zona alta de Ilenis, los parques, las casas, Freda la distrajo lo más que pudo mientras Loulou las escuchaba y preparaba un guisado.

- Oh Fifi, suena hermoso, muy elegante.- dijo Serena, Freda acarició su cabello.

- Ya verás, cuando tengas más fuerza iremos las tres a la casa de té de mi amiga Celia, y verán lo bonito de ese lugar.- prometió Freda, promesa que ya había hecho a Loulou ese día más temprano, la cabeza de Freda comenzaba a planear el día que usaría para dar el tour a su madre y su amiga.

En la mansión, discretamente, Al paseaba por los pasillos, mirando disimuladamente cada habitación con gesto contrariado.

Pasaba del medio día, casi era hora del almuerzo y Al pasaba una tercera vez frente al salón de música en el que Adeline practicaba piano, lo había visto pasar las primeras dos veces con el rabillo del ojo, con cada vuelta el chico parecía mas conflictuado y ella perdía cada vez más la paciencia.

Para la tercera vez, Ada nobpudo evitarlo, violentamente interrumpió su melodía tocando varias teclas a la vez con fastidio.

- Albert, entra, ahora.- ordenó la pelirroja con melodiosa voz enfadada, Al cambió su rostro a uno de usual fastidio, entro al salón de música como si no entendiera qué molestaba a su hermana.

- ¿Qué ocurre querida Ada?, ¿problemas para memorizar la pieza?- cuestionó Al mientras se acercaba, Ada le dirigió una mirada asesina.

- Ay Albert, déjate de tonterías, siéntate que me mareas, si quieres caminar te hubieras ido al parque.- se quejó Ada tratando de retomar U práctica, Al obedeció con un suspiro, se sentó en un sillón frente a Ada concentrando toda su ansiedad en una de sus piernas que movía de forma incesante.

Un pequeño tic saltó en el ojo de Ada cuando vio a su hermano.

- ¿No deberías estar en tu estudio?, ¿estudiando o tomando té, no lo sé, cualquier cosa?- preguntó Ada.

- Mi té sabía a mierda...- se quejó Al mirando sus uñas con la pierna ansiosa.- ...y lo llevó la rubia, ¿porqué lo llevó la rubia?- cuestionó Al alzando la mirada a su hermana, Ada lo entendió en seguida, internamente se burló de la transparente mirada de su hermano.

- Clara, su nombre es Clara, también trabaja con nosotros, atenderte también es su trabajo.- aseguró Ada con una leve sonrisa.

- Mi té no es su trabajo, es el de Maria.- se atrevió a replicar, Ada no pudo evitar soltar una breve risa estruendosa.

- Es su trabajo cuando Freda descansa, como hoy.- informó Ada aún riendo.

- ¿Descansa hoy?- preguntó Al confundido, Ada no paraba de reír.

- ¿Estabas buscando a Freda?- Ada interrogó curiosa, el rostro pecoso de Al se tornó rojo brillante.

- ¡No!, claro que no, pero sí quería saber porqué mi té era una porquería.- se excusó Al.

Ada asintió aún riendo en voz baja, ninguno de los dos se sio cuenta de que fuera del estudio de música Cyrus los escuchaba, y a él no le causaba gracia la desesperada búsqueda de su hijo.

Cyrus esperó a que cesará la risa de Ada y el tema de su conversación concluyera para entrar como si no hubiese escuchado nada.

- Albert, te busqué en tu estudio y no estabas, me alegra no haber demorado tanto en encontrarte, debo hablar contigo, acompañame.- ordenó Cyrus, los chicos se pusieron de pie de inmediato para saludarlo.

- Padre.- asintió Al encaminandose detrás de Cyrus, Ada torció el gesto, su padre no era mala persona, pero cuando se trataba de Al, era completamente distinto.

Cyrus y Al caminaron en silecio hasta el estudio de Cyrus, el Duque cerro la puerta, la conversación sería larga, Al lo tenía claro.

- Albert, no había tenido tiempo de hablar contigo sobre el tema de tu cumpleaños.- comenzó Cyrus.

- Entiendo padre, conozco la importancia de ese evento.- Al mantenía su mirada fija al suelo.

- Me preocupa que no lo suficiente...- dijo Cyrus, Al frunció el ceño levemente, mas no miró a su padre.- ... aunque el tema fue causa de risas amenas en la visita a la Reina, el tema de tu matrimonio es de suma importancia.-

- Por su puesto padre.-

- A fin de cuentas, de una u otra forma, sangre Ascort corre por tus venas.- mencionó Cyrus con un tono ligeramente hostil.

El comentario abrumó a Al, sabía desde hacia tiempo el posible rencor de su padre ante la idea de que él no fuera su hijo, pero nunca había sido tan directo con sus acusaciones.

- Si aspiras al ducado debes elegir bien a la mujer que te acompañará... las demás pueden servir de diversión, pero NUNCA bajo mi techo.- declaró Cyrus buscando fríamente la mirada de Al.

El chico atónito ante las acusaciones sólo asintió e hizo una breve reverencia antes de marcharse.

Volvió a su estudio, mirando a la ventana, se sentía más solo que nunca y pronto una sola imagen volvió a su mente, un par de ojos oscuros y olor a jazmín.

La Dama del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora