Entretenimiento

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- ¿Duermes con la sirvienta o solo te gusta?- la pregunta de Alphonse generó un zumbido en la cabeza de Al, o tal vez fue el trago de té que le quemó la lengua y garganta, como fuera, Al enmudeció un par de segundos y su mente dejó de funcionar correctamente, se dejó guiar por su instinto de supervivencia.

- ¡¿La Sirvienta, Maria?!- exclamó con un gesto de desagrado ligeramente exagerado.

- Freda.- corrigió Phonsi con fastidio.

- Ni la una, ni la otra.- Al fingió enfocarse en su libro contable, pero Phonsi era experto en mentiras y romances.

El menor de los hermanos se plantó en su lugar sintiendo algo de pena por su hermano.

- Que extraño, a mí me pareció más la segunda, por que la primera lo haría más yo...- Phonsi trató de ocultar su sonrisa traviesa.- ... es más, debería hacer yo la primera, Freda es muy bella... sí, eso haré.- sentenció Phonsi.

- ¡No!- rugió Al cerrando el libro con un azote y mirada amenazante.

Phonsi sonrió.

- Entonces sí te gusta.- afirmó Phonsi, Al puso los ojos en blanco.

- No Alphonse, no me gusta Freda, es sólo una distracción, mira...- Al levantó lo expedientes que sus padres habían armado con todas las candidatas a futura esposa.- ... una de ellas será la futura Duquesa Ascort, todas bonitas, todas perfectas y de buena familia, por supuesto que la sirvienta no es ni será nada más que un entretenimiento, como los que muchos de los hombres en nuestra posición tienen.- sentenció Albert con amargura.

Detrás de la puerta, Freda quedó paralizada, sintió como si la hubiesen arrollado con un carruaje y cien caballos.

"Una distracción... un entretenimiento"

Eso era para Albert, si sonrisa, si cercanía, su mirada violeta suplicándole una palabra, no eran más que un juego de un noble aburrido.

No quiso escuchar más, con piernas temblorosas y un grito de rabia atorado en la garganta se alejó de esa puerta buscando esconderse de nuevo en la cocina.

Pero eso no se iba a quedar así, de eso estaba segura, le mostraría lo que una "sirvienta" era capaz.

De regreso en el estudio de Albert, Phonsi escuchó a su hermano con pena, su voz era amarga, sus palabras firmes, pero su mirada era triste y su gesto siempre neutro estaba destruido, frágil.

- Si eso le dirás a padre cuando te lo cuestione más te vale no verlo a la cara, o convencerte de lo que estás diciendo, porque si no, padre te desheredará en ese momento y los echará a ambos de aquí...- dijo Phonsi, repentinamente pareció que una idea le venía a la mente.- ... o tal vez eso está bien, ¡sí!, si tú no eres Duque, te puedes casar con Freda.- repuso Phonsi con un gesto de orgullo, Al lo miró de pies a cabeza con un suspiro.

- ¿Y tú tomarías el ducado?...- Phonsi frunció el ceño ante el tono sombrío y burlón de Al.- ... y más importante aún, ¿de qué viviríamos?, padre me echará sin nada, se encargará de enterrarme tan bajo en la sociedad que nunca encontraré un trabajo decente, ¿regresar con Freda al lugar de donde vino?, ahora siendo dos desempleados en la pobreza.-

Al se volteó con su taza de té clavando su mirada en la ventana, se recargó en su escritorio con un suspiro resignado, Phonsi se acercó con sus manos en las bolsas del pantalón, su hermano siempre había sido el más inteligente de los dos, el más capaz, el más resistente a los ataques de padre, Phonsi miró a su alrededor, la luz de la tarde creaba una larga sombra de Al, una larga sombra que cubría a Phonsi.

El chico rió en silencio, esa sombra era tanto visible como metafórica, le recordó que, ciertamente, nunca sería un digno reemplazo de Albert, siempre sería el hijo problemático, él rompía cosas y Al las arreglaba, por tanto tiempo había sido de ese modo que por primera vez, la impotencia de no saber cómo retribuirle lo abrumaba.

- Freda vino a esta casa para mejorar su situación, yo soy lo peor que le puede pasar, y como dicen, "si amas algo, déjalo ir"- concluyó Al con triste resignación.

Phonsi sabía que era su turno para decir algo que combatiera la conclusión de Al, pero con el pesar de esa incompetencia recién descubierta se quedó callado, y miró las imagenes de las mujeres que pretendían el puesto de Futura Duquesa, y aunque todas eran hermosas, a él le parecieron manchas grises en el papel, supuso que eso era la empatía.

Los Duques reunieron a sus sirvientes y sus hijos en cuanto llegaron, no se sentaron pues el anuncio era rápido.

Freda se formó con sus compañeras, pero emitía un aire distinto, orgulloso, altivo, únicamente percibido por Al, quien disimuladamente la siguió con la mirada hasta ambos encontrarse, los ojos oscuros de Freda barrieron al chico con fiera hostilidad, Al lo sintió como una clase de ataque directo.

- Muy bien, seré rápido...- comenzó el Duque. -... en un mes será la celebración del cumpleaños número 18 de mi hijo Albert, ese día todos ustedes tendrán el día libre, se contrataron sirvientes especiales para la fiesta, el único que debe estar aquí es Beckham, ¿entendido?- informó el Duque.

La servidumbre hizo una reverencia y en silencio se marcharon, Freda no volvió a mirar a Al, el chico no pudo con la ansiedad durante el resto del día activo, ni siquiera pudo quedarse dormido, y en su lugar, se puso de pie y bajó a la cocina como no lo había hecho en mucho tiempo.

Se paseó como animal enjaulado alrededor de la mesa, inseguro tomó una cuchara de té y empezó a dar golpecitos a una taza cerca de una pared, que si su memoria no fallaba, era la pared del cuarto de Freda, el sonido tintineante hacía eco tenue, esperó que fuera suficiente.

Por varios minutos siguió con el ya fastidioso ruido hasta que una figura se formó en la puerta de la cocina.

Al levantó su vela hacia la persona, como esperaba, era Freda, con gesto amenazante, los brazos cruzados sobre el pecho y su larga y abundante cabellera cayendo sobre sus hombros.

Al se acercó, pero Freda dio unos pasos para alejarse.

- ¿Qué busca?- preguntó la chica con voz ruda.

- Quiero que hablemos.- se atrevió a decir el chico.

Freda soltó una risa burlona en voz baja.

- ¿Hablar?, ¿el joven amo necesita "entretenimiento" de su sirvienta?, ¿qué clase de truco quiere el Duque de su dama?- cuestionó Freda, Al frunció el ceño.

- ¿Qué?-

- Como escucha, hombres nobles como usted solo buscan distracciones de mujeres como yo, ¿no es así?... pues le diré, no más, se acabó, no vuelva a llamar, que no le haré caso, y si quiere echarme, hágalo, prefiero morir en la miseria que ser el juguete de un sujeto como usted... con su permiso, "milord"- Freda salió con desición de la cocina, dejando a Al sin palabras, atónito, en el centro de la oscuridad.

La Dama del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora