Capítulo 46

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Después de terminar la llamada con Tom, llena de ira por el hecho de que Bill me ignore sin razón alguna y ande llamando a mi novio, me decidí a bajar, creyendo que esa llamada no era nada, pero en el fondo sabía que algo era pero ¿qué? ¿Por qué? ¿Qué tenían que hablar esos dos? Esperé unos minutos, rezando que Martin no se me cruce en el camino... al final siempre quedo yo como idiota, pero esto con Jessy fue el colmo ¿mentirme así? ¿Era necesario? Sabe que intento hacer lo posible por hacerlo feliz y me lo recompensa así.

Volví a la cocina y pasé de largo por el cuarto en el que noté él estaba, haciendo de cuenta que no lo había visto, pero él me siguió. Yo tomé mi cuchillo para seguir con la comida y el intentó abrazarme por detrás, cosa que evité con un movimiento evasivo. Quería decirle todo, decirle que sabía que era Bill el que lo había llamado, que por alguna razón Bill me ignoraba y me molestaba incluso más que cuando él me ignoraba, que espero que no me ignore por su culpa porque no se lo perdonaría. Martin puede arruinarme la relación que quiera pero ésta no se la voy a permitir, me niego a que lo haga ¿por qué lo haría?

Sentía su mirada clavada en mi - ¿Qué pasa? - ¿y se atreve a preguntar? Sin moverme de mi lugar lo miré, dejando que mis ojos dijeran todo, pero es obvio que no va a admitir que me mintió - ¿no me vas a decir nada? – seguí con mi tarea, mi cena era hoy más importante que él – Ya sé que sabés que no estaba hablando con Jessy – lo dijo. Solté el cuchillo y me apoyé con los ojos cerrados contra la mesada ¿qué debería esperar ahora? Todo tendría más sentido si ese llamado no hubiese sido Bill, no. Con él en el medio nada tiene sentido. De haber sido otro número... otro número significaría que Martin me engañó pero no, ese es el número de Bill ¿qué es eso? ¿Por qué no me lo dice?

- ¿Con quién hablabas? – dije seca, sin moverme, enojada.

- Era un compañero de trabajo – y seguía mintiendo

- ¿Por qué me mentiste?

- No sé

- ¿Por qué me mentiste? – repetí, con un tono todavía más alto, más enojada.

- No fue para tanto, Sam

- Si solo era un compañero de trabajo podías decirlo en vez de empezar a mentir y hacerme quedar como una idiota, otra vez.

- Es qué...

- ¿Qué? – me di media vuelta para mirarlo fijo a los ojos

- Es una sorpresa

- ¿Sorpresa? ¿Vos te crees que soy estúpida? Me parece que no te di suficiente tiempo para pensar otra mentira ¿no? ¿Necesitás que vuelva a subir así pensás algo más creíble? – la ironía brotaba al igual que mi ira ¿por qué me tomaba? ¿por qué no me decís que hablabas con Bill? ¿Una sorpresa? ¿en verdad cree que voy a caer en eso?

- Samanta... yo – lo interrumpí

- ¿Vos qué?

- No te estoy mintiendo

- ¿No me estás mintiendo?

- No, Sam, te lo juro

- ¿Me lo jurás? – dije desafiante

- Sí, Sam... era un compañero de trabajo. – Saqué mi teléfono de mi bolsillo y salí de la cocina a buscar el suyo ¿qué tan lejos iba a llegar con su mentira si no lo paraba? Volví con ambos teléfonos en la mano y el intentó tomar el suyo pero con fuerza, que no sé de dónde saqué, lo empujé lejos de mí y busqué ese último llamado en su teléfono para marcar desde el mío. Él volvió a intentar tomar su teléfono y volví a correrlo. Comencé a llamar y presioné el altavoz para que ambos escuchemos y yo esperaba que, por primera vez en ya varios días, el dueño del teléfono se dignara a atenderme. El tono sonaba y sonaba... atendeme, atendeme. - ¿Hola? – miré sorprendida al teléfono. Era su voz, tímida, baja - ¿Sam? – preguntó y mi cuerpo tembló al volver a escucharlo decir mi nombre. Corté la llamada, aunque no era exactamente lo que quería, no era momento de hablarle... tenía algo mucho más importante que hacer.

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