Capítulo 42

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De vuelta en Los Ángeles las cosas con Tom no habían mejorado. Cada uno tomó sus maletas y fue directo a su cuarto. Martín no me había respondido y esto solo le daba más razón a Tom. Tal vez sí sólo había sido algo pasajero y él volvió ahora con Samanta, dejándome de lado. Claro, que importo yo que aparecí ahora ¿por qué debería importar?

Me dejé caer sobre la cama, a pesar de ser media tarde ¿qué más iba a hacer? ¿Salir a ver a Tom refregarme en la cara que siempre tiene razón? ¿Encontrarme con los vecinos que seguro ya saben todo lo que pasó? ¿Encontrarme frente a cara de "oh dios mío, vivo al lado de un famoso mundial"? No, no y no.

Pumba se subió a mi cama, casi sabiendo que era lo que me estaba pasando, y se recostó sobre mi pecho. Estuvimos en silencio un largo rato, tanto que hasta podría haber dormido. Estoy cansado física y mentalmente. Escuché leves golpes en la puerta, sabía que era Tom. No contesté. Volvió a golpear pero ésta vez entró sin esperar respuesta - ¿Vas a comer? – lo escuché decir bajo. Tenía los ojos cerrados y con una mano acariciaba a Pumba. Seguía sin contestar – Bill, sé que me estás escuchando... ¿Seguís enojado? Perdón ¿sí? – Lo escuché caminar hacia mí y abrí levemente uno de mis ojos para verlo disimuladamente – Sé que estuvo mal lo que dije pero no hay forma de hacerte entrar en razón – mientras hablaba se sentó a mi lado en la cama. Yo seguía ahí, recostado. Había vuelto a cerrar los ojos – y me molesta verte así, porque es como si tuvieras un imán para estas cosas... No... no me molesta, me duele. Me duele verte así por algún idiota porque me dan ganas de buscarlo e ir a partirle la cara, pero no puedo... y eso me molesta. No poder defenderte como corresponde. – dejé salir una leve sonrisa – Yo solo intento protegerte, pero no puedo hacerlo como quisiera... y sé que lo que dije hoy estuvo mal – giré mi cabeza en su dirección al mismo tiempo que abría los ojos para mirarlo y sonreírle. Yo sabía que él no quería hacerme mal... probablemente sea el único que no lo haría jamás. Él medio sonrió como respuesta y se paró lentamente, aun hablando bajo siguió– voy a estar abajo... y ya pedí la cena. – Lo vi salir sin darse la vuelta y cerrar la puerta tras su espalda. Me quedé varios minutos más en mi cama hasta que decidí bajar... Tom no tenía la culpa de nada.

By Martin

Tenía que volver a empezar, volver a hacer todo bien. Nada puede salir bien de cambiar lo que vengo haciendo hace ya tres años ¿por qué lo haría? Aunque doliera, aunque costara, no podría dejarla, no podría hacerle mal... más mal. No quiero volver a verla llorar frente a mí, por mí. No me lo voy a volver a permitir.

Desayunamos como si esa escena no hubiese pasado... o al menos yo intenté hacer de cuenta que no había pasado. Actuando como si estuviéramos meses atrás, cuando todo estaba bien. Ella notó que en mi estaba todo bien y también se soltó, dejó que la mañana pasara, sin mirar al reloj. Tal vez el desayuno pasó de largo, convirtiéndose en almuerzo también, pero no nos importó, o al menos yo intentaba que no importe ¿Hace cuánto no teníamos un día para nosotros? Así, simple. Sí, la relación se había desgastado éste último tiempo, sí, yo había hecho cosas que no debía pero ¿tiene que significar el fin? ¿Tiene que significar que ya no la amo? No, no y haré lo imposible para que no sea así.

Horas más tarde, ella seguía en bata de baño, así que decidió subir a cambiarse. Recordé el mensaje de Bill y quise responderlo, pero al momento de tomar el teléfono decidí que mejor no, no era una buena idea. Si le escribía iba a responder... si respondía yo iba a seguir y no, no es la idea.

Decidí relajarme, necesito relajarme, bajar un cambio, calmarme. Me senté en el sillón a buscar una película para ver, Samanta iba a bajar y ninguno tenía planes. La idea de pasar un día en casa, solos, tranquilos, al fin, me pareció aceptable y con bastante sentido para volver a lo que solíamos hacer antes y aprovechar el tiempo que ahora tiene. Además, afuera llovía, era el clima perfecto para quedarnos todo el día en el sillón viendo películas. Todo apuntaba a que sería una buena idea.

Ella bajó minutos más tarde y se sentó a mi lado, apoyándose sobre mi hombro mientras uno de mis brazos rodeaba su espalda. Nos acomodamos y nos quedamos ahí, en silencio, mirando a la pantalla. Al fin, un silencio que no me molestaba, que no me incomodaba. Al fin un silencio de paz, de tregua.

Solo tengo que dar un poco más, como ella. Sólo tengo que centrarme en ella, en la relación, en nosotros. No lo iba a volver a ver, ahora era seguro... o al menos por un buen y largo tiempo. No tengo por qué volver a hablarle, no tengo por qué seguir teniendo contacto con él. Todo va a volver a la normalidad... yo voy a volver a la normalidad

By Samanta

Volver a estar juntos, solos, me hizo entender que tal vez sí estaba exagerando, tal vez no había sido tan malo.

Ahora que todo aparenta estar bien voy a poder volver a enfocarme en lo importante para la agencia y para nosotros también, tengo que dejar de pensar tanto en mí y pensar en mejorar esto, no volver a dejar que peleas así vuelvan a pasar, que un tercero vuelva a aparecer en mi cabeza. No lo puedo permitir.

Sin darnos cuenta el día casi había pasado, entre películas y siestas y me parece más que bien para una reconciliación. Por la noche decidimos salir a comer fuera, la idea de la propuesta de casamiento mejor me la saco de la cabeza por un tiempo pero ese anillo dando vueltas en algún lugar de la habitación me carcome la cabeza ¿y si no era para mí? Ay, Sam, que estúpida ¿para quién sino? Dejé esos pensamientos de lado y me vestí.

Para mi sorpresa la noche fue mucho más relajada y buena de lo que podía esperar, volvimos por la medianoche directo a dormir.

Para el domingo tenía planes así que ya por el medio día dejé la casa y salí a ver a Ludmila. Ella tiene mucha más información de Tokio Hotel que la que yo podría tener y así, con esos datos que ella me traería, podía empezar mi nueva jugada con la banda. Si no lo logro a través de Bill, iré directo al problema, al estorbo, a David Jost.

Sin notarlo el fin de semana había pasado y la semana comenzaba con reuniones importantes en la oficina. Lia y yo nos encargaríamos de ponernos en contacto con Jost y los supuestos otros responsables de la banda para conseguir una reunión. Logramos recolectar todos los datos necesarios y comenzamos a redactar mails las dos en mi oficina, concentradas en nuestro trabajo. Mientras más personas respondieran, mejor.

La última semana recibimos una buena propuesta de fusión con una agencia en Estados Unidos y la estábamos pensando mucho, tal vez sí era lo mejor extender nuestro alcance, hace rato venimos recibimiento éste tipo de propuesta y es la primera vez que una llama mi atención ¿debería? Pfff... Tal vez no era tan mala idea... Lia no lo veía mal, yo, en parte, tampoco pero la idea de mi empresa, la que empecé yo, vaya a pertenecer en parte a otro no me terminaba de convencer... Tal vez debería hablarlo con Martín, él siempre me ayuda en éstas decisiones aunque... él seguro diría que sí, él quiere que pasemos más tiempo allá... También me serviría para trabajar más personalmente con todas las bandas que tengo allá... Mitad Argentina, mitad Estados Unidos.

Lia no dejaba de mostrarme los pros de hacerlo, ¿y los contras? Prácticamente no había ninguno. Era un beneficio para nosotros, para ellos, para mí, principalmente y eso, tal como Martín querría, significaría pasar mucho más tiempo allá, tanto como acá... tener un departamento ¿y su trabajo?

También me sería útil para mantenerme en mejor contacto con Bill y Tom si quiero el management de la banda, y tal vez podría conseguir otras... tal vez Martín podría aceptar volver a trabajar conmigo.

Podía no ser tan mala idea... sólo tendría que pensarlo más, voy a tener que hablarlo con Martín.

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