Capítulo 51

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Di vueltas por la casa todo el resto del día, el maldito día. Me molestaba tanto todo el mal que estaba haciendo sin querer, que, al final, simplemente quería desaparecer. Me arrepiento porque sé cómo se debió sentir Samanta, porque la conozco tanto que se cómo se tomó cada una de las palabras que dije. Me arrepiento de haberme acostado con Bill, de haberme involucrado con él sabiendo que tenía a una mujer esperándome, una vida que continuar. Me molesta haberme enamorado de alguien que no conocía, de no saber quién era y encontrarme con la sorpresa que era un "rockstar". Me molesta ser el que queda mal constantemente, con Samanta, con Bill, con Tom, con Jessy.

Recorrí cada cuarto del departamento, pensando que voy a tener que dejarlo. Recordando cómo se sintió la primera vez que llegamos a él, como se veía lleno de cajas, bolsas y maletas... cuán feliz estaba de estar en un lugar que nos perteneciera a nosotros dos y a nadie más. Me dolía alejarme de éste lugar por los recuerdos que había formado... fiestas, reuniones, peleas, reconciliaciones, películas... El intento de charla por mensajes con Bill sólo me había hecho sentir peor... él esperaba que fuese allá, esperaba volver a vernos y yo, simplemente, no puedo. No ahora, no tan pronto. Lo hice por él, en parte, sí, otra parte fue la culpa, pero no creí que fuese tan difícil... que me sintiera tan... vacío.

Creí que el decirle todo a Samanta, el tener la libertad de poder volver a Bill iba a acabar con ese nudo con el que cargo desde octubre, cuándo lo conocí, pero sólo logró generarme un vacío gigante, poner sobre mi espalda una mochila cargada del odio que ella debería sentir hacia mí y el que él pronto sentirá también. Creí tener mi vida resuelta hasta que lo conocí. Creí que haberlo conocido iba a traerme una nueva solución pero solo me trae más problemas. Mi cabeza gira en torno a ambos, a Samanta y a Bill. Puedo ya no amarla a Sam, pero en grado de importancia ella sobrepasa a cualquiera. Me importa más de lo que cualquier persona podría imaginarse, me importa todo lo que tiene que ver con ella, porque el tiempo juntos la volvió importante para mí. Porque las cosas que vivimos juntos la hizo importante para mí y porque me importa es que no puedo verlo a Bill ahora. ¿Cómo le haces entender a la persona a la que acabas de romper en pedazos, que lo hiciste porque te importa más que todos? ¿Cómo le haces entender que la rompiste en mil pedazos para evitar romperla en millones?

La tristeza, las dudas, la pena y todo el dolor emocional posible se aprisionaron en mi cabeza, como si el dolor que debería ser repartido para todas las personas en el mundo se hubiese concentrado en mí y solo en mí. Me senté en el suelo para estabilizarme, ya que llevaba horas caminando de cuarto en cuarto y apoyé mi cabeza sobre la pared, con la mente en blanco y llena a la vez. Tenía tantas cosas en la cabeza que al final no tenía ninguna. Cerré los ojos lentamente, casi esperando dormirme por un largo tiempo. Dormirme para despertarme sabiendo que todo había sido un sueño... y me dormí.

Me desperté contracturado, recostado en el piso del pasillo que conducía a mi habitación, si todavía podía llamarla así. Me sentía aun peor que ayer y creí que no iba a ser posible. Necesito hablar con Samanta, necesito saber dónde fue, con quién está, cuánto tiempo va a estar fuera, si está bien... necesito saber de ella.

Busqué mi teléfono y marqué su número una y otra y otra vez, pero nadie atendía. Era media tarde y todavía no había respondido a ninguno de mis mensajes. Llamar a sus amigas o familiares iba a ser solo para preocuparlos y con mi preocupación bastaba. No podía llamar y preguntar si Samanta estaba con quien sea que esté hablando, si preguntan por qué y les digo que se fue de casa ¿qué iba a decir luego? "Sí, se fue porque la engañé con uno de sus clientes"... Dios, cuanto asco doy.

