Capítulo 18

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La fiesta era un éxito, aunque hay mucha gente y mañana Tom me va a regañar. Cerveza va, vino viene, un poco de ponche también y un vaso se convirtió en dos, tres, cuatro, no sé. Me costaba mantenerme en pie sin tambalearme. Estaba con un grupo de gente charlando, aunque solo podía ver al moreno que tenía frente a mí. Llevaba una remera que marcaba los músculos de sus brazos, los cuales no pude evitar mirar, en más de una ocasión, muy descaradamente. La charla fluía y, sinceramente, no entiendo nada de lo que están hablando. Mi vista subía y bajaba, de mi vaso a Martin, de Martín a mi vaso. De vez en cuando nuestros ojos se cruzaban y no podía evitar sonrojarme y mirar cualquier cosa que estuviese a mi alcance, fingiendo no haber estado viéndolo. Me sentía tenso teniéndolo frente a mí, y estando rodeado de gente. Mi vaso de ponche se vació, miré alrededor en busca de más gente sin bebida y vi varios vasos y botellas vacías. Quería tomar algo más, necesitaba relajarme ¿por qué los invité? Me pone nervioso tenerlo ahí. Volví a la cocina, al refrigerador, tomé dos botellas. Tambaleando saludé a todo el que se cruzara por mi camino y volví a la ronda apoyándome sobre el que más cerca tenía y le extendí una de las botellas. Era el hermano de Jessy. Le sonreí cuándo tomó la misma y comenzó a beber. Sentí como su cuerpo se tensaba, yo seguía sin poder mantenerme solo en pie y por eso no lo soltaba. Él hablaba y yo solo lo miraba, teniéndolo a centímetros de mí. Intenté unirme a la charla y no pude. Saludaba a todo aquel que pasara a mi lado sin dejar de mirar al moreno, sin poder fingir que quería verlo. Alguien llamó el nombre de Martín haciendo que se girara y, de repente, tenía su cara a centímetros de la mía y aunque mis ojos no se centraban en nada intentaba observarlo. Veía dos, tres, cuatro veces más lo que debería ser una sola persona. Dos ojos, una boca. Intentaba enfocarme en alguna parte de su rostro y no podía. Sus ojos bajaron unos centímetros por mi cara, lo noté, vi cómo se mordió el labio inferior. Quise acercarme aún más aún sin saber si debía o podía hacerlo. No noté que él se corriera. Seguí sonriendo. Un flash me descolocó y giré mi cabeza aunque tomó unos segundos hasta que mi vista se fijó en mi hermano que miraba su móvil mientras reía

-          Hasta parece que se iban a dar un beso – y reían todos como si eso fuese el mejor chiste de la historia. Martín corrió mi brazo de sus hombros y yo volví a tambalearme mientras lo veía dejar el jardín sosteniéndose de cada superficie que podía. No volvió en lo que quedaba de la noche.

El despertador sonaba y sentía mi cabeza explotar. Miré a mi alrededor "esto no es mi cuarto". A penas si puedo abrir los ojos y siento como el alcohol sigue haciendo estragos en mí. Me gustaba ver algo al instante, debía fijar mi vista y esperar unos segundos hasta ver todo con claridad. Me senté. Estaba en el sillón de la sala de estar. El piso está lleno de botellas, vasos descartables, la puerta abierta. Me levanté y cerré la puerta. Fui directo a la ducha y dejé que el agua cayera de mi cabeza a mis pies por un largo rato hasta que la puerta sonó – Bill, ya llevás más de media hora ahí – y bufé. Escuché que siguió caminando. Me quedé bajo la lluvia unos minutos más y luego salí. Del botiquín tomé una aspirina y me puse una toalla en la cintura antes de salir, chorreando agua por doquier. Fui a mi cuarto a vestirme. Al salir Tom ya estaba en la ducha y había dejado la cafetera encendida. Me preparé mi taza de café y parado en la cocina la bebí. Tom llegó a la cocina y se veía terrible. Solo me miró y no articuló palabra alguna, yo tampoco tenía ganas de charlar. Una hora más tarde debíamos ir a dar esa bendita entrevista.

-          No estuvo mal anoche – dije mientras volvíamos en el auto de Tom

-          Fueron más de veinte personas

-          Sí, pero estuvo bien... ¿a qué hora se fueron todos? – el levantó sus hombros dejando notar que no lo sabía

-          Vos ya habías caído en el sillón... todavía no había sol. ¿Cómo vas a ordenar todo eso?

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