Oferta

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El contacto de Laurie era delicado, respetuoso, no había una sola pizca de maldad en su presencia y su toque, a Freda le confundía, ¿como un hombre podía ser tan bello y tan bueno?, era como un ángel.

Freda lo analizaba con mirada fija, hasta que un dolor punzante y la mirada azul de Laurie le regresó a la realidad.

-¡Ouch!- se quejó Freda.

-¿Le ha dolido, señorita?- preguntó Laurie con voz celestial.

Freda abrió los labios para responder.

-¡Claro que le dolió!, ¿cómo no lo haría si le ha presionado el tobillo hinchado?- la grave y quejumbrosa voz de Albert se acercó, Freda lo vio posarse a su lado de un momento a otro en un par de zancadas, con los brazos cruzados sobre el pecho y un gesto más sombrío de lo usual.

Laurie esbozó una adorable sonrisa.

- Lo siento milord, tenía que hacerlo, así podía determinar la zona exacta de la lesión y su gravedad, afortunadamente, parece solo ser una torcedura, no siento ningún hueso roto.- explicó Laurie aún tanteando el tobillo de Freda dirigiéndole una sonrisa amable a la chica.

-¡Oh, mis disculpas!, si es usted un doctor, ¡una eminencia!, siendo usted tan joven.- dijo Al, Freda petrificó su gesto de confusión y Ada miró a su hermano con ceño fruncido, ambas al percatarse del tono sarcástico de Albert.

Laurie rió con gracia mientras ayudaba a Freda a colocarse la calceta y el zapato.

-¡No, no!, claro que no milord, conozco las lesiones dado mi habitual pasatiempo de cabalgar, una torcedura es una vieja conocida entre jinetes, pero doctor, entre mis deberes administrativos como varón de mi familia, esa profesión no me es una opción, por más que me gustase y tenga aptitud.- contó Laurie.

-Gusto y aptitud, ¡tanto como las mías de ser bufón!- continuó Al con evidente hostilidad, sarcasmo y una amplia sonrisa que a Freda le causó escalofríos, la chica se apresuró a abrocharse el zapato.

Laurie alzó las cejas.

-Un noble oficio para un noble con tan... peculiares rasgos.- respondió Laurie con fingida animosidad enfatizando la palabra "peculiares" acompañándola de un ademán que señalaba el rostro de Al que comenzaba a enrojecerse con evidente enojo.

El pelirrojo se apresuró a responder, pero Freda fue mas rápida en interponerse, con tanta elegancia escondió la incomodidad de su pie hinchado y miró a Laurie con dulce armonía.

-Milord ha sido muy amable al atender mi lesión y me apena mucho haber causado todo este alboroto, aprecio su consideración y en reparación al daño del vestido de mi Señora, me ofrezco a pagarle uno nuevo.- dijo Freda con tanta fluidez como cualquier señorita de alta cuna, la mujer arqueó las cejas sorprendida, mirando de pies a cabeza a la chica como si se tratara de algún nuevo descubrimiento, Al se quedó con su respuesta quemando su garganta y discretamente ofreció su brazo a Freda como apoyo, Freda no dudó en aceptarlo ante la repentina mirada molesta de Laurie.

-Como amo y responsable de los actos de mi gente, yo pagaré esa deuda, por favor mi Señora, dígame el monto y haré que lo reciba este mismo día.- dijo Al.

La Condesa esbozó una pícara sonrisa.

-No necesito más dinero, yo misma puedo pagar la reparación de este vestido y comprar cientos más...- comenzó la mujer con cierto aire altivo.-... pero soy vieja, y si una deuda se ha de pagar, prefiero que sea en obra.- dijo la mujer

Los Ascort y Freda se miraron confundidos, Laurie tambien dirigió una mirada de curiosidad a su tía, pero Guideon, quien tenía una mente más ágil y aguda se veía venir la oferta de la mujer.

La Condesa, al verlos confundidos sintió una grata satisfacción.

-Lo que le pido, mi joven lord, es que me preste a su dama, necesito ayuda de jóvenes como ella, que trabaje para mí, un día de la semana, yo pagaré su salario si es necesario, así pueden pagar su ofensa.- dijo la mujer, Al quedó boquiabierto y miró a Freda con incredulidad, Freda no sabía qué decir, ¿qué clase de oferta era esa?...

...pero si así se libraba de ese vergonzoso incidente...

-Acepto, mi Señora.- dijo Freda con firmeza.

La Condesa sonrió.

-Te esperó entonces mañana, en la mansión Kilkenny, ¿cuál es su nombre Señorita?- preguntó la Condesa.

-Freda, Freda Mason, mi Señora.-

-Un placer Freda, Condesa Beatriz Kilkenny, no llegues tarde, puntual a las 8, mi mayordomo Johan te recibirá en la entrada, hasta pronto.- la Condesa se despidió triunfante, dejando a los Ascort enmudecidos, Laurie vaciló un momento antes de seguir a su tía haciendo una torpe reverencia, claramente, la resolución de la anciana le resultó igual de impactante que a los pelirrojos.

-¿Qué acaba de pasar?- preguntó Ada anonadada.

Guideon soltó una risa divertida.

-La Condesa de Byrne, Beatriz Kilkenny, una vieja cascarrabias, ella misma elige a sus acompañantes y sirvientes, dicen que la mansión tiene muy pocos trabajadores porque la mujer odia el bullicio, por eso casi nunca va a los eventos sociales, de ahí que milady y su familia no la conocieran.- explicó Guideon.

-¡Es una bruja!- se alarmó Ada, Guideo rió con más ganas.

-¡Más una ermitaña!, desde la muerte de su nuera sin descendencia y la decisión de su hijo por viajar para lidiar con su duelo se encerró en su casa, de eso ya hace más de 10 años, curioso, no se le conocía mayor familia.- continuó Guideon, eso a Al le llamó la atención, al igual de a Freda, quien se mantuvo expectante.

-¿Entonces, no sabes nada del joven que le acompaña?- preguntó Al, Guideon negó con la cabeza.

-Primera vez que le veo, y seguro primera vez que él viene por estos rumbos, sino no se hubiese atrevido a hablar de sus rasgos, siendo su sangre y aspecto la misma que la de Su Majestad, la Reina.- sonrió Guideon tratando de aminorar la clara hostilidad de Al hacia Laurie.

Al torció el gesto, Freda lo miró con el rabillo del ojo, claramente estaba menos enojado, tal vez, ahora más avergonzado.

- Por su propio bien, esperemos ese sea el caso...- dijo Al, después miro a Freda y recordó su lesión.- ...por ahora mi querida hermana y yo debemos volver, gracias Sander, por la compañía y la información.- se despidió Al.

-Buena tarde, joven Albert, milady, Señorita, descanse de esa lesión.- se despidió Guideon con especial atención a Ada, a la pelirroja no le era indiferente y sus pecosas mejillas se sonrojaron con una sonrisa, Al no le prestó atención pues sin esconderlo, se concentró en el cuidado de Freda durante todo el camino a la mansión.

La Dama del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora