Terrible e inconveniente

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Freda aún refunfuñaba en voz baja, por más que quisiera olvidarlo, no se podía quitar de la cabeza la odiosa mirada púrpura de aquel demonio pelirrojo.

Sin darse cuenta, llegó a la casa de Celia quien ya la esperaba con gesto curioso, sabía que había llegado un poco tarde y que sin duda, la chismosa mujer la cuestionaría, y ella, con ese mal humor que cargaba, definitivamente le contaría.

- La pequeña sobrina de Maria llegó- saludó Celia en tono de burla, Freda resopló en un intento de risa.

- Y por poco ni siquiera llego.- confesó la chica.

- ¿Y eso por qué?- preguntó Celia quien ya dstaba lista para escucharlo todo.

Freda se sentó frente a la barra, Celia sirvió té para ambas y acercó unos pastelillos, escuchó toda la ajetreada mañana de la chica hasta la confusión del té.

- ¡Pero si sólo fue un error de té!- exclamó Celia fastidiada al igual que Freda.

- ¡Lo sé!-

- Nunca terminé de entender la devoción y cariño de Maria por esos niños, por ese niño principalmente, Maria lo adoraba.- recordó Celia, Freda hizo una mueca de desconcierto.

- ¿Por qué?, es odioso.- se atrevió a decir la muchacha, Celia soltó una risotada.

- Para Maria era familia supongo, yo la conocí cuando recién llegaron a la Capital, pero por lo que me contó, entre los múltiples talentos de Maria, estaba la enfermería, hizo de partera de ese niño, según me contó, el futuro Duque nació en terribles e inconvenientes condiciones.- comenzó Celia, Freda se acomodó, como suelen decir, siempre hay roto para un descocido, y en Freda, Celia había encontrado una heredera para su título de reina del chisme.

- ¿Cómo?, ¿nació en el infierno? Porque de ahí parece haber salido.- se burló Freda, Celia rió con ella.

- Pues no soy nadie para contarlo, pero Maria me confesó, que cuando el niño Albert nació, sus padres, los Duques, estaban pasando un mal rato, la Duquesa Lynette no tiene muy buena reputación... digamos que, tenía varios pretendientes y ella no rechazaba a ninguno, aún después de casada, decían que algunos de esos pretendientes visitaban el ducado cuando su marido no estaba...- Celia contaba casi en un susurro mientras Freda escuchaba atenta.- ... los rumores estaban en el punto más alto cuando la Duquesa informó estar esperando un segundo hijo, y se tornó todo más sospechoso cuando el mismo Duque llegó a ver a cierto Lord y a uno de sus propios hermanos en su casa, en diferentes ocasiones cuando él volvía de viajes...-

- Hasta en las mejores familias.- comentó Freda dandonun sorbo a su té.

- No, y lo peor viene cuando el Duque se enoja por ese embarazo, Maria dijo que trató de tranquilizarlo y convencerlo de que la Duquesa no había hecho nada malo, pero que no funcionó y aún así el Duque envió a su esposa a una casa fuera del ducado durante todo su embarazo porque no quería verla, ni a ella ni al bebé, y ya conociste a Maria, no se quedó quieta y se fue con la Duquesa, la negligencia del Duque llegó al punto de cuando la Duquesa empezó labor de parto, no se envió a ningún médico a aquella casucha, sólo eran ella y Maria, así que Maria trajo al mundo a ese segundo hijo.- relató Celia.

- Y cual duda de paternidad ¿no?, si Albert Ascort es una copia de su padre como todos los otros niños.- señaló Freda, pero Celia hizo una mueca de duda.

- Pues en realidad, todos los Ascort se parecen, y uno de los de los hermanos menores del Duque fue uno de los supuestos amantes de la Duquesa, Maria me contó que, de todos los niños Ascort, es el segundo al que el Duque le tiene más dudas, no me sorprendería enterarme que el Duque trata al duquesito igual que él los trata a ustedes.- Celia se encogió de hombros, ambas guardaron silencio y le dieron un sorbo a su té como dando por terminada su sesión de cotilleo.

La Dama del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora