Capítulo 25

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-          Entrá, Bill.

-          Sí, sí, voy – dije tomando mi bolso no despegando la vista de él. Me vio. Me vio viéndolo y yo solo entré, cobarde, pensando en Tom, en lo que me dijo, en su expresión cuando me hablaba.

-          Yo uso la ducha primero

-          ¿Qué? – dije todavía cruzando la puerta de entrada. Todavía no me encontraba en mí mismo, pero antes de siquiera responderme escuché una de las puertas del primer piso cerrándose y lo entendí. La ducha. Dejé mi bolso en el suelo y me miré... todavía tenía algo de sal del agua en las piernas, lo podía ver debajo de mis bermudas.

Se comenzó a escuchar el agua desde el primer piso - ¡Tom! – llamé. No había respuesta... - ¡Tom! – volví a intentar. No escuchaba. Miré la puerta varias veces antes de decidirme a salir.

Me gustaría que Tom pudiera entenderlo, pero no lo va a hacer, ni él ni nadie.

Me puse nervioso con el solo hecho de tocar el picaporte. Ésta va a ser la última vez que lo veas. La última y se acaba todo. Y se termina acá, no hay vuelta atrás... ¿qué se termina? Sacudí mi cabeza intentando volver a organizar mis ideas y abrí la puerta. Respiré hondo, con fuerza, inhalando todo el aire posible y exhalándolo lentamente antes de dar el primer paso. Caminé, intentando parecer seguro de lo que hacía, aunque eso no significaba que por dentro me sintiera seguro. Seguía ahí, parado, contra la puerta, pero ahora había otro chico a su lado, charlando... ¿debería ir? Todavía no me vio, todavía no me vio. Puedo volver, sí. Me quedé quieto a solo metros de mi puerta. Bajé la vista y apreté los puños, intentando contener los nervios, volví a levantarla solo para, desgraciadamente, encontrarme con su mirada a lo lejos. Desgraciadamente, já... ¿Y ahora? ¿Se supone que ahora estoy obligado a ir porque me vio? Ahora no quiero... ahora... ahora me gustaría que Tom se dé cuenta que salí a hacer una estupidez y venga conmigo, que aparezca a cubrirme la espalda. Me gustaría que Martín no le haya dicho algo a ese tipo que hiciera que ambos se den vuelta a mí, que él entrara y Martin comenzara a caminar en mi dirección. Me gustaría poder darme la vuelta. Me gustaría que no me gustara verlo caminar, observarlo. Me gustaría no recordar sus manos sobre mi rostro, sus labios sobre los mios. Me gustaría no sentirme como me siento.

Sin pensarlo una sonrisa se dibujó en mi boca cuándo la distancia de acortaba y lo veía cruzar a mi terreno, con ambas manos en los bolsillos, no sabiendo donde mirar porque yo no despegaba mis ojos de todo él. Levantó una mano en forma de saludo, se estaba mordiendo un labio, lo noté a pesar de la poca luz que había en la calle – Hola – dijo aun cuando unos metros nos separaban

-          Hola – dije nervioso, aun sonriendo

-          Yo... creí que ibas a... iban a venir con Tom.

-          Sí, bueno... acá estoy – dije abriendo los brazos y riendo, haciendo énfasis en mi persona con un simple gesto. Él también rió

-          No. Yo vine... ésta no es la casa de Jessy – volvió a rascar su cabeza. En verdad no podía despegar mis ojos de él. Ambos nos quedamos en silencio, lo único que se escuchaba era a la gente dentro de la casa dónde él debería estar – Yo quería pedirte perdón – lo miré sorprendido, no esperaba que dijera eso – yo se que no... que no debía... que no debo – lo ví volver a poner su mano en el bolsillo de su pantalón y luego bajé la cabeza... yo tampoco debí y yo también lo hice.

-          Yo debería – él me interrumpió

-          No. Vos no.

-          Te vas mañana ¿no? – dije volviendo a mirarlo

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