Donde siempre tuvo que haber estado

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Al entró apresurado, maldiciendo entre dientes la sensación de suciedad en su ropa, él iba subiendo, Phonsi bajando, el menor de los hermanos lo miró de pies a cabeza.

- ¿Puedo no preguntar qué pasó?, o ¿es indispensable que lo sepa? – preguntó Phonsi.

Al le dirigió una mirada colérica, Auguie estaba bajando también las escaleras.

- La cena de los Gastrell era con la pareja feliz Kilkenny. – dijo como si las palabras le estuvieran estrujando la garganta.

- ¿Freda? – preguntó Phonsi asombrado, algo aterrado.

- Y el imbécil de Shaw. –

- A mí me agrada Laurie. – interrumpió la chica más con el afán de molestar a su ya enfurecido hermano mayor.

- Silencio, Augusta. - gruño Al, la chica tan solo sacó la legua y siguió su camino.

- Deberías cambiarte de ropa. – señaló Phonsi principalmente para mantener en privado su conversación, demasiado peligroso era ya que él supiera sus verdaderos sentimientos, no querías ahora a sus hermanas involucradas.

Apelando a su buen juicio, Al asintió y ambos se encaminaron a la habitación de Al donde rápidamente el chico se cambió de ropa.

- Dudo que Charlotte haya organizado esa reunión con un propósito oscuro, no fue nada personal, seguro ella solo quiere dar la bienvenida a los Kilkenny. – comenzó Phonsi.

- Seguro que sí. – Al musitó.

- Eres tú el que me preocupa haya hecho algún desliz. –

- No lo hice. –

- ¿Seguro? –

Al pensó un momento y recordó la casi caída.

- ¿Qué has hecho? – reprochó Phonsi.

- Nada, Freda casi cae del carruaje y resultó que yo estaba más cerca y lo impedí, es algo que haría cualquier caballero, ¿no? –

- ¿Así te llenaste la pierna de estiércol? –

- No es estiércol, es lodo, y no, no fue así, esto fue después. –

- Eso no huele a lodo. –

- ¿Qué voy a hacer? – suspiró Al.

- Tirar ese pantalón, y los zapatos, y las calcetas. –

- Con Freda. – aclaró Al.

Phonsi frunció el ceño, como si la respuesta fuera obvia.

- Nada, no harás nada, tú estás comprometido, ella también, no hay nada que hacer. –

Al escuchó con gesto resignado.

- Supongo que tienes razón. –

- No puedo creer que sea yo quien te esté sirviendo de consciencia, no me hagas ser racional, no es mi deber. – dijo Phonsi en un ligero tono de burla para aligerar el peso de las decisiones y para él mismo negar su creciente madurez.

Un sirviente entró tímido con una cara en la mano.

- Joven Alphonse, es para usted. – anunció, entregando el papel y evitando cruzar miradas con Albert.

Phonsi abrió la carta y con el gesto más imparcial leyó el remitente mientras el sirviente tomaba la ropa sucia de Al y salía de la habitación.

- ¿Es Marian? – preguntó Al.

Phonsi asintió.

- Es Marian. –

- Ten cuidado. – dijo Al sin mucho ánimo.

- Yo siempre, tú, ten cuidado, nos vemos más tarde. – se despidió Phonsi dejando a Al tumbado sobre su cama, aún aturdido, pero al menos, sin lodo.

Phonsi había mentido, la carta estaba firmada por dos letras que no eran las iniciales de Marian.

CG.

“Necesito hablar de manera urgente contigo sobre tu hermano. CG.”

De nuevo, Auguie lo vio salir de dos zancadas mientras volvía a subir las escaleras con un té para Al, porque, si bien le gustaba desquiciarlo, no le gustaba verlo tan ansioso como había llegado esa noche.

- ¿Te vas? – preguntó la chica.

- No es de tu incumbencia. –

Auguie lo vio marcharse, unos momentos antes había visto al sirviente subir, y ahora su hermano se marchaba, la nota era para él, aún sostenía con fuerza la carta en su mano, una carta en una hoja peculiar.

Sin decir más, continuó su camino.

Como la dulce hermana menor, tocó la puerta antes de entrar.

- Hola, Zanahoria, te vi muy nervioso hace rato así que te traje un té. –

Al miró con cierta sospecha a la chica.

- ¿Te metiste en problemas o algo? –

- No, nada, es en serio, sonso, tómalo antes de que me arrepienta. –

Al tomó el té con recelo.

- ¿A dónde fue Phonsi?, creí que se quedaría contigo en tu lamento. – comentó Auguie sentándose a lado de Al.

- No es de tu incumbencia. –

- ¿Así como no me incumbe que Freda haya regresado y ahora sea una princesa? –

- Condesa, a lo mucho, y sí, lo mejor es que no te involucres. – insistió Al.

Pero Auguie no se daba por vencida, se acomodó en su lugar, Al supo que la chica no se iría pronto.

- ¿Se fue con su novia de siempre? – preguntó Auguie con la imagen de ese papel texturizado.

- Marian no es su novia… pero sí. –

La mente intuitiva, fantasiosa de Auguie maquinó rápidamente, Phonsi había recibido notas de su no novia antes, pero ninguna en un papel tan exclusivo, y definitivamente Marian Lincoln no era alguien que pudiera o quisiera tener algo tan elegante como un diario de Liang, por lo que su mente divagó, Phonsi había mentido, no se encontraría con Marian, había alguien más.

- ¿Sabes qué sería triste y gracioso a la vez? – comenzó la chica.

Al se debatió un momento en si seguirle el juego o no.

- ¿Qué? –

- Que todos estén con la pareja equivocada… tú, Charlotte, Freda, Laurie Shaw, Phonsi, Marian Lincoln. – divagó Auguie.

Al frunció el ceño.

- Lees demasiados dramas, al contrario, todo está dónde siempre tuvo que haber estado. – aseguró Al.

Auguie arqueó las cejas con una mueca.

- En este momento no te veo como “siempre tuviste que haber estado”. – concluyó Auguie, Al no tuvo fuerzas para argumentar, la chica salió de su habitación con un nuevo objetivo, ¿cuántas chicas de Ilenis tenían un diario de Liang aparte de ella misma, y la que impuso la moda, Charlotte Gastrell?

Phonsi se apresuró a desaparecen entre la noche, esquivando sirvientes y guardias de la casa, estaba seguro que sus hermanos lo encubrirían, mientras no lo viera nadie más, estaba a salvo.

Llegó al fin al punto de encuentro, la misma plaza del quiosco de la última vez, en esta ocasión, su cita estaba encapuchada esperándolo.

- Tiene que dejar de citarme, milady. – saludó Phonsi.

- Y aun así, siempre vienes. – respondió Charlotte quitándose la capucha.

La Dama del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora