Me era difícil despertar y no sentirla sobre la cama... sí, yo me busqué ésta situación, pero eso no vuelve todo menos difícil para mí... especialmente cuando tenés una cabeza que te recuerda cada segundo todo aquello que pasó solo unos días atrás.
Miré mi teléfono, esperando encontrar una respuesta de Samanta... pero lo encontré muerto. Tal vez... tal vez ella había intentado hablarme y yo tenía el celular apagado... tal vez me había escrito, tal vez me llamó, tal vez quería que nos viéramos hoy y mi celular estaba apagado.
Me levanté para enchufarlo en un tomacorriente y esperé un momento hasta poder encenderlo, emocionado, con miedo. Seguro había respondido... seguro. Aquellos segundos eternos entre la pantalla de encendido y el momento en que las aplicaciones y notificaciones se activan se volvían cada vez más largos... especialmente cuando empezaba a ver llegar mensajes y notificaciones de todos, menos de ella.
Me vestí para salir al trabajo, ya iba tarde. Jessy me había escrito, al igual que Jake, pero decidí que no tenía tiempo para responderles.
Camino al instituto dudé en ir, dudé en cuán buena era la decisión de trabajar ésta semana a modo de despedida, dudé de seguir acá, dudé de esperar hasta el sábado para irme. No me siento en condiciones de hacer todo esto, no me siento apto para pararme frente a mis alumnos y fingir que puedo darles una clase como siempre, porque no puedo. Porque mi cabeza solo piensa en dos personas y en miles de escenas. Podía escuchar mis pensamientos recordándome cuánto me odio a mí mismo, cuánto odio me merezco y cuánto odio voy a recibir... menos del que merezco y no sé la razón. No sé por qué Bill insiste en querer hablarme, en querer que vaya a Los Ángeles, en volver a vernos, después de todo. ¿Cómo no desconfía de mí? Hasta yo desconfío de mí mismo... hasta yo cortaría contacto conmigo, de ser él... pero hay algo en él... algo que no le deja hacerlo... algo que me hace agradecer que no lo haga, que siga aquí, esperando. Ese algo que permitió que todo pasara y que hoy lo hace quedarse ahí e insistir, que, de a momentos, era lo único que me hacía creer que no todo estaba tan mal... por alguna u otra razón, él iba a estar ahí y eso me hacía sentir bien entre tanto mal.
By Samanta
Gise se había quedado el resto del día haciéndonos compañía a mis padres y a mí... especialmente a mí. Por la noche decidí escribir unos mails para preparar la ida a Los Ángeles de Lia y, así, prepararme mentalmente para volver a la oficina...
Fue una cadena de idas y vueltas de correos en los que preguntaban por qué no iba yo... claro que no podía decir que no se me daba la gana salir de la cama y respondía que tenía una agenda muy ocupada para la semana próxima. Sé que es algo importante, como también algo que no puede esperar y debería estar yo. Luego del cuarto mail llegué a enojarme conmigo misma por querer posponer mi vida por un error de otro ¿desde cuándo dejo que algo me afecte de tal manera? Quise borrar todo lo escrito, quise volver a redactar el correo, pero al solo imaginarme yendo a California al mismo tiempo que Martin... ¿Qué si no volvía a San Francisco y se iba a Los Ángeles? No podía cruzármelo. No, no ahí, no en ese momento. Quedé sentada, mirando la pantalla, pensando que hacer, que decir, que era lo que me convenía en éste momento, cuándo un nuevo correo llegó, invitándome a viajar mañana mismo. Era necesario que yo estuviera en esa reunión, lo sé, no me cansaba de repetirmelo... también podrían venir ellos a Argentina, pero de ser así también lo harían en éstos días y estaría en la misma situación. Si lo que quiero es estar lejos de Martin hasta que se fuera, ésta era mi oportunidad y, en un ataque de espontaneidad, acepté la propuesta. No suelo escapar de mis problemas, pero éste me supera y creo que es una buena forma de mantener mi cabeza ocupada.
Estaba por cerrar todo e irme a preparar una valija para mañana, cuando vi los últimos correos enviados y me topé con el contacto de Bill, lo cuál me recordó que le debía una disculpa y un agradecimiento por haber intentado parar a Martín, aún sin la obligación de hacerlo. Me siento avergonzada por lo que pasó, por cómo le hablé y la situación en la que lo puse sin pensar claramente las cosas.
Esperé a que me lleguen los boletos de avión mientras le escribía un breve correo y luego me levanté para arreglar todo para el vuelo.
Mis padres se sorprendieron al verme buscando entre mi ropa y les dije que iba a tener que volar por unos días, cosa que hizo que mi mamá sonriera. De cierta forma, saber que iba a volver a ver a Bill y, al fin, hablarle como desde el principio, había logrado subirme el ánimo. Sé que todo va a volver a ser como antes, vamos a volver a la relación que supimos tener hasta hace unos días.
Me sorprende como no pude ver lo que él intentaba hacer por mí y me siento bien de poder arreglar esto. Así lo tenga de frente por solo dos minutos, le voy a demostrar cuan agradecida me encuentro con él.
By Bill
Había sacado a pasear a Pumba y ver a unos amigos dejando a Tom en casa. Luego de aquella pequeña discusión era mejor que nos diéramos algo de aire. Había olvidado mis llaves, razón por la que tuve que tocar el timbre. Después de varios intentos fallidos de llamar la atención de Tom, tocando aquel pequeño botón, al fin, abrió.
- Creí que no volvías – dijo con un tono irónico
- ¿Por qué? – dije mientras él cerraba la puerta a mis espaldas y yo cruzaba en frente suyo, apoyando un brazo sobre su hombro en forma de saludo
- Te fuiste sin avisar después de haber hecho una estupidez – siguió, al mismo tiempo que seguía mis pasos a pocos centímetros de distancia
- Si seguís así tal vez sí mejor me voy a pasar la noche a otro lado – dije, más enojado ahora
- No... sólo decía. ¿A dónde fuiste?
- Al parque, con Pumba
- ¿Sólo? – insistió
- Si tu pregunta es si vi a Alex, la respuesta es no. No indagues tanto
- No... yo... yo no iba a preguntar eso – decía mientras intentaba ocultar una leve sonrisa de satisfacción... ¿satisfacción de qué? No sé. - ¿Comiste fuera?
- No... ¿Vas a cocinar? – ambos reímos ante mi pregunta
- ¿Sushi o Pizza?
- Sushi
- Hecho – dijo guiñándome un ojo mientras sonreía y tomaba su celular. Poco a poco se alejó y lo escuché hacer el pedido. Luego volvió – voy a darme una ducha. Mantenete atento al timbre – dijo y se fue
Volví a tomar mi computadora mientras esperaba que el delivery llegara en algún momento con nuestra cena. Hoy solo había estado al pendiente del correo de la banda, así que era hora de entrar al mío y me llevé el susto de mi vida al ver un mail con asunto "Importante" enviado por Samanta. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo antes de siquiera cliquear sobre el mismo. Sabía que me iba a escribir, lo sabía. Abrí el mismo tomando una gran bocanada de aire que llenase mis pulmones, acto reflejo del miedo que me recorría.
"Buenas tardes, Bill.
Creo que nos debemos, o mejor dicho, te debo una charla.
Por un tema de trabajo mañana mismo voy a viajar a Los Ángeles. Llego a la tarde/noche, el jueves tengo de 16 a 18 una reunión y el viernes vuelo al medio día. Decime, por favor, cuándo podríamos encontrarnos, tal vez ir a comer o beber algo, en plan personal, nada de negocios.
Saludos."
En solo cinco renglones había logrado descolocarme.