Ese día en especial, era sumamente importante en la vida de Freda, quien se encontraba nerviosa jugueteando con hojas de la enredadera de uno de los kioskos del jardín Kilkenny.
Con la mirada perdida esperaba que los minutos pasaran rápido, incrédula, dudosa.
Los últimos dos años trabajó en sí misma para superar los amores de su adolescencia y aceptar su naciente rol de heredera y mujer de sociedad, muchas cosas cambiaron, tan naturalmente que no lo notaron hasta que todos estaban inmersos en su nuevo papel, el Conde y Loulou cada vez más se escondían en rincones de la casa en los momentos en que nadie los veía, algunos rumores comenzaron a salir de entre los sirvientes que pronto llegaron a la Condesa Beatriz y a Freda, pero ambas, por sus propia razones, decidieron ignorar.
Por su parte, Laurie aprovechó el permiso de los Kilkenny para visitar a Freda y estar presente para la chica, preparando el momento para lo que había ocurrido esa misma mañana después del desayuno.
Laurie le pidió una caminata por el jardín, movimiento usual para los chicos, cada visita de Laurie, despies del desayuno, paseaban por los jardines para ponerse al tanto de lo que había ocurrido en sus vidas, esta ocasión no fue la excepción, conversaron de los familiares de él, de cómo buscaban matrimonios para primos de Laurie que fueran beneficiosos, con la esperanza de enriquecerse en caso de no tener la herencia de Beatriz, situación que cada vez parecía más lejana.
Hablando del tema, Laurie aprovechó para abrir otras ramas de la conversación.
- He sido muy claro e insistente con mi familia de que, aún si tuviese la oportunidad, no buscaría ser el heredero del Conde, les he presentado incluso los medios y leyes que podrían respaldar esa decisión.- comentó Laurie con voz suave, Freda asintió conmovida por la honestidad y la lealtad de su amigo, el mejor aliado que pudo encontrar.
- Eso es muy noble, Laurie, estoy segura de que el Conde apreciará ese gesto y no dudará en apoyarte en lo que sea que decidas hacer de tu vida.- dijo Freda optimista.
Laurie se detuvo con un suspiro, ahora, su nerviosismo era evidente hasta para Freda.
- ¿Qué ocurre?- preguntó la chica.
Laurie parecía debatirse entre si hablar ahora o no, al final, alzó la mirada, decidido.
- Lo único que deseo en mi vida está frente a mí...- se atrevió a decir, Freda sintió un vacío en el estómago, parte de ella parecía saber que en algún momento algo así ocurriría.
La chica entreabrió los labiosbpara decir algo, pero Laurie continuó.
- Freda, llevamos mucho tiempo de conocernos, desde antes de que vistieras con esas sedas costosas, y desde entonces haces latir mi corazón, no puedo, ni quiero imaginarme a lado de nadie más, te conozco como nadie, y sé que si sientes el más mínimo atisbo de cariño hacia mí, me darás la oportunidad, porque confías en mí tanto como yo te amo a tí.- dijo el chico con voz temblorosa.
Freda sintió un zumbido en su cabeza y el corazón en la garganta, de inmediato su mente volvió a Isveria, a aquellos ojos púrpuras, aquel cabello rojizo que brillaba con el Sol, y por un momento sintió en las puntas de sus dedos la sensación de rozar su piel y cada una de las pecas de su rostro.
Pero el trabajo de estos años había rendido frutos, y su lado racional la convenció de que ningún hombre aceptaría la realidad de su linaje si lo descubriera, nadie más que Laurie, y con esa caricia fantasma, se despidió de su mayor obstáculo, esperando, al fin, enterrar su recuerdo.
Casi mecánicamente, Freda asintió con una media sonrisa, Laurie, por su parte, esbozó la sonrisa más amplia y brillante que jamás había podido, se acercó tratando de ocultar su efusividad y con manos temblorosas acarició los mechones azabache del cabello de Freda y, aún vacilante, plantó un tímido pero sincero beso en los labios de la chica, Freda lo aceptó con ligera frialdad, un pequeño dolor pinchó el corazón de Laurie, en el fondo sabía que tenía el cariño de la chica mas no el ferviente amor que él sentía por ella.
- Iré a hablar con el Conde y con Lady Lourdes.- afirmó Laurie con algo de resignación.
Freda asintió.
- Los alcanzo en unos momentos.- aseguró Freda decidida a digerir en soledad la decisión que acababa de tomar.
Freda demoró casi una hora en regresar a la casa y su paso de regreso fue lento, casi desganado, pero al fin, llegó, convencida de que en su condición, esa era la mejor opción.
Al entrar, los Condes y su madre ya la esperaban con sorpresa y algo de alegría, los Kilkenny aún dudaban un poco de lo que podían hacer los Shaw con ese matrimonio, pero seguramente Laurie había presentado aquellas pruebas que le había mencionado para asegurarse de él no tomar partido de la herencia.
Loulou fue la primera en acercarse a abrazar a su hija.
- Oh Freda, Laurie ya nos contó, el Conde aceptó su propuesta.- dijo Loulou mirando a su hija, pero su sonrisa se volvió sombría al ver cierta sombra en la mirada de Freda.
Loulou la decifró de inmediato.
- Estamos muy felices por la noticia... si este matrimonio te hace feliz.- concluyó Loulou hablando entre líneas con su hija al verla no tan convencida.
Pero Freda amplió su sonrisa tanto como pudo, Loulou lo entendió.
- Estoy muy feliz, mamá.- aseguró Freda, ambas se dieron un abrazo.
- Freda, linda, estaba hablando con los Condes y Lady Lourdes sobre una fecha para la boda, ¿qué te parece en seis meses?- preguntó Laurie acercándose para tomar a Freda de la cintura y ofrecerle una copa de vino para brindar por el conpromiso.
- Yo le decía al joven Shaw que lo ideal sería realizarla en la capilla de Kilkenny en Ilenis, todos los Kilkenny se han casado ahí, es tradición.- comentó la Condesa Beatriz, pero Laurie miró con el rabillo del ojo y con cabeza gacha a Freda, algo preocupado.
- Yo trato de convencer a la Condesa de que casarnos en Saemforg es la mejor opción, ¿no es así?- cuestionó Laurie, creyendo esa la mejor manera de evitar disgustos y malos encuentros en Ilenis.
Freda tomó aire, armandose de valor, aquel fantasma debía dejar de tener poder sobre su vida, miró a Laurie con una sonrisa amable.
- Creo que seguir la tradición Kilkenny es indispensable para mejorar y apoyar la decisión de la herencia de la familia.- concluyó Freda.
La Condesa soltó una risilla de victoria leve.
- Entonces está decidido, volvemos a a Ilenis para organizar la boda.-
Dicho eso, la familia dedicó la tarde entera comenzando los planes y la larga lista de posibles invitados.
**NOTA: El peor bloqueo en todos estos años :c creo que al fin se está superando, se siente bien poder al fin volver, perdón 💖**
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La Dama del Duque
RomanceFreda llegó a la nueva residencia del Duque Ascort decidida a ganarse la vida para ayudar a su familia, sin imaginar que su labor más complicada será lidiar con el hijo del Duque, Albert