Capítulo Cincuenta y Ocho - Consejos.

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Harry me llevó hasta mi casa para después irse al estudio. Luego de saludarlo y entrar, descubrí valijas junto a la puerta.

Y el corazón se me cayó a los pies. 

Estaba pasando, de verdad estaba pasando. Subí corriendo las escaleras hacia el dormitorio de Alec y toqué fuertemente la puerta. Varias veces, para ser sincera. Después de esperar un rato, con las manos temblándome de los nervios, mi hermano abrió la puerta y se hicieron visibles sus ojos hinchados y mejillas húmedas. 

De verdad estaba pasando. 

- No. - Susurré para mis adentros y, sin pensarlo, lo atraje hacia mí, acariciándole el pelo de manera protectora. - Oh, no. 

- Quería decirte... - Dijo con la voz totalmente distorsionada. - Pero no quería molestarte, ayer estuviste genial, por cierto.

Sentí como sonreía a pesar de la angustia y cómo las lágrimas empezaban a formarse en mis ojos. 

- No, no, no. - Repetí, sintiéndome mucho más culpable de lo que pensé que me sentiría. - No, perdón, perdoname, lo lamento mucho. 

- ¿Qué cosa? - Preguntó enderezándose, pero sin separarse mucho. 

- Irme. Dejarte acá, en medio de este lío. Lo siento Alec, lo siento muchísimo. 

Sus brazos me rodearon, dejándome atrapada. 

- No, hermana, hiciste bien en irte. Ahora todo está mucho más tranquilo. 

Sequé las lágrimas que se estaban derramando por mi rostro y miré hacia abajo, buscando con la vista a alguno de mis padres. 

- Mamá está en su habitación. Dijo que le vayas a hablar cuando llegues. 

- ¿Y papá?

- Se fue hace un rato, no sé bien a dónde. 

Asentí, le di un pequeño beso en la frente (poniéndome en puntas de pie, obviamente) y recorrí el poco espacio que había hasta el dormitorio de mi madre, donde toqué la puerta y escuché su voz temblorosa dándome el permiso de entrar. 

- Ya te habrás dado cuenta de qué pasa... - Dijo, sin saludarme, desde donde estaba sentada junto a su mesita de luz. 

- Mamá. - Susurré. - Perdón, empeoré todo. 

En ese momento, se levantó de la cama y caminó hacia mí, para luego rodearme entre sus brazos. 

- No, hija, no, no pienses eso. - Suplicó. - Lo que pasó anoche entre tu papá y vos no tiene nada que ver con esto.

Asentí y me aferré más a ella, algo que no hacía hace mucho tiempo. Nunca le decía a mi mamá que la quería, nunca le demostraba lo importante que era para mí. Porque, a pesar de todas las peleas, gritos y discusiones, es mi mamá y nada cambia el amor que tengo hacia ella. Nada en el mundo. 

- ¿A dónde va a irse papá? - Pregunté asustada por la respuesta que podría llegar a tener. 

- No lo sé, ahora está averiguando sobre eso. Todo va a estar bien ¿sí? este cambio es para mejor. Lo prometo. 

La abracé de nuevo, muy fuerte, como si no pudiera abrazarla más, disfrutando de ese calor que me transmitía su cuerpo y su perfume tan familiar.  

Más tarde, más tranquila en mi habitación, llamé a Harry y le conté todo lo que había pasado, dejándome llorar del todo, de una vez por todas. Él, como siempre, me dio varios de sus consejos y me ayudó a tranquilizarme. Obviamente insistió en venirme a ver, pero le dije que no tenía que molestarse de nuevo, que no quería que viniera corriendo de nuevo para encontrarme hecha un mar de lágrimas. Terminó cediendo desconforme, pero me propuso ir al día siguiente a visitarlos al estudio, y llevar a Lucy conmigo, para despejarme del ambiente que estaba viviendo. 

Y por eso y muchas otras cosas más, se me cruzó en ese momento el pensamiento de que verdaderamente él era quién hacía que todo tuviera sentido. 

Lost in your eyes. (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora