Capítulo Ochenta {Final} - Rosas blancas.

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Doce años más tarde.

Miro por detrás del gigantesco telón bordó que tengo delante mío. La gente se va acomodando en sus asientos de manera tímida, tal vez conscientes de que desde todos lados varias personas los observan, ansiosos por ver sus reacciones ante los sucesos del espectáculo que se desarrollará ante sus ojos. Las personas siguen ocupando cada asiento del gran teatro que me espera como si me quisiera abrazar y hacerme sentir parte de esa estructura imponente de butacas y palcos. Miro el reloj. Son las diez y veintitrés de la noche. Faltan siete minutos para salir a escena. Mi respiración se agita y puedo sentir mis latidos dentro de mi pecho. Es increíble la manera en que, después de tantos años de ser parte del escenario, de sentirlo bajo mis pies, de ver las bambalinas a mis costados y los espectadores con los ojos clavados en mí, continúe poniéndome tan nerviosa al acercarse la hora del show. 

Recuerdo la primera vez que salí a escena, doce años atrás. Había ganado el papel principal de una obra que sería un éxito en toda Inglaterra, y que tal vez repercutiría en el mundo... tenía tanto miedo. Los temblores y golpeteos me torturaban el doble de lo que lo hacen hoy en día. Pero al pisar el escenario, al ser descubierta por cientos de ojos expectantes delante mío, el miedo se fue. Y los únicos ojos que pude ver fueron unos de color verde esmeralda, que hacia el final del espectáculo se llenaron de lágrimas. Los mismos ojos que me habían permitido ser parte de ese gran show, los mismos ojos que me habían acompañado a mostrarme por primera vez ante quienes me aceptaron para que sea parte de este mundo espectacular: el mundo del teatro, el mundo al que pertenezco. 

Los mismos ojos que me acompañan esta noche. Los distingo entre la gente, en la primera fila, como siempre. Como esa primera vez que salí a escena... pero esta vez, otros ojos me miran a su lado. Del mismo verde intenso, pero mezclado con otro color... el color de mis propios ojos. 

Los miro a ambos y les dedico una sonrisa, aunque no me pueden ver. Me dirijo detrás de bambalina y al levantarse el telón, salgo a escena, convertida en otra persona. Convertida en alguien que no soy yo  pero que posee mi cuerpo. Convertida en alguien que maneja mi voz y mis sentidos, y que se muestra ante el público como un alma única que ocupa mi persona. Y ese alma se va al apagarse las luces y bajarse el telón. Actuar, así como cantar y bailar, es algo que se apodera de mí. El personaje me toma por completo, haciéndome decir lo que se supone que tiene que decir. Pero lo más importante, la clave de una buena actuación, la clave de una actuación con el corazón: el personaje me hace sentir lo que se supone que tiene que sentir. 

Cuando mi despliegue llega a su fin, me uno al gran abrazo grupal que se forma en el centro del escenario, ya detrás del telón. El director de la obra me felicita, al igual que mis compañeros, y yo les respondo felicitándolos a ellos. Una de mis compañeras me abraza con dulzura y yo le devuelvo el abrazo. Cuando se aparta, su mirada se pierde detrás mío, y me dedica una sonrisa. 

- Creo que te vinieron a saludar... - Anuncia. 

Me doy vuelta y la veo venir corriendo hacia mí. Darcy, hermosa como siempre lo fue, con un resplandor inigualable, como si ella misma pudiera iluminar todo el escenario, se acerca hasta donde me encuentro luchando contra su propio caminar. Había crecido tanto que me era difícil asimilarlo: con sus tres años, sus rasgos eran más hermosos de los que los míos llegarían a ser en toda mi vida, y su andar poseía una gracia que pocas veces había observado en otras personas.  Me acerco a ella con dos zancadas y la levanto entre mis brazos, aplastándola contra mi pecho mientras ella me estrecha con dulzura entre sus bracitos. La miro y veo todo lo que siempre había soñado encapsulado en ese pequeño cuerpo que tanto tenía de mí y tanto de él. Los rizos castaños bañaban sus hombros, la piel perfecta, tan suave al tacto que es todo un honor acariciarla, y sus ojos verdes, tan verdes como los de él, me envuelven en una ola de emoción que no me permite contener las lágrimas. 

Lost in your eyes. (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora