El café en mi boca es amargo. ¿Desde cuando comencé a preferir ingerir café sin azúcar?
—Desde que entraste a esta empresa— el salto que pego es como para subirme por las paredes.
— ¡Pero!— la mano en mi pecho hace reír a la mujer detrás de mí.
—Pareces un gato— sonríe agregando dos cubitos de azúcar a su café y removiéndolo.
—Podrías por un momento dejar de leerme la mente— entrecierro mis ojos a la mujer y esta sonríe.
—No la leo— alza sus cejas —Pero la expresión en tu rostro y la mirada al café daba un indicio—sonríe mientras sorbe un poco de su caliente café.
—Tengo 35 años Ariana. ¿No se supone que aun debería gustarme?— Soy otro sorbo y escupo el contenido en el vaso antes de lanzarlo al cesto de la basura.
—Realmente eres amante al café sin azúcar. ¿Qué te está pasando?— su mano va a mi cuello y luego a mi frente — ¿Te sientes mal?— niego chasqueando mi lengua.
—No está mal un día querer un poco de azúcar ¿Verdad?— me encojo de hombros y ella me sigue. Está pisando los talones cuando llegamos a la máquina expendedora.
—No Camila, no está mal querer un poco de dulce. Pero últimamente has estado queriendo comer dulces por doquier. ¿Qué se supone que te pasa?— muerdo la barrita de chocolate mientras la miro a ella.
Ariana, mi secretaria.
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Y si, esa fue su fotografía en su hoja de vida.
"Da chispa" Fueron sus palabras, no las mías.
Da igual, sabía lo que hacía, era más importante.
Yo, Camila Cabello. La dueña de Dimitrik Automovile.
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Al pareces a mi secretaria le pareció maravillosa la idea de una sesión de fotos. Y según ella la mejor es cuando estaba distraída.
"Sexy y ardiente. Así nadie se dará cuenta de que eres una amargada" también fueron sus palabras no las mías.
