La Protegida [Proxys y tú]

Vol II □▪︎■▪︎□Capítulo 10■▪︎□▪︎■

Y veamos un poco de tu perspectiva, pues ya habían 6 años desde que te resignaste a que ellos no volverían contigo, 6 años en los que lograste seguir adelante de todas las maneras posibles, para intentar olvidarlos, pues sentías que ellos ya no querían saber de ti.

Pero por tu mente pasaban los pensamientos de ¿Qué habrá pasado con los Proxies en este tiempo? ¿Se olvidaron de ti? ¿Se habrán dado cuenta que en verdad nunca te amaron? ¿O será que llevan una vida completamente normal?. Pensabas que eso último es lo que sí haya pasado en el 50% de los casos.

Tú ahora tenias 27 años, tu paciente, el que se llamaba Jonh. El logro con cuatro años de esfuerzo salir del psiquiátrico. Y lo lograste cuando aquel doctorsito desapareció. Pero aún seguía en duda quien era el doctor "Mario Gutiérrez" Pues hace ya 5 años que salió del mapa, aunque tú tenías una leve sospecha de quien era ese doctorsito. Tu mamá aún no despertaba, o es lo que tú sabes, ya que te dijeron que una vez intento despertar, y como la última vez, daba señales de vida, pero ahora por suerte no entraba de nuevo en estado crítico. La última vez que fuiste a Estados Unidos para verla, cuando llegaste justo le habían quitado las vendas faltantes, tenía los brazos quemados y parte izquierda de la cara de color blanco, esto gracias a la lejía que estaba en el camión, por lo que obtuvo un color totalmente blanco. Hasta se te hizo parecida a Jeff, solo que ella no perdió la cordura.

Y ahora veamos que haces.

Estabas en tu nueva oficina, eras una psiquiatra reconocida alrededor del mundo, la que antes era tu jefa, ahora era tu ayudante y mejor amiga. No tenían mucha diferencia de edad, solo que ella tenías 32 años y tú solo 27, por lo que de alguna manera se llevaban bien.

Ella te ayudo en el duelo de perder a tu hijo, y como pensaste, cuando viste el cuerpo sin vida del niño era muy tierno, de cabello tan dorado como el oro, no vistes sus ojos por obvias razones, pero eso que más da. Ella te ayudo en todo lo pudo, y ahora tú eras dueña del psiquiátrico, ahora era completamente tuyo. Varios de los que daban el aporte necesario para que el lugar siguiera en pie te eligió a ti cuando supieron de la recuperación del psicópata, les impresionó y a la vez les convenció de que eras la mejor candidata para dirigir el lugar.

Y como decía al principio, te encontrabas en tu nueva oficina, viendo muchos, pero muchos papeles. Pensaste que iba a ser fácil dirigir un hospital así, pero vaya que estás equivocada, era más difícil de lo que pensabas, ya que debías ver los gastos en comida, los salarios, el mantenimiento del lugar, los tratamientos, los avances de los pacientes, gastos de contratiempo, problemas entre pacientes y doctores, además de también tener que ver a los que querían hacer prácticas en el lugar. ¿Mucho verdad? Después de todo nunca se dijo que ser psiquiatra era fácil.

Cuando por fin lograste terminar, no sabías cuántas horas fueron las que te llevó hacer tanta cosa, cada documento bien leído para que no se te fueran cosas, lo que significa que estuviste un buen rato sentada, así que te paraste y estirarse escuchando tu espalda crujir.

Tú: Oh diablos, si que me trono la espalda.

Jenn: Mucho, ahora ya es hora de irse. Ya no quiero venir, tengo sueño, espera un segundo ¿En que momento llegue a esto?

Tú: ¿Hablas porque ahora soy tu jefa?

Jenn: Ajá.

Tú: JaJaJaJaJaJa ¡Ahora yo mando!

Jenn: Ay lo que sea.

Te seguiste riendo hasta que te quedaste sin aire y por tanto reír te lograste ahogar con tu propio aire, ¿Les ha pasado? De la nada mientras respiran se ahogan ¿No les ha pasado? A mí si.

Tú nueva mejor amiga se fue a su casa, pues ya era tarde y tenía sueño, ya que estuvieron todo el día trabajando en varias cosas, y por esa misma razón no podría acompañarte a casa, por lo que tu metiste todo dentro de tu bolsa, para irte sola, pero no sin antes guardar todos los documentos importantes bajo llave y luego cerraste la puerta. Mientras ibas al primer piso te despediste de los pacientes que se quedaban ahí, ya estando cerca de las escaleras viste una sombra rápida pasar. Pensaste que era un guardia o algo así, por lo que no pusiste atención.

Mientras ibas camino al estacionamiento viste de nuevo esa sombra, por lo que ya algo desconfiada pusiste tú mano dentro de la bolsa para estar lista a cualquier percance.

Al no ver a nadie decidiste ir para ver quién era. A paso lento fuiste hasta el lugar, viendo solo al alguien con capucha negra, cuando vio que le estabas observando vio hacia otro lado, y salió corriendo hacia el lado en el que estaba viendo. Sacaste la pistola de la bolsa (la que Hoodie te dio) y disparaste, para ver si le dabas a esa persona, pero de alguna manera lograste dar justo en el hombro de la persona. Esta se detuvo un momento, te vio y se fue de nuevo.

Viste la pistola, pero está tenía el seguro aún puesto, pues no se veía algo de que se haya disparado. Te dio un escalofrío por la espalda, ya que según tú, lograste disparar, así que sacudiste tu cabeza y te fuiste al carro, el por cierto era muy bonito.

Diste una parada en el centro comercial y dejaste el auto en el estacionamiento para entrar al lugar. Eran las 8 de la noche y no tenías ganas de cocinar nada, por lo que tomaste la decisión de ir a comer. Entraste a tu lugar favorito y pediste lo de siempre.

Estabas pensando sobre que estarán haciendo los Proxies, ¿Estarán bien o mal? ¿Te recordarán? Pero a pesar de aún amarlos, un sentimiento de rencor quería seguir presente en tu pecho, era como si ellos se hubieran ido sin decir nada, no entendías porque te dejaron así, y de ese modo, no lo entendías aún.

Terminaste de comer y pagaste la cuenta para ir a tu casa, y si, ya tenías casa, e incluso lograste hacer que tu capital se hiciera aún más grande de lo que era antes.

Cuando entraste cerraste la puerta y tiraste el bolso al sillón, y luego te tiraste a este, sentías la espalda doler mucho, ya que últimamente te la pasaban siempre agachada o encorvada para agarrar los papeles que estaban más abajo. Sin duda, nunca pensaste que ser psiquiatra y dueña de un centro psiquiátrico fuera tan complicado.

Pero ahora que sabemos lo que pasó, vayamos a lo que nos interesa. Y eso será, el porque cambiaste a los Proxies por un paciente.