Capítulo Veintidós - Nos vemos mañana.

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No tenía idea de la hora, ya había perdido la noción del tiempo, pero las camionetas ya se habían ido y el color azul claro del cielo indicaba que el amanecer no tardaría mucho en llegar. 

- Creo que tendría que irme. - Susurró Harry en mi oído antes de levantarse del sillón y acomodarse la camisa que estaba completamente desarreglada debido a las horas que habíamos pasado recostados tanto en el piso como en el pequeño sofá.

- ¿Ya? - Pregunté mostrando el poco entusiasmo que me provocaba lo que había dicho. No quería que se vaya, era una de las noches más lindas que había tenido nunca y saber que ya estaba por terminarse no me ponía del mejor humor.

- Sí, perdón, me encantaría quedarme pero no puedo. - Dijo y me dí cuenta que lo decía en serio. -   Además, si no me voy ahora tus padres pueden llegar a verme.  

Apoyó su brazo izquierdo en el brazo del silón y otro en el respaldo, dejándome encerrada entre sus brazos para darme un pequeño beso en los labios.

Ese había sido uno de los pocos besos que nos habíamos dado esa noche, tal vez eso era una de las cosas que más me gustaban, él parecía de verdad disfrutar hablar conmigo. Reírse conmigo, contarme cosas sobre él y escuchar cosas sobre mí.  Eso era algo muy raro para mí, no soy de esas personas que hacen amigos fácilmente, me cuesta mucho mostrarme cómoda con alguien, como si construyera un muro invisible entre aquella persona y yo. Pero Harry había derribado esos muros ni bien me conoció, ese día en el ascensor.

- ¿Vas a dormir hasta tarde? - Preguntó de repente, haciéndome reír por lo extraña que era su pregunta.

- Es lo más probable, deben ser como las cinco de la mañana. - Contesté con una sonrisa. - ¿Por qué?

- Porque quiero verte mañana. 

Sonreí ampliamente y le dí otro pequeño beso.

- Con mucho gusto.

Él se levantó, agarrando su abrigo que había dejado sobre mi cama y pasándoselo por sus brazos.  Se acercó a la ventana y miró hacia abajo, caminé hacia su lado y lo imité. Todavía estaba el cesto de basura acomodado junto a la pared, pero había una distancia importante que atravesar para llegar hasta él. 

- Vuelvo a sentirme como un delincuente. - Dijo mirándome con una sonrisa.

Me reí y como acto reflejo, lo tomé del brazo mientras él se inclinaba para mirar de nuevo por la ventana.  

- No vas a saltar... ¿O sí?

- No hay otra forma de bajar... - Dijo mirándome a los ojos, acomodándose para estar perfectamente en frente de mí. - Tranquila, salté de lugares peores.

Suspiré tratando de alejar la preocupación. Él pasó su mano por mi cintura, acercándome hacia su cuerpo y posó sus labios sobre los míos, besándome suave y lentamente. Fue un beso largo, de esos en los que tenés que alejarte para respirar. Cuando sus labios se apartaron de los míos se dirigieron a mi cuello.

- Te voy a extrañar. - Me susurró tan cerca de mi oído que un escalofrío me recorrió la espalda. 

- Yo también. - Susurré antes de que él se apartara para pasar sus piernas a través de la ventana y caer perfectamente de pié sobre el cesto.

- Wow. - Dije para mí misma cuando lo ví aterrizar sin ningún problema. Saltó hacia el suelo y corrió el cesto para que estuviera en su lugar original, con las bolsas encima.

Después se acercó más a la pared de nuevo y habló, ni muy alto como para que toda la casa lo escuche ni muy bajo como para que su voz no alcance el lugar en donde yo me encontraba.

- ¿Nos vemos mañana entonces? - Preguntó con una sonrisa. La luz de la madrugada hacía que sus ojos se vean especialmente verdes.

- Nos vemos mañana. - Dije en el mismo tono de voz, con seguridad en mis palabras.

Harry me guiñó un ojo y se alejó caminando hacia el lugar en donde había estacionado su auto, dejándome a mí soñando con él las pocas horas que quedaban para dormir.  

Lost in your eyes. (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora