Al se veía en el espejo del salón con gesto disgustado, preocupado, confundido, había notado desde un inicio que su desinterés había llevado a que esa fiesta fuera extravagante, casi una burla a su personalidad, ese era más un festejo al gusto de su hermana o su madre, incluso más acorde a Augusta.
Se sentía estúpido en ese traje de bufón de oro, alrededor suyo, sj madre y sus hermanas canturreando lo guapo que se veía, "pareces un príncipe de fantasía", "brillas como un sol".
- Pareces adorno de jardín- murmuró Alphonse con su traje inspirado en un tigre, pero mucho más sobrio que el de Al, mientras le ofrecía una copa de vino con un gesto asqueado como el de su hermano.
Al aceptó la bebida y la tomó como agua, con una sola mirada Phonsi notó lo mucho que su hermano deseaba que la noche terminara.
- Bailas tres piezas, con muchachas diferentes, saluda al grupo más grande de hombres que encuentres y luego te regresas a la casa por la cocina, nadie te buscará en un buen rato. - planeó Phonsi rápidamente, Al soltó una pequeña risa.
- Gracias, suena factible.- ambos hermanos rieron levemente.
- ¿Listo?, ya te llamarán.- indicó la Duquesa.
Pronto, la familia se acomodó, Albert al frente, con los duques detrás de él, seguidos por Adaline y luego por Alphonse con Agnes y Augusta, una en cada brazo.
Al escuchar la presentación, Albert salió, encandilado por las luces y aturdido por la gente, todo era tan brillante, le costaba fijar la vista en algún punto, no pido siquiera fingir una sonrisa, bajó a saludar a los invitados más próximos con su usual gesto de fastidio aunque con un intento de cortesía.
La Reina Penélope y su esposo estaban presentes, fueron los primeros en saludar, Penny no pudo evitar sonreír divertida al notar la incomodidad de su primo, le recordaba demasiado a su mejor amigo, quien por cierto, fue de los siguientes en saludar.
- Feliz cumpleaños Al... ¿estás bien?- Newt Crawford preguntó con ligera preocupación.
- Te ves pálido, querido.- Primrose señaló curiosa.
- Es peor de lo que imaginé, no veo la hora para desaparecerme de aquí.- se atrevió Al a decir entre dientes, Newt sonrió.
- Cuidado niño, a veces esos escapes terminan en lo que menos esperas.- dijo Newt con una media sonrisa mirando a su esposa quien soltó una única carcajada estruendosa sonrojándose.
- Intenta divertirte, Al.- concluyó Prim acomodando el cuello del traje de Albert, el chico le sonrió y asintió.
Más personas se acercaron a saludar y felicitar, la música volvió a sonar y las parejas que estaban en la pista volvieron a bailar, también se les unieron nuevas parejas, Al por su parte, se hizo a un lado, algunos jovenes se acercaron a hacerle plática, pero el chico era de pocas palabras y pronto los jovenes cesaron sus intentos.
Ada se encontró con Guideon y se quedó con él y otros amigos el resto de la noche, Agnes y Augui revoloteaban alrededor de su madre, su padre aprovechó para comenzar relaciones comerciales, Alphonse estaba en su elemento, sus vicios y escapadas nocturnas parecían haber sido entrenamiento para estos eventos.
El menor de los hermanos comenzó a socializar y conversar con varios jóvenes, era como miel para abejas, cualquiera que se topara con el despreocupado hijo de los Ascort quedaba atrapado en su conversación y su electrizante carisma.
Entre conversación Phonsi divisó a su hermano a lo lejos, como tratando de esconderse cerca de la mesa de bocadillos, aunque ninguno de los dos había debutado aún en sociedad, la soledad de Al le resultaba inaudita a Phonsi, y sobre todo, algo triste.
Aprovechó sus dotes sociales y eligió dos de las señoritas que muy atentas e impresionadas le escuchaban.
- Lady Marian, Lady... ¿Fairfax?, ¿cierto?- preguntó Phonsi a la chica pelinegra que al escuchar su nombre se sonrojó.
- Sí, milord- respondió tímidamente.
- ¿Les gustaría bailar conmigo y con mi hermano?- sugirió Phonsi, Lady Fairfax soltó un chillido emocionado y asintió gustosa tomando a Phonsi del brazo.
Lady Marian, por su parte, era una chica de cabello color caramelo, ojos avellana, quien ya conocía a Phonsi de unos tantos paseos por el parque y le conocía a la perfección sus vicios y manías, sonrió con complicidad, y lo tomó del otro brazo.
Los tres se acercaron a Albert quien jugueteaba con un pequeño tenedor para botanas.
- Al.- la voz de Phonsi lo sacó de su oscioso entretenimiento.
- Milord.- las chicas le hicieron una revetencia.
Al los miró con gesto interrogativo.
- Las damas desean bailar y es nuestro deber de caballeros consentirles.- indicó Phonsi con ligera picardía en su voz.
Los hermanos intercambiaron miradas unos segundos, sólo ellos se entendías en su íntima y muda discusión, en la que Al no quería exponerse en la pista de baile, y Phonsi practicamente lo obligaba, recordándole el plan perfecto que le sugirió en el salón.
Al final, el menor de los Ascort ganó la discusión, y con un suspiro derrotado, Al ofreció su mano a Lady Fairfax, quien estaba más cerca.
- ¿Me concedería esta pieza, señorita?- preguntó Al con voz ronca, Fairfax parecía no caber de la emoción, sin poder decir una sola palabra sonrió y tomó a Al de la mano, casi podían asegurar que Fairfax se vio como la Duquesa de Willinburg al sentir la mano de Albert.
Marian y Phonsi intercambiaron miradas victoriosas antes de seguirlos a la pista.
Los cuatro se unieron a la siguiente pieza que recién comenzaba, Al era igualmente diligente en todos sus estudios, por lo que su baile era perfecto, impecable, ligero, no tardaron mucho los invitados en darse cuenta de la presencia del festejado, algunos se acercaron para admirarlo y otras chicas se preparaban para que el futuro duque las sacara a ellas a bailar también.
Fairfax se sentía en un sueño y su cara lo demostraba, pronto todas las señoritas querían ser y sentirse como ella.
Cuando la pieza terminó, Marian no perdió la oportunidad, aprovechando su ventaja de ser cómplice de aquel quien convenció al chico de sacar sus dotes artísticos, se adelantó al resto y comenzó su propia pieza, Al continuó y con ella hizo su segundo baile.
"Sólo una más", pensó.
Mientras bailaba, buscó con la mirada a la siguiente con la que terminaría aquel martirio, su vista se posó en un vestido blanco inmaculado que se ondeaba a una cuantas parejas de distancia.
Algo de aquel vestido blanco le llamaba, y por alguna razón, se dispuso a que con ella terminaría sus bailes, cuando acabó la segunda pieza, se despidió de Marian y como si se tratara de una fuerza magnética, sus piernas avanzaron hacia la misteriosa tercera bailarina, alcanzó a ver su espesa cabellera oscura y parte de su piel morena, sintió que la piel se le erizaba y que se le iba la respiración, ¿pero porqué?
Estaba solo a unos pasos de descubrirlo.
ESTÁS LEYENDO
La Dama del Duque
RomanceFreda llegó a la nueva residencia del Duque Ascort decidida a ganarse la vida para ayudar a su familia, sin imaginar que su labor más complicada será lidiar con el hijo del Duque, Albert