Capítulo Sesenta y Seis - Idea.

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- Perdón. - Le susurré de repente cuando llegamos a la puerta de mi casa. Las luces estaban completamente apagadas, de no ser por una ténue luz fría en la habitación de mi hermano, que seguramente provenía de su computadora. 

- ¿Por qué princesa? - Preguntó después de estacionar su auto y voltearse para mirarme. 

- Porque mi familia es tan complicada. - Dejé escapar un suspiro y apoyé mi mejilla contra el asiento mientras tomaba su mano y entrelazaba nuestros dedos. - Me encantaría que te recibieran como tu mamá y tu hermana me recibieron a mí, me encantaría que estuvieran felices por lo que estamos teniendo. 

- Ay, Irina, Irina, Irina. - Repitió mi nombre como si fuera parte de una melodía mientras rozaba sus dedos suavemente contra mi mejilla. - ¿Por qué te culpás por todo? No tenés que pedirme perdón por nada, todo está bien, esto no es tu culpa. 

- Es que... hoy me sentí... tan bien. Tan apreciada. Y me duele mucho que vos no puedas sentir eso, no puedas sentir que mi familia te acepta. Que no podamos estar juntos cuando queramos, que siempre, siempre haya algo que se interponga. 

- Te amo. - Susurró mirándome intensamente a los ojos. - Y no me importa que siempre tengamos algo que se interponga, eso no va a cambiar... Sí, me gustaría que tus padres se alegraran por nosotros, pero nuestra realidad es otra. No hay que preocuparnos más por eso. 

Asentí. Su mano se ubicó en la parte trasera de mi cuello, acercándome a él para besarlo lenta y dulcemente en los labios. 

- Te amo. - Susurré con una sonrisa. - Y tengo una idea. 

- ¿De qué estás hablando? - Preguntó con una sonrisa pícara dibujada en sus labios. 

- ¿Te acordás de esa noche que mis padres volvieron demasiado temprano y tuvimos que venir antes de nuestra cena...?

- ¿Y yo me quedé toda la noche hablando con vos mientras tus padres pensaban que estabas dormida desde las nueve de la noche y las camionetas de los paparazzis me esperaban afuera? - Su sonrisa se iba agrandando mientras hablaba. 

- Sí. - Afirmé. 

- Sí. - Dijo antes de acercarse a mí y besarme rápidamente de nuevo, muchas veces. - Sí, sí, sí. 

Tratando de contener nuestras risas tontas que se nos escapaban bajamos del auto y nos tomamos de la mano en cuanto pudimos. Me puse enfrente de él, caminando para atrás mientras él avanzaba hacia mí. 

- Hoy podemos entrar por la puerta. - Le dije emocionada. - Pero vas a tener que quedarte callado. 

- Lo prometo. - Aceleró sus pasos y rodeó mi cintura con sus brazos, dejando sus labios sobre mi cuello. - Sos muy, muy, muy hermosa. 

- No, ese sos vos. - Le dije riéndome. - ¡Vamos!

Avanzamos rápidamente hasta la puerta de entrada de mi casa, donde saqué las llaves de mi bolso y abrí cuidadosamente. Le hice una seña a Harry para que se mantuviera en silencio y subimos cuidadosamente las escaleras. 

- Mamá, ya llegué. - Susurré contra la puerta de su habitación. 

- Bueno hija, que descanses. - Me dijo desde su lugar. 

Caminamos en puntas de pie hasta mi habitación, donde, una vez dentro, cerré la puerta y prendí las luces. 

- Definitivamente eso fue mucho más cómodo que entrar por la ventana. 

Lost in your eyes. (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora