Como Siempre

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El Ilenis, en la misma semana, una cena entre Ascort y Gastrell se llevaba a cabo en la tensa mesa familiar del Duque.

Sabían que la cena era especial pues se había requerido que todos vistieran de gala y hasta las más pequeñas de la familia, quienes ya comenzaban a entrar en la flor de su juventud, debían estar presentes y con sus mejores modales.

Charlotte miraba de vez en vez, con el rabillo del ojo a su prometido, perdido en su sopa con su eterno ceño fruncido, podía anticipar el motivo de esa reunión y aunque a estas alturas estaba más que resignada a que este matrimonio era más un deber que un cuento de hadas, le decepcionaba un poco que Albert no fingiera siquiera emoción.

- Muy bien...- el Duque Cyrus rompió el silencio con el tintineo de la cuchara golpeando la copa, se puso de pie una vez que todos le prestaron atención. - ... como saben, hemos estado posponiendo un evento importante de nuestras familias, pero ahora, finalmente ha llegado el momento de unir a nuestro querido heredero Albert con  Lady Charlotte Gastrell.- anunció Cyrus, Al y Charlotte se pusieron de pie.

Al suspiró levemente y le dirigió una dolorosa sonrisa fingida a Charlotte quien le respondió con otra mueca similar.

La familia aplaudió levemente, los hermanos Ascort se miraron unos a otros, desde Augusta, hasta la recién casada y en espera de su primer hijo, Ada, sabían y eran testigos de la evolución de su hermano a un objeto innerte de la casa.

La ahora Señora Sander acariciaba su pequeña barriga con un suspiro de exasperación, vivir lejos de sus padres le había ayudado a ser mas consciente de la prisión de oro en la que estaba, y le daba una perspectiva más clara de la muerte en vida de su hermano, Guideon, su esposo, optaba por mantenerse los suficientemente invisible para tener lo menos que ver posible con su familia política, pero a su vez sentía cierta lastima por el heredero, y por la chica a su lado, casarse con un Ascort no era tarea fácil, él lo sabía de propia mano, pero imaginaba que sería peor, casarse con uno que no le quería.

Después de las cordiales felicitaciones volvieron todos a sentarse y a entrar en temas más precisos.

- La boda debe celebrarse pronto, en tres meses.- estipuló el Duque, todos saltaron levemente de la impresión.

Lady Gastrell fue la más rápida de la mesa, los Gastrell no se oponían a la unión pero tampoco estaban del todo de acuerdo, eran testigos de la frialdad del heredero y con el tiempo de conocer al Duque, parte de ellos preferían a su hija pobre que bajo el yugo de aquel hombre, para ellos, si algo impedía la boda, estaba bien, al menos aplazarla lo más que pudiera.

- No, no, una boda debe planearse bien, un año.- ofertó Lady Gastrell.

- ¡¿Un año?!, imposible, es demasiado, dos años de compromiso fue de por sí, más de lo que debió ser.- se negó el Duque rotundamente.

- Diez meses.- continuó Lady Gastrell, con todos expectantes.

El Duque les dirigió una mirada fría e imponente, Al bajó la mirada antes de intervenir, por el bien de ambas familias.

- Seis meses es un tiempo justo, para tener buenos preparativos y solicitar la Catedral a la Reina, ¿cierto, Charlotte?- indicó Al dirigiendose levemente a la rubia quien miró a sus padres con resignación.

- Sí milord, es un tiempo justo y generoso.- concluyó.

Cyrus tomó su copa.

- Sigue siendo un plazo muy largo para mí, pero lo aceptamos.- concluyó antes de tomar de su copa, todos los presentes se aliviaron de aquella tensión.

Por otras tres horas hablaron del asunto hasta que los invitados se dispusieron a irse, Ada se despidió de toda su familia y dejó a Al hasta el final, ambos hermanos se regalaron una sonrisa leve y un abrazo.

- Estará todo bien.- susurró Ada en el abrazo.

- Lo sé.- respondió Al.

Los Gastrell tambiénnse despidieron.

- Necesitamos hablar.- dijo en voz baja hacia Al.

- El fin de semana en nuestro paseo semanal.- estipuló el pelirrojo sin dar permiso a réplica, Charlotte hizo una leve mueca y se dispuso a irse pasando justo a lado de Phonsi, por un momento, sus miradas se encontraron, y sin detener el paso, se dirigieron apretadas sonrisas tímidas, Phonsi también ya estaba en edad casadera, por lo que ya no era bien vista su amistad con la prometida de su hermano, no hasta que él mismo tuviera su propia pareja, y así sin más, ambos se vieron obligados a solo miradas y sonrisas furtivas en los pasillos.

El sábado llegó, y como de costumbre, Al se levantó temprano a revisar pendientes del ducado, y a prepararse para el paseo semanal con Charlotte, vestido con lo más casual que se le permitía como noble, salió en el carruaje descapotable de siempre en dirección a la casa Gastrell donde Charlotte ya lo esperaba con su gesto neutro y su vestido rosa lleno de listones, parecía una muñeca, tanto en lo hermosa como en lo inexpresiva.

Al saludó con cortesía a sus futuros suegros y ayudó a Charlotte a subir, como siempre.

En camino al parque, Al compró el periódico del día para leerlo en el camino, como siempre, usualmente él y Charlotte hablaban de trivialidades o si era necesario recordaban que si bien no había amor, tampoco odio en su relación y se convencían mutuamente de que habían tomado la decisión correcta al casarse, un tiempo atrás, Charlotte había pensado que eso era una esperanza de amor, pero con el tiempo se dio cuenta que más bien era un ritual para mantener la paz.

Pero esta vez era diferente, la boda parecía ya inminente y Charlotte no quería una relación a medias.

- Albert, necesitamos hablar.- comenzó Charlotte decidida.

Al hojeaba el periódico.

- Eso dijiste hace unos días.- recordó sin despegar la vista del papel.

Charlotte suspiró.

- Albert, es importante...- continuó la chica, poniendo con osadía la mano sobre el periódico para captar la atención del pelirrojo quien la miró con fastidio. -... ¿esto será nuestro matrimonio?, ignorándonos mutuamente, siendo pareja solo de ley...- Charlotte parecía frustrada, Al la oía, no la escuchaba.- ... Bert, no quiero ser un objeto, he visto como esas mujeres se vuelven un candelabro más...-

- Charlotte, eso no va a pasar, como Duquesa, tendrás tantas cosas por  hacer que olvidarás incluso que estoy ahí, créeme.- dijo Al dispuesto a volver a su lectura, pero eso no satisfacía a Charlotte.

- No me estás escuchando Albert, tú y yo no somos ni siquiera amigos, no hablamos, no estoy contigo, pero tampoco lejos de tí, voy a depender de alguien a quien no conozco y no tiene intenciones de conocerme, quiero que seas mi aliado, mi amigo, no quiero ser tu papel tapiz...- la indiferencia de Al comenzaba a molestar a Charlotte.- ... ¡no quiero ser tu madre!- exclamó la chica con frustración.

Una chispa de ira se encendió en la mirada del chico, por primera vez, Charlotte le veía una emoción en el rostro, y no era una placentera.

En un arrebato, Al la tomó de la muñeca separándola del periódico, la sostenía con fuerza, por un momento Charlotte tuvo miedo.

- Cállate... dijo entre dientes. -... no soy mi padre.- afirmó Al.

Charlotte se liberó del agarre de Al y se armó de fuerza con un suspiro.

- Pues si me lo preguntas a mí, te aseguro que cada día te pareces más a él.- dijo Charlotte desviando la mirada hacia el panorama dando por concluida la conversación.

Al se mordió la lengua, notó como sus manos temblaban, trató de concentrarse de nuevo en su lectura, pero las palabras no entraban por su mente, hasta que un rostro en una de las páginas lo llamó y sintió como su existencia entera se desmoronó.

La Dama del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora