Caja Oscura

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-... Ahora lo que ocurrió tiene sentido, ya tenía planeado irse, por eso lo de anoche...- Phonsi reflexionaba de camino a la mansión, pero Al lo escuchaba lejano, su mente solo le recordaba una y otra vez en voz alta que Freda se había ido, la había perdido, o tal vez... nunca la tuvo, había sido solo un sueño fugaz, del que despertar era una pesadilla.

Una energía extraña se sentía en la mansión de los Ascort, Phonsi fue el primero en notarlo.

- Al, algo no está bien.- alertó el pelirrojo.

El mayor se obligó a regresar a su realidad ante el tono de urgencia de su hermano, efectivamente, los criados parecían más cautelosos, sus hermanas, extrañamente calladas.

La pequeña Auguie fue la valiente que apareció, escurridiza y ágil como roedor, en poco se puso a la par de sus hermanos.

- Padre lleva un tiempo buscándote...- dijo a Al.- ... te espera en su oficina, no tiene buena pinta.- alertó la niña.

Phonsi miró con temor a Al, el chico solo suspiró, no era ajeno al enojo del Duque.

Más con fastidio que con temor llamó a la puerta del estudio del Duque y entró tan pronto la ronca voz de su padre se lo ordenó.

- Mandó a llamarme Padre.-

Cyrus levantó la vista.

- ¿Dónde estuviste?-

- Salí a caminar con Alphonse.- se limitó a decir.

- A buscar a la criada.- aseguró Cyrus, Al puso su mayor esfuerzo en disimular.

- No sé de que me habla Padre.-

- Cualquiera con dos ojos atentos puede ver tu afinidad por la criada que se fue...- dijo Cyrus cerrando su libro.- ... Tienes gustos vulgares... como tu padre.- concluyó con desprecio antes de sacar un portafolio.

Al trató de no mostrar su sorpresa y herida.

- Padre...-

-No, no, el tema ahora es otro...- dijo abriendo el portafolio y ofreciendo unos papeles a Al.

El chico los tomó y los leyó, era un testamento, un documento inusual para familias como la suya, por ley, él debía ser Duque después de Cyrus y encargarse de los dotes de sus hermanas en caso de ser necesario y de velar por el patrimonio de su hermano y su madre, pero ese documento que sostenía indicaba algo muy distinto.

Albert Ascort heredaría el Ducado de Willinburg, únicamente si antes del fallecimiento del Duque, se casa con una dama noble con una dote mínima al equivalente al 70% de la dote de las damas Ascort, en caso contrario, Albert no podrá reclamar ningún título ni tierras correspondientes a la familia principal.

Al leyó el documento entre una mezla de asombro y humillación, la dote de sus hermanas era una fortuna que pocos podían asemejar, eso cerraba la lista de las prospectas a un puñado diminuto, pero aquello no era lo que más le afectaba, lo que realmente le dañaba la poca relación que había entre él y el Duque, fue que finalmente, después de años de haberle infundado la duda sobre su paternidad, ahora lonestipulaba legalmente, ese testamento le haría saber a la sociedad entera que el Duque nunca creyó que Al fuera su hijo.

El chico enmudeció.

- Lo sé, la dote es alta y en realidad la familia nonlo necesita, pero al menos con ese requisito me aseguro de que te casas con alguien que regrese nobleza fidedigna a la familia, Lady Gastrell  es quien cumple los requisitos, por eso te casarás con ella, la boda será en dos años.-

- ¿La boda?- cuestionó Al algo desorientado.

- Por supuesto, hablé con el Barón Gastrell y tiene planeado que su hija entre a la sociedad un par de temporadas antes de casarse, un capricho innecesario si me lo preguntan a mi, si la muchacha ya es fértil, a todos nos conviene que den herederos lo antes posible, pero en fin, es un viejo sentimental, y esa fue la única condición, aún así Albert, pasarás estos dos años visitando y cortejando a Lady Gastrell, en los bailes, tendrán dos bailes juntos para reafirmar su compromiso, seis meses antes de la boda comenzarán a tener tres bailes juntos y a utilizar mismos colores para sus vestimentas.- resolvió Cyrus con certeza.

Al estaba abrumado, no daba crédito a lo que escuchaba, su vida entera estaba planeada, su vida, como Albert bastardo de Ascort, Duque de Willinburg, su cortejo, su matrimonio, todo estaba resuelto, mas todo lo escuchaba ajeno, como si hablaran de otra persona, y apesar de ello, no tenía derecho a opinar al respecto.

- A partir de esta semana, visitarás a Lady Gastrell, cada miércoles y saldrán al parque cada dos sábados, seis meses antes de la boda, comenzarán a salir cada sábado al parque y la plaza.- concluyó Cyrus volviendo a su libro.

Al no se movió de su lugar, recapitulaba cada palabra en su mente, Cyrus se volvió a verlo.

- Es todo Albert, retírate.- ordenó.

El chico asintió mecánicamente y salió con paso pesado de la oficina, conforme avanzaba sentía que algo le oprimía el pecho y la garganta, se desabrochó un botón de la camisa tratando de liberar su cuello, pero la sensación no se iba, ansioso, apresuró el pasó hasta su propio estudio y se sentó en su silla escondiendo el rostro entre sus manos haciendo más notoria su dificultad para respirar, un sudor frío le recorrió la espalda y aquel amplio estudio se sintió como una pequeña caja oscura.

En Saemforg, todo era distinto, Freda lo notó desde la ventanilla del carruaje.

Era una ciudad más campestre, mantenía la estética de sus años de antiguo esplendor, la tierra de las montañas era roja, así como las piedras de los caminos, ahora entendía porque la llamaban la ciudad de las montañas rojas.

Admiraba la belleza de aquel lugar, pero algo en el paisaje, tal vez el tono de su naturaleza la regresaba en mente y espíritu a Ilenis.

Se sacudió los penamientos tan pronto los hizo conscientes y se prometió una vez más que se esforzaría y así seguramente su corazón dejaría de doler.

La Dama del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora