Estaba nervioso. Muy nervioso. El hecho de llegar con Samanta a Los Ángeles y tener la posibilidad de cruzarme a Bill ¿Qué pasaría de cruzarnos y yo estar con ella? ¿Qué pasaría si mi idiotez me volviese a cegar y en un acto fugaz ella me viese cerca suyo? No podía permitir que ninguna de las dos pase y aun así sé que quiero verlo... pero a la vez no quiero.
Desde que lo conocí solo hizo estragos en mi mente, confundiendo una vida que ya tenía planeada, sin siquiera tener una razón. Llegó y se quedó, como si tuviera derecho de hacerlo, como si tuviera poder sobre mi mente.
Sé que Sam notó que estaba nervioso. Jessy y Jerry también lo hicieron y lo dijeron en medio de la charla que estábamos teniendo, de la que claramente yo no participaba porque estaba muy ocupado teniendo la sensación de que en cualquier momento llegaría y tocaría el timbre. Pude escapar a su pregunta. Cenamos. Sami se fue a dormir, Jessy igual. Jerry y yo quedamos solos en la sala de estar - ¿Qué te pasa? – preguntó otra vez
- Nada
- ¿Por qué estás así?
- ¿Así cómo? – intentaba esquivarlo. Soy hasta capaz de irme a dormir ya mismo con tal de evitar éste cuestionario
- No sé, raro, inquieto
- No me pasa nada
- No le vi el anillo a Samanta
- No... es que... no tuvimos la oportunidad allá... Ella trabaja mucho y –me interrumpió
- Pero dijo que ya no está trabajando tanto y que de vez en cuando solo trabaja unas horas más de lo normal – mierda
- Sí... pero... está cansada y hay muchos mails que responder, ya sabés como es todo eso
- ¿Le vas a pedir en estos días?
- ¿Qué?
- Sería un buen justificante a tus nervios
- No... yo no... - él no dijo más nada. Yo tampoco. Poco después me fui a la cama, no pude ni acercarme a Sami por la culpa. Por la mañana, al despertarme, ella ya no estaba. Bajé a desayunar y me encontré a Jessy jugando con Aaron – Buen día – dije al pasar cerca suyo - ¿estás sola?
- Sí, Jerry fue a acompañar a Sam a la entrevista, no quisieron despertarte ¿Estás mejor hoy?
- ¿Mejor?
- Ayer estabas raro
- No, fue solo el vuelo, en verdad – ella revoleó los ojos y se paró, dejando a Aaron con sus juguetes en el suelo
- Te conozco lo suficiente como para saber cómo son tus malestares por un vuelo y cuándo algo te está molestando – su mirada acusadora mientras se acercaba a mí me ponía tenso...
- Bueno... sí – pensé – tenía miedo que Sam no se sintiera cómoda, pero solo eso. – Ella rió
- Sos un idiota ¿cómo no se va a sentir cómoda?
- No sé... tiene sus manías – Jessy volvió a su lugar con su hijo, aun riendo. Bien. Yo me preparé una taza de café.
- ¿Así que estuvieron ensayando los vecinos? ¿molestaban a la hora de la siesta? – sí, no pude evitar nombrarlos. Algo tenía que saber. Ayer llegamos y las luces estaban apagadas y no escuché ni una voz, ni un sonido