Intensidad y Pasión

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Al se abrió paso entre los invitados para acercarse a la chica cisne, pero justo antes lograr llegar a ella sintió como lo tomaban de la manga del traje, inevitablemente tuvo que girarse, se encontró con un par de jóvenes, un par de rubios de mejillas sonrosadas, el varón parecía mayor que él, tal vez recién llegado a los veintes y a su lado, una chica, hermosa, con rizos dorados y alargados ojos azules con tupidas pestañas, con un vestido inspirado en una mariposa, parecía ella de la edad de Al y lo miraba con especial interés y ligera timidez.

- Milord, nos tomamos el atrevimiento de acercarnos a usted para felicitarlo por su cumpleaños y presentarnos.- comenzó el joven rubio extendiendo su mano hacia Al.

El pelirrojo torpemente saludó al desconocido.

- Mi nombre es Miles Gastrell, y ella es mi hermana, Charlotte.- presentó el rubio, Charlotte hizo una reverencia y cedió su mano para que Al le besara, el chico respondió por inercia.

- Gracias por venir.- se limitó a decir Albert.

- Nuestro padre es uno de los socios del Duque en los negocios que recién abrieron en la capital, por él hemos escuchado muchas cosas buenas de usted, y déjeme decirle que mi padre no se equivocaba al describirlo como un auténtica miembro de la realeza.-  comenzó Miles.

Al miró levemente a su alrededor, parecía que iniciaría un nuevo baile.

- Si lo prefiere, conversemos fuera de la pista, para no interumpir a los demás.- sugirió Al con cierta resignación, su última pieza con la dama cisne tendría que esperar.

Pero Charlotte lanzó una leve mirada a su hermano, quien parecía ya saber la verdadera razón por la que se habían acercado.

- No, no, milord, no será necesario, a mi hermana le apetece bailar, justo la había acercado a la pista para acompañarla yo mismo y entretenerle, pero, si usted se lo pide, gustoso le cedo la mano de mi querida hermana.- dijo Miles, la curiosa elección de palabras del rubio incomodaron a Al, pero sabía que estaba acorralado, ¿hijos de un socio de su padre?, estaba prácticamente obligado a aceptar.

Poniendo su mejor sonrisa asintió y extendió la mano a Charlotte, la rubia brilló de alegría.

- ¿Me concedería esta pieza?- preguntó Al justo en el momento que empezaba la música, Miles se apresuró a salir de la pista, mientras Charlotte se posicionaba delicadamente para comenzar el baile.

Al no lo sabía, era demasiado ajeno a la sociedad a la que formaría parte, pero todos los demás invitados sí sabían, los Gastrell eran una de las familias de empresarios más importantes de Isveria, a pesar de no ser de la realeza, en sociedad eran tratados como tal, además de ser muy atractivos, Miles estaba en la lista de solteros codiciados y Charlotte era la mujer más bella de la temporada, con 16 años acababa de debutar en el verano y tenía una larga fila de pretendientes, destacaba por ser hermosa, dulce y talentosa, tocaba el piano, bailaba y cantaba como un ángel, además de que no tenía ningún problema con nadie en el círculo social, todas las otras damas solo tenían elogios para Charlotte.

Por lo que ver a la más virtuosa dama de la temporada bailar con el que en unos meses sería el debutante soltero más solicitado y de mayor rango en el reino, era un veradero espectáculo.

Llamó las miradas de toda la familia de Albert, Penny, Lynette y las niñas intercambiaron comentarios de lo bien que se miraban juntos, Cyrus comenzo a trabajar en su mente, creando nuevos planes beneficiosos para su familia, pero Ada y Phonsi se encontraron entre la multitud, intercambiando miradas preocupadas, cada uno por sus propios medios, tenían la sospecha de la situación de su hermano con Freda y ahora se olían ya problemas.

Solo una pareja brillaba tanto a lado de Al y Charlotte, y esa era la de el Cuervo de Byrne y su compañera, el Cisne Blanco.

- Es usted un magnífico bailarín.- comentó Charlotte con voz dulce.

- Gracias.- se limitó a decir el pelirrojo, estaba fijo observando a su compañera, era ciertamente hermosa, con piel blanca y suave como porcelana bien cuidada, parecía un hada y le sonreía con admiración y paz, pero él se sentía vacío, sentía que bailaba con una pluma innerte, aquella sensación comenzaba a consternarle.

Para cuando la pieza terminó, ambas parejas estaban una a lado de la otra, como por mero magnetismo, Al se giró para encontrarse con la mirada oscura del cisne, Charlotte también miró curiosa a la pareja, la música comenzo a sonar, sin pensarlo, Al ofreció, silencioso, su mano al cisne, ella lo aceptó, en respuesta, el cuervo hizo lo propio con Charlotte y así ambas parejas se intercambiaron.

En cuanto la música comenzó de nuevo y Al sintió el roce de su nueva compañera, fue como si hubiese revivido, su corazón latió con fuerza, su respiración se entrecortó y por su cuerpo recorrió una electrizante sensación.

El cabello de su compañera era espeso y oscuro, ondeaba con el viento dejando una atmósfera embriagante con aroma a primavera, los sentidos de Al se aturdecieron, su cuerpo reconocía aquel aroma aunque sus ojos nobla vieran.

Laurie los miraba con el rabillo del ojo y como él, muchos otros con cierto nivel de sensibilidad, notaban la intensidad y pasión de aquel baile, no sabían si culpar al ritmo de la pieza o a los exponentes que no se despegaban la vista el uno del otro.

De vez en vez, Freda jugueteaba von la debilidad de su compañero, en excusa del baile, recorría sutilmente zonas sensibles del pelirrojo, como el cuello, los hombros, el pecho y acariciaba algunos mechones de la larga coleta, notaba como aqueñña mirada púrpira se encendía luchando contra su voluntad, eso le sacaba una sonrisa burlona a Freda que de nuevo, rompía las barreras de Al.

Cuando la música terminó, algunos jóvenes se acercaron a Albert, permitiendole a Freda escabullirse entre la gente, no sin antes dirigirle una mirada salvaje a su conpañero.

Al, aún aturdido de todas las sensaciones que lo habían abordado, respondió a medias algunos comentarios de sus asaltante para pronto librarse de ellos y caminar en busca de su misteriosa compañera.

Después de unos minutos, la encontró, recaegada en la puerta de servicio que daba al comedor de criados, donde en varias ocaciones él y Freda tenían sus momentos en solotario.

Verla en ese lugar, aún con medio rostro cubierto hizo que lo más profundo de su ser gritara su identidad, aunque ell chico no lo mencionó, tan solo se acercó, dispuesto a descubrir quien era.

Freda lo esperó sonriente, ese sería su momento.

La Dama del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora