Estaba, junto a Lia, en una conferencia con una banda de Inglaterra. Tenemos un nuevo contrato y un nuevo tour que preparar. Ambas salimos contentas de la misma, había ido muy bien. Cada una volvió a su oficina y yo fui directo a ver mi teléfono "Podrías llamar ahora" respondió Bill a un mensaje que le dejé hoy por la mañana antes de salir. Miré la agenda. No tenía reuniones así que marqué su número y llamé.
- Hola, ¿Bill?
- Sí, ¿quién más? – dijo con un tono alegre. Bastante a comparación de nuestros últimos llamados
- No sé... la otra vez atendió tu hermano
- Bueno, una vez... - suspiré. Sin razón, pero lo necesitaba - ¿Querías hablar por alguna razón en especial?
- Ah... yo, sí. Les conseguí otra entrevista en una radio, para la semana que viene, también es en Los Ángeles
- ¡Qué bueno! Gracias – dijo todavía más animado. Es tan bueno ver cómo la gente se alegra del trabajo que haces.
- No, no, no hay por qué, Bill. ¿Todo bien por allá?
- Sí. Bastante
- ¿Mucho tiempo libre?
- Sí, también – rió. Éste es el momento en el que me quedo sin charla y me gustaría tener más temas para tocar - ¿Sam? – pero él habló
- ¿Qué?
- ¿Te puedo hacer una pregunta?
- ¿Qué pasa? – Sentí mi corazón a mil.
- No es nada, es una duda, así que se sincera
- Decime – y ahora temblaba
- Yo... ¿yo te parezco atractivo? – quedé dura ante la pregunta
- ¿Qué es esa pregunta, Bill?
- Es que... - sus silencios me mataban de a poco. Claro que sí. De alguna forma de llevaste mi mirada desde el primer momento, Bill ¿qué es esa pregunta? Seguí temblando – no, es una idiotez.
- No entiendo a qué viene esto – intenté reír, sonar fresca, aunque no creo estar lográndolo.
- Bueno, es que – rió – en realidad es algo chistoso- a mí no se me está haciendo chistoso. – No, no te molestes, no debería haberlo preguntado – siguió riendo y yo me encontraba tensa del otro lado de la línea.
- Está bien... Sabes... tengo que... tengo que volver al trabajo ¿hablamos después?
- Sí, cuando puedas.
- Adiós
- Adiós – y corté.
Miré el teléfono por varios segundos, incluso podría decir que algunos minutos, esperando que vuelva a llamar, que diga que se olvidó de decir algo importante, que vuelva a preguntar. Decirle sí. No. No. Samanta, no.
Cada vez que pasaban esas ideas por mi cabeza, siempre aparecía Martín en medio y me terminaba sintiendo como basura. Me merezco incluso ser llamada basura. Me voy de viaje de trabajo, me encuentro con un grupo de gente y termino queriendo decirle a uno que es la persona más hermosa que conocí. Que su sonrisa me desconcentra, que estar en una misma habitación me tensa, porque me siento apagada por su belleza y carisma. Porque lo veo y me da vuelta el mundo entero. Porque lo pienso y me crea un nudo en el estómago, un nudo que solo Martín debería generar.
Tres años, Samanta ¡tres! Tres y si él se entera vas a terminar tirando los mejores años de tu vida por la borda porque no sabés comportarte como la adulta que sos. No tenés quince años, tenés veinticinco, tenés una pareja, tenés una vida, no tenés a un chico que conociste hace unas semanas y eso no va a cambiar tu vida. No debería hacerlo. Es un cliente. Un cliente más de cientos. Vas a hacer un tour para ellos y con suerte conseguís que se animen a cederte el management de la banda. Ahí no cabe nada más que una relación de trabajo. Samanta, sos una idiota. Vas a arruinar todo.
Volví a poner mi teléfono sobre la mesa, enojada conmigo, con él por aparecer. Si Martín no se hubiese tenido que ir estoy segura que esto no pasaba. Lo extraño, es eso. Sí, lo extraño y extrañarlo no me hace bien.
No puedo concentrarme en los currículos ni en los mails. Volví a mirar mi agenda, no tengo más reuniones hoy, no hay nada que no pueda esperar. Tomé mi bolso y decidí volver a casa, estar acá era solo perder el tiempo.
¿Qué es lo que te pasa, Sam? ¿Por qué te comportás como una quinceañera? Eso del amor a primera vista no es para gente grande, vos no crees en esas cosas y sabes que no te puede pasar, que no te está pasando y que no vas a dejar que pase. No, porque amás a Martín y porque Martin te ama. Le rompería el corazón. De solo imaginármelo me siento mal, me siento la peor persona existente. Él nunca te haría algo así. Desde el primer momento se entregó completo a mí, aun sabiendo que yo no quería nada, e insistió hasta que lo conocí y se vino conmigo, y dejó su vida por mi ¿así le pago? ¿Coqueteándole a alguien que no conozco? ¿Buscando una forma de hablar con otro hombre porque sí? ¿Ignorándolo por querer hablar con Bill?
Bill... su imagen inundaba mi mente. Cerré mis ojos intentando imaginarlo, recordando su voz, su forma de caminar, sus movimientos, su sonrisa ¿era posible? No lo amo menos a Martín pero ¿es posible estar enamorada de dos personas? ¿Es eso en verdad posible?
Estaba estacionada frente al garaje de mi casa y no tenía intenciones de moverme. Sigo enojada, muy enojada. Me odio, me odio por pensar así. ¿Cómo podés ser tan mala persona? ¿Cómo? ¿Cómo cabe siquiera una idea así en tu cabeza? ¿Cómo podés decir que estás enamorada de dos personas? La frustración me invadió y golpeé el volante del auto con ambas manos, luego lo apreté con fuerza, con una mano al lado de la otra y apoyé mi cabeza sobre éstas. Comencé a llorar. Sos la peor persona existente, Samanta ¿sabías? Me odio y me merezco el desprecio de todos, especialmente el de Martín.
Poco después entré a casa, desganada, claramente. Me di una ducha, lo necesitaba, aunque salí y mi cabeza seguía igual de saturada.
Quiero hablar con Martin, lo necesito, pero no tengo valor. No tengo el valor de mirarlo a los ojos después de todo lo que pasó por mi cabeza. Tal vez solo necesito que vuelva, volver a verlo. Tal vez todo se va a solucionar así.
Noté que la casa era un desastre, casi no la había mantenido éstos últimos días y ya que tengo tiempo, creo que debería hacerlo ahora. Quise animarme, prendí mi computadora para poner música y lo primero que veo es una notificación de Bill en mi correo electrónico. No le había enviado la dirección de la entrevista nueva. La envié. Puse música y comencé a hacer lo que quería hasta que sonaron ellos y esa bendita canción. Ese maldito ama a quien te ama. Sentí mi corazón romperse en pedazos. Era su voz, era la imagen de Martin cruzando mi cabeza. Martin me ama, yo solo debería amarlo a él, como él hace. Volví a llorar. Lo necesito al lado mío. ¿A quién? No sé, a alguno de los dos, de una forma u otra, todo está mal. Todo.
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