Seguí intentando con su teléfono, de a ratos, con la esperanza que me atendiera ¿si le había pasado algo? ¿Si le habían robado el teléfono? ¿Si tuvo un accidente? Mi cabeza dolía, sentía que me iba a explotar. El medio día se convirtió en tarde, la tarde en noche. No me había levantado más que para ir al baño. La oscuridad que invadió el departamento fue la que me recordó que era un desastre, que mi vida en este momento era un desastre. No me había bañado, cambiado, arreglado, no había comido, no había bebido nada en todo el día y, sinceramente, no me importaba.

Jake había intentado llamarme pero rechacé sus llamadas, al igual que las de Sebastian. No habían rastros de Bill ni de Samanta...

Volví a intentar llamarla y ésta vez el tono fue otro... su teléfono había sido apagado.

Desganado volví a nuestro cuarto y me eché sobre la cama. Lo único que quería ahora era dormir, otra vez. Mientras dormía olvidaba todo... olvidaba que mañana iba a tener que ir a hablar al trabajo, olvidaba que me tengo que ir de mi casa, olvidaba que tengo que dejar mi vida, otra vez y ésta vez no por gusto, olvidaba que soy un maldito-estúpido-engaña mujer de ensueños. Olvidaba lo mal que me sentía y todo estaba en paz. Dormir es escapar de los problemas y no me sorprende que sea justo eso lo que estoy buscando, si lo único que hago es escapar a todo, pero dormir también te permite liberarte temporalmente de los problemas. No es solo escapar, porque sé que al final siempre voy a despertar para afrontarlos o para escapar de alguna forma más eficaz, pero la libertad de dormir y soñar que tu vida está bien, que no hay nada por lo que preocuparse, que estás siendo rodeado por brazos cálidos y protectores... esa libertad si es verdadera. Temporal pero verdadera.

Estaba recostado en el lugar de Samanta y podía sentir su perfume sobre la almohada lo que me generó una sensación de amor en el pecho que fue machucada por el recuerdo de su rostro llorando y sus puños pegando sobre mi pecho. Abracé más fuerte la almohada y dejé que las lágrimas cayeran, por primera vez desde ayer. La abracé pensando que a quién tenía entre brazos era a Samanta, pensando que tenía la posibilidad de pedirle perdón por todo, pensado que ella no me alejaba y se quedaba atrapada a mi lado, pensando que todo estaba bien, como debía estar. Pensando que podía dormir a su lado una vez más.

El despertador que estaba al lado de la cama comenzó a sonar, miré la hora: las seis de la mañana. Era el despertador de Samanta. Lunes, 6 a.m., ella estaría yendo a la ducha. Giré sobre la cama hasta quedar boca arriba, mirando el techo, dejando que el fantasma de ella recorriera la habitación mirándome lleno de odio, como corresponde.

Volví a mirar el reloj, solo había pasado media hora. Ella debería estar vistiéndose antes de desayunar. Dirigí mi mirada al armario abierto. No lo había notado anoche, así como tampoco había notado el desorden que en él había, cosa que era inusual en ella... otra vez noté cuanto la había cagado. Vi camisas y sacos en el piso, perchas dispersas alrededor de la cama, los zapatos desacomodados, cajones con ropa sobresaliendo de ellos.

Me levanté y lentamente comencé a ordenar cada prenda, tal como ella lo hubiese hecho. Cada camisa, cada pollera en su lugar, al igual que cada pantalón y cada saco. Noté que se había llevado su saco gris, pero no la pollera que iba con él y la imaginé notándolo al abrir su maleta con aquella expresión de "el mundo se viene abajo" y reí... iba a extrañarla tanto... ya la extraño tanto. Me tomó un buen rato hasta que el armario estuvo en condiciones de volver a cerrarse y decidí bañarme y vestirme para salir al trabajo... Para decir que no iba a trabajar más, recordándome que no solo estoy dejando a Samanta, sino que también a mis compañeros y, principalmente, a mis alumnos... Tomé aire y salí, sin siquiera haber desayunado ya que el hambre seguía sin aparecer. Es hora de afrontar las consecuencias de mis actos.

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