Martín no se comportó como siempre. Tal vez seguía enojado, tal vez si dije algo que lo hizo molestar. Tal vez me notó rara a mí, tal vez se quería quedar en Estados Unidos y voló a Argentina de nuevo, solo por mí... de nuevo. Algo tengo que hacer al respecto, no me perdonaría no volver a tener la relación de siempre solo por una idiotez mía.
Llegué a la oficina en la que me esperaba gente que yo no esperaba para reuniones que no había planeado. La mañana no podía haber empezado peor. Más contratos, más recitales, más giras, más viajes que comenzamos a repartirnos entre Lia y yo
- Pidieron una reunión el 11 de noviembre en Los Ángeles... yo podría ir
- ¿El 11? – pregunté mirando mi agenda. Estábamos sentadas en mi oficina, cada una con su computadora para ver cada espacio libre que teníamos - ¿A qué hora?
- Por la mañana
- Yo el 12 voy a estar en México – ella levantó la vista cuestionando lo que acababa de decir – Telehit – asintió
- ¿Eso significa?
- Podría salir el 10 a Los Ángeles, el 11 estar en la reunión, salir por la media tarde a México, el 12 estar en los premios y volar el 13 por la madrugada con la banda y llegar a la presentación acá
- ¿Segura?
- Es más fácil así. – volvió a asentir. En las próximas reuniones en el exterior no era tan necesario que yo esté, como en las que iba a tener acá, así que ella saldría en mi lugar. Agendas listas, ella salió y, al dar las cinco cerré mi día. Podría quedarme un poco más pero si Martín llega temprano... No, mejor me voy.
Al llegar al departamento vi que Martín no había sacado su valija del medio del camino, así que la tomé y subí las escaleras con ella, con la intención de ordenar todo hasta que el llegase. La puse sobre la cama y la abrí, estaba mucho más ordenada de lo que esperaba. Comencé a sacar las pilas de ropa y ponerlas en la cama hasta que algo cayó e hizo un fuerte ruido contra el suelo. Me agaché para tomarlo. Era una caja roja... un estuche rojo, mejor dicho. Confundida lo miré y me encontré un anillo. No era cualquier anillo, eso es un anillo de compromiso. Mis manos temblaron y mis ojos se llenaron de lágrimas ante tal objeto frente a mi ¿me va a pedir casamiento? ¡No se puede dar cuenta que lo viste! Volví a meter todo en su lugar, lo más parecido a lo que estaba posible. Volví a cerrar la valija y la dejé ahí. Inmediatamente me metí en el baño, para calmarme. No lo puedo creer. No lo puedo creer. ¿Le vas a decir que sí? ¡Obvio que le vas a decir que sí! ¿Cómo podés siquiera preguntártelo? Estaba feliz. Más que feliz. Sabía que él era el hombre de mi vida. Lo sabía.
Encendí la ducha y dejé que el agua caliente corriese sobre mi cuerpo. Ahora solo era cuestión de esperar... y los días me iban a matar ¿cuándo lo haría? ¿Cuándo me lo iba a preguntar? Calmate, Samanta. Calmate. Respiré hondo. Dejé el agua caer por casi una hora. Mi cuerpo no dejaba de temblar. Al salir de la ducha empecé a vestirme y maquillarme para cuando él llegara. Estoy de humor para que me vea más radiante que nunca.
By Martin
Todo estaba en su lugar, la valija seguía cerrada pero estaba sobre la cama. Rápidamente la abrí y la verdad no creo que haya tocado nada, no se ve desordenado. Suspiré aliviado y lo primero que hice fue buscar el anillo, aunque me costó encontrarlo... Creo que despistado lo puse en otro lugar. Lo encontré y lo guardé entre mis cosas antes de escuchar la puerta del baño abrirse y los pasos dirigiéndose al cuarto. Saqué la ropa de la maleta de un solo tirón para que pareciese que estaba ordenándola. Ella entró y yo hice que no lo había escuchado, fingiendo que nada había pasado. Me abrazó por la espalda – llegaste temprano – dije dándome la vuelta para quedar frente a ella y dejar un beso en sus labios. Sam sonrió y asintió
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