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Taehyung.

Cuando entré a mi penthouse, no esperé encontrar las las luces prendidas. El sonido de la batidora proveniente de la cocina me acompañó al fruncir el entrecejo con extrañeza. Observé el living, quedándome impresionado con la organización, no veo botellas de soju vacías, ni camisetas sobre los muebles, ni cajas de pizza en la mesita de centro. Dejé las llaves de mi auto en el recibidor y me encaminé al ruido sin ser nada cuteloso, no me asustaba lo que pudiera encontrar.

Frente a la encimera, encuentro a una mujer joven, me da la espalda y al parecer prepara algo de comer. Por el uniforme que lleva deduzco que es una empleada, y cuando me nota y voltea a verme, su rostro me parece conocido.

-¿Hola?- dije perdido.

-Oh. Señor Taehyung.- me hace una corta reverencia

-Mi madre está aquí ¿no?- hablo, entendiendo varias cosas.

-Sí, se encuentra en su habitación.- afirmó educadamente.

-Bien, continúa con lo que hacías.- dije para luego alejarme de ahí e ir a mi habitación al otro lado del departamento.

La puerta estaba entreabierta así que solo tuve que empujar para abrirla. Mi madre yacía sentada sobre la cama, no consigo verle el rostro, pero casi que puedo imaginar su expresión mientras mira la foto enmarcada que tengo en mi mesita de noche. El retiñir de las bisagras le avisaron de mi llegada, lo que le hizo voltear. Se levantó de inmediato al notarme y yo cerré la puerta detrás de mí.

-Ya estás aquí.

-¿Trajiste a tu empleada en serio?- dije, sonando involuntariamente seco.

-Sí. Lo dices como si tuviese algo de malo.- levantó una ceja.

-No es eso. Solo no era necesario.- respondí mirándola.

-No seas grosero, Taehyung, trato de ayudarte.- bufó- Esta casa estaba patas arriba, Kirah lleva toda la tarde ordenando.

-Sigue siendo mi casa, mamá. Soy yo quien único vive aquí, por eso vivo como quiero, hago lo que quiero, cuando quiero, porque no le molesto a nadie.- me defendí con mala cara, dedicándome a quitarme el abrigo del traje.

Tras unos minutos de silencio, escuché su suspiro  cansado, y el tacón de sus sofisticados zapatos repiqueteando contra el suelo me dijo que me se acercaba. Le atendí cuando sentí su presencia a mi lado, bajando la mirada porque su estatura era notoriamente infieror a la mía. Ella colocó sus manos en mis hombros, y odié la consternación en su mirada, estoy un poco harto de que me mire así.

-¿Cómo estas?

-Estoy bien.- mi respuesta llegó tardía, y estaba seguro de que no fui ni un poco creíble.- ¿Por qué estas aquí? Te he dicho millones de veces que no vengas.- sujeto sus manos cuando quiere llevarlas a mis mejillas, logrando con sutileza que me deje de tocar.

-Quería ver que estuvieras bien.- responde

-Lo estoy, ¿vale?. Estoy bien- me señalé.

Mi madre tomó otro suspiro, desahuciada.- No vine solo por eso. También quiero hablarte sobre algo.

La miré atento cuando la oí decir eso.

-Ve a ducharte primero- no me dejó hablar- , te esperaré para cenar juntos.- y me pasó por al lado, saliendo de la habitación.

Sin otra opción fui a bañarme, safándome los primeros botones de la camisa de camino al baño. Salgo al cabo de unos minutos y me visto con una de mis cómodas pijamas. Me hunté algo de loción y en unos minutos más, ya estábamos en la mesa mientras la empleada colocaba para nosotros lo preparado. Mamá la despachó permitiéndole irse a su hogar dándole su merecido pago por las horas extras, y entonces sí nos quedamos solos a comer.

Fake Wings (ᴋ.ᴛ.ʜ ʏ ᴛᴜ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora