Capítulo 20

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-          Te cayó bien ¿no?

-          ¿Qué? ¿Quién? – me había quedado en blanco tras la partida del rubio. Cada segundo que estaba cerca de mí una ola de calor recorre mi cuerpo, me tenso, quiero que se quede, quiero que se vaya, todo al mismo tiempo. Después vuelve Samanta... Sami a mi cabeza y no sé qué pensar. Me siento confundido, atónito. Y entre todos esos pensamientos me habla Jerry y yo, claramente, no lo estaba escuchando

-          Bill, el vecino

-          Yo ¿por qué lo decís?

-          No, me pareció. Es un buen chico y ya viste que hace buenas fiestas – rió, yo seguía sin encontrar el ánimo para reaccionar a cualquier cosa

-          Sí – y todas esas imágenes volvían a repetirse, una y otra vez. Esto era casi una tortura para mi mente, para mi cuerpo.

-          Nunca me mostraste el anillo

-          ¿Qué anillo?

-          ¿Qué te pasa? ¿Sigue la resaca? El que le compraste a Sam.

-          Ah... ese anillo... No... está guardado

-          Mostramelo, dale.

-          Si, bueno... - comencé a caminar a mi habitación. Él me siguió. Mi cara no mostraba ningún tipo de emoción mientras lo sacaba del cajón en el que por la madrugada lo había guardado. Saqué el estuche y lo estiré a mi cuñado

-          Bueno, con tantas ganas que tenés si hasta parece que no te querés casar – rió otra vez. Lo miré confundido. El miraba el estuche, luego el anillo, pero esa frase acababa de darme vuelta la cabeza ¿no querer? ¿por qué no querría hacerlo? Si Samanta... Samanta es... Sami es mi novia. Hace tres años. Sami es mi futura esposa ¿cómo no voy a querer? - ¿nos vas a invitar?

-          Claro que sí... Tal vez después de eso hasta consigo que nos compremos algún departamento por acá y vamos a salir de fiesta más seguido

-          Ah no, no lo creas. Si yo ahora lo hago es porque estás vos. Casarte significa que el ochenta por ciento de tus salidas las va a decidir ella, lamento comunicarlo – siguió bromeando. Intenté entrar en tema con él y reír.

-          Solo espero que diga que sí

-          ¿Por qué no lo haría?

-          No se... quien sabe – o tal vez... No. Ella va a decir que sí, nos vamos a casar y vamos a vivir juntos hasta el fin de nuestros días. Punto. No hay más vueltas en el tema. – creo que debería llamarla – el captó el mensaje y salió de mi habitación. Me eché en la cama con mil pensamientos en la cabeza y ninguno a la vez. No le había respondido ¿Por qué se hacía tanto problema por qué le dijera Samanta? Pareciera que solo está buscando que nos volvamos a pelear por una idiotez ¿tanto podía preocuparle algo así? Es un nombre. Volví a mirar el teléfono y ahora si estaba enojado ¿por qué le molestaba? ¿Por qué me molesta tanto? ¿Por qué esa necesidad de escribirme todo el tiempo? Estoy de vacaciones, necesito algo de tiempo libre.

Ella puede irse de "viaje de negocios" sola de un día para el otro y yo nunca digo nada pero yo decido irme y ahora está encima mío. Solo vine a ver a mi hermana, a conocer dónde vive...

Me encontré enojado, frustrado y vigilado y de repente no entendí lo que pasaba. Fue un mensaje, Martin, un mensaje, nada más. ¿Por qué estoy tan molesto? ¿Por qué me siento así con ella? No hay razón, no tengo razón.

Tomé el estuche con el anillo y lo miré mientras lo sostenía con ambas manos, sentado en la cama. Lo observé en todos los ángulos posibles, era en verdad hermoso. Quise volver a imaginármela a ella, imaginarme su expresión al verlo y no pude. No. Lo que no pude imaginar es a mí entregándoselo.

By Samanta

Estaba volviendo de la oficina cuándo escuché que me había llegado un mensaje al celular aunque lo abrí recién al llegar a casa "Dame algo de tiempo libre. Nos vemos el lunes." Fue lo único que recibí del contacto que tenía registrado como "Amor"... Que chistoso, ni un poquito de amor. Me dijo que se iba a ir de fiesta ayer, tal vez solo es la resaca... Reí recordando que Bill había tenido una fiesta ayer también y que me dijo que también tenía resaca... ¿Será qué...? No, imposible, volví a reír ante mis pensamientos. Los Ángeles, un lugar gigante, lleno de gente, todo el mundo debe hacer fiestas constantemente. Pero podría ser que... No, no, sino me hubiese dicho, yo le dije el nombre de la banda.

Ocupé casi todo mi día leyendo los currículos y perfiles  de todos los postulantes que llegaron hasta ahora para entrar en Samanta y Co. ¿Era posible no recibir a alguien medianamente calificado para ser parte de nosotros? La opción que más me preocupaba era la de management, en Argentina no voy a conseguir nada como corresponde, necesito ampliar... O necesito a Martin. Por primera vez en toda la semana sentí que lo necesito ¿es eso bueno o malo? Digo... Bueno es... malo es no haberlo sentido antes. Mi cabeza seguía confundida y esto me estaba molestando. Bill volvía a cruzar por mi cabeza y sentía como mi "ello" y mi "súper yo" peleaban dentro de mi cabeza. Lo que debo, lo que quiero. Lo que tengo, lo que deseo. Lo que puedo, lo imposible. Sacudí mi cabeza en busca de borrar todo eso que daba vueltas aunque mucho no logré. Volví a intentar concentrarme en los contratos aunque, obviamente, ya no pude.

Hasta el momento no había llegado a analizar como corresponde el mensaje de Martin. Lo leí otra vez, y otra y una más... algo de tiempo libre. Que le dé algo de tiempo libre ¿qué le pasa? Las ganas de escribirle otra vez desaparecieron... si le va a poner tanta buena onda mejor espero hasta verlo. Tal vez estar tanto tiempo lejos no era tan bueno. Tal vez debería encontrar la forma en que viajemos juntos cuándo tengo que ir a firmar contratos pero... es mi trabajo y no estaba planeado que él se vaya justo antes que yo llegue y yo no dije nada al respecto. Podría haber ido con él... No, no podía, tenía que seguir mi trabajo... O sí, podía tomar la semana de vacaciones que no usé... No, tampoco, porque estaba llena de trabajo ¿debería sentirme culpable?

No volví a recibir un mensaje suyo en todo el día, tampoco logró molestarme más de lo que ya estaba y lo único que quería ahora mismo era que por arte de magia Bill decidiera escribirme.

By Bill

La cabeza me mataba, ya no tanto por la resaca, me mataba en pensamientos. Casi que podría decir que no me siento yo mismo. En un principio no entendía todas éstas cosas que rondaban mi cabeza y jugaban en mi cuerpo haciéndome sentir mal y bien al mismo tiempo. Tan extraño era que siquiera recordaba cuándo fue la última vez que logré sentirme así. Ese sentimiento de querer ver a alguien y temblar al hacerlo, sentir como tu cuerpo se estremece con cada palabra. Creer que todo el universo puede desaparecer sin siquiera importarte, mientras tengas la chance de mirar a otra persona a los ojos. Me negaba y me niego a creer que algo así está pasando en mi cabeza.

Quiero negarme algo que sé que no puedo, que no debo. No lo conocés, no te conoce, siquiera sabe quién sos ¡se va a casar! Primero lo primero, siquiera es alguien que vas a volver a ver, se va porque tiene una vida y tu vida también sigue igual, porque es así, porque siempre es así, porque que vos creas en el amor a primera vista no significa que todos lo hagan, que todos lo sientan. Pero... pero ¿por qué siento que él sí? Debo estar perseguido, sí. Sí, Bill, estás perseguido, porque crees que si vos mirás a alguien ese alguien te mira y no es así, porque no podés tener al mundo a tu pies... porque no podés enamorarte de alguien que no conocés ¿cuándo lo vas a entender? Pero él tampoco me conoce. Tampoco me conoce y lo vi mirándome y sé que no fue mi imaginación, no puede ser mi imaginación, esa foto, esa mirada no puede ser imaginación. Debería, debería pero no puede ser así.  Deberías dejar de ser tan idiota, Bill. Se va. Se va en unos días y no lo vas a volver a ver. Podrías hacer y decir lo que quisieras porque no va a cambiar de opinión ni de vida por alguien que no conoce, porque se va a casar. Podrías... podrías...

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