Mis dedos buscaban la forma correcta de comenzar a redactar, pero no la encontraban, chocaban torpes contra las letras del teclado, sin siquiera presionarlas, mientras pensaba en todas las cosas que ella podría decirme cuando nos volvamos a ver, porque no puedo decirle que no. Quedé paralizado frente a la pantalla de la notebook por varios minutos hasta que las palabras lograron salir. De lejos seguía escuchando el agua de la ducha caer, así que Tom no molestaría y la cena todavía tardaría en llegar, así que me centré en escribir
"Samanta:
Me alegra volver a leer sobre vos, saber que vas a venir y vamos a poder charlar un rato, así que con gusto acepto tu invitación – No, no, no. Leí esa simple oración y se notaba lo tenso que escribía, lo nervioso que me ponía volver a verla y charlar los dos a solas. Tal vez si iba con Tom iba a estar más relajado y... No, tampoco, sé que ella quiere hablar conmigo, a solas.
Poco a poco me ponía más nervioso y sentía como sudaban mis manos por eso. Pensá, Bill. Pensá. ¿Tan difícil puede ser responder un mail? Era simple, sólo un sí... Sólo eso...
Volví a la pantalla, intentando escribir algo coherente y que no suene tan tenso, tan... pensado.
Tom bajó y yo cerré la notebook, cual adolescente ocultando que lo que hacía mientras los padres no miraban. Él sólo me miró de reojo y yo evité dirigir mi vista a él
- ¿Y la comida? – preguntó
- ¿La ves?
- No
- Entonces no sé dónde estará – le dirigí una medio sonrisa burlona. Él levantó una ceja, mostrándome una expresión de desagrado, mientras yo seguía sonriendo
- Ya debería estar acá – levanté mis hombros, al mismo tiempo que lo observaba secándose el pelo.
Tom dio media vuelta, amagando a volver al baño, cuando el timbre sonó. Me acomodé en el sillón, sabiendo que él me miraba de reojo, lo que lo hizo refunfuñar. Me tiró su toalla, completamente mojada, mientras caminaba a la puerta a recibir nuestra cena. Yo me levanté a buscar dos copas y algo de beber, y al paso dejé la toalla colgada de una silla. Yo no pensaba acomodar la mugre de Tom.
Nos sentamos a la mesa y la mirada de Tom casi que me intimidaba. No hablaba, no hacía ningún gesto... me estaba leyendo la mente. Le sonreí, o al menos lo intenté, mientras levantaba mi copa con vino para brindar con él, fingiendo que nada cruzaba por mi cabeza
- ¿Y por qué brindamos?
- Por... ¿nosotros? – ambos reímos
- Por qué mi hermano no vuelva a hablar con cierto hombre – sonrió
- ¿Quién? – pregunté sin entender, hasta que recordé lo de más temprano – ah... Por nosotros, mejor.
- Eso está muy gastado – dijo chocando su copa con la mía - ¿te pasa algo? – preguntó antes de comenzar a comer. Yo solo negué con la cabeza – mirá que si Alex dijo algo yo...
- No, Tom, basta – lo interrumpí
- Sólo te estoy cuidando – siguió, tranquilo. No le respondí - ¿No me vas a contar? – lo miré y él siguió interrogándome con la mirada, hasta que me rendí
- Samanta me escribió
- ¿Qué te dijo?
- Que quiere que nos veamos
- ¿Y vas a viajar hasta no sé dónde? – interrogó con la boca llena de comida, lo que me obligó a mirarlo con asco mientras seguía hablando
- No – me miró pidiendo más respuestas – ella viene a Los Ángeles... por trabajo
- ¿Vos sos trabajo?
- No por mí, idiota.
- ¿Y qué vas a hacer?
- Ir a verla, como corresponde ¿no? – en el fondo, ese interrogante sólo buscaba que él dijera que no, que no correspondía, que no tenía que ir, que tenía que ahorrarme ese momento
- Y arreglar las cosas... por la banda, sí. Vas y le decís que el novio resultó ser gay y te prefiere por sobre ella...
- ¡Tom!
- ¿Qué? ¿Me equivoco? Saliste a mí, hermanito... medio desviado, pero a mí – rió
- Bueno... volviendo a lo importante, sí, la voy a ver
- ¿Sólo?
- Sí, el jueves
- ¿Pero no teníamos...
- Sí, una entrevista, pero a la mañana, y a ella la voy a ver por la noche
- ¿A la noche?
- Sí
- Una noche te dejé sólo y terminaste encerrado en una habitación de hotel con el novio de Samanta y ahora pretendés que te crea que solo van a charlar
- Tom...
- Bueno, bueno... pero no me vengas con historias raras
By Samanta
No me había ido a dormir sin antes hablar con Lia y esperar una respuesta de Bill. La esperé y no la recibí sino hasta el momento en que me dormí. Leer su respuesta al despertar había hecho de mi comienzo de día, algo mejor de lo que esperaba.
Mamá me esperaba en la cocina con el desayuno preparado y mi valija aguardaba en la puerta de la casa a ser cargada al aeropuerto. Después de una ducha y una última llamada a Lia, era hora de irme. Decidí ir en mi auto y dejarlo en los alrededores del aeropuerto, total, solo serían unos días.
El viaje fue largo, como siempre, pero el clima que me esperaba en Los Angeles era menos frío de lo que esperaba, lo cual me puso de mejor humor. Me tomé un taxi al hotel en el que me hospedaría y me di una ducha, para relajarme un poco.
Estaba aburrida, recostada en la cama, había hablado con mi mamá y Ludmila, que seguía sin creer que trabajara con ellos y, a pesar de intentar hacer pasar las horas, todavía seguía siendo relativamente temprano, y supuse que algo de shopping iba a terminar de sacarme ese sabor amargo que traía desde Argentina.
Me encontraba en un lugar bastante céntrico... rodeado de desconocidos que ignoraban mi presencia. Tranquila y más relajada, seguí caminando en busca de algo de ropa nueva, tal vez, algo para verme bien mañana por la noche.
Horas después me encontraba con unas cuantas bolsas en las manos y los pies bastante cansados, así que decidí que era hora de volver al hotel. Tengo que admitir que salir en plan amigos, con Bill, me tiene bastante nerviosa ¿qué vestir? ¿A dónde iríamos? ¿Qué haríamos? ¿Estará ofendido por la forma en que lo traté? Su mail no me hacía sentir que lo estuviese pero por escrito las cosas no se transmiten como deberían. Había comprado un vestido, una pollera, blusas y hasta un par de zapatos... a veces, simplemente, no mido cuánto compro, pero siempre termino de buen humor, que es lo que hoy importaba.
Pasé por el restaurante que estaba en el primer piso, y luego volví a mi habitación. Mañana me esperaban dos reuniones más que importantes y debía estar bien descansada.
