4-Angelie

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Angelie

La semana no comenzó bien, pero tampoco es que me fue bien el fin de semana, lo bueno es que mis dolencias estaban remitiendo poco a poco y eso era de agradecer.

— Necesito hablar contigo — entró mi padre a mi santuario sin tocar.

Era miércoles y desde el domingo en la mañana mi padre a penas y me hablaba, ni hablemos de entrar a mi habitación. Estaba sentada en la cama  con mi pijamas largo puesto mientras estudiaba para un examen importante, tenía más de un libro encima de mi cama y sin embargo tenía más de una hora perdida, no podía estudiar algo que antes era fácil para mí.

— Usted dirá — le señale una silla cerca de mi cama.

Se acercó despacio a la silla y desabotono los botones de su chaqueta mientras se sentaba, su rostro estaba tenso al igual que sus hombros.

— Esté fin de semana necesito a toda la familia, busca un vestido bonito y compra también una máscara.

— Padre... No creo que sea lo mejor — no podía sostenerla la cara.

Me quedé viendo las letras de mis libros abiertos como si fuera lo más fascinante que he visto.

— Tal vez me expresé mal— carraspeo y se levantó cuadrando los hombros — No te estoy preguntando Angelie, te exijo que te arregles y estés arriba el sábado en la noche, de preferencia un vestido discreto.

Se abotonó la chaqueta de su traje y salió de la estancia, las lágrimas picaba en mis ojos por salir, no quería ir a ningún lado, padre pocas veces me obligaba a ir a esta clase de eventos que lo único que hacían era denigrarme ya sea por mi color de piel o por ser la hija bastarda de mi padre con una prostituta. 

A veces odiaba a mi madre por haberme dejado sola con esta situación, era feliz en la ignorancia, luego recuerdo que ella no pidió morir y mi lleno de culpa.

Cerré  mis libros y me quedé viendo a la nada, ya que debía ir si o si a esa dichosa fiesta le escribí a Maira para que pasará por mí, en menos de dos segundos me llamó.

— Guapa... ¿qué pasó? — La nota de preocupación de su voz era evidente — ¿cómo así que necesitas un vestido?

— Mi padre me necesita este fin de semana... Creo que es una fiesta de disfraces.

— Nena, pero. ..

— Lo se Maira, pero no aceptó un no como respuesta.

— Bien, paso por ti en media hora— me dijo enseguida. Si apoyo siempre está allí.

— Gracias, no quería ir sola a comprar. No estoy de ánimos— confesé.

— Jamás estarás sola— colgó para supongo venir.

***
Maira pasó por mí como me había dicho y salí huyendo del Castillo donde me tenían encerrada, llegamos temprano al centro comercial y comenzamos a elegir que debería ponerme para la fiesta a la que papá me obliga a ir, me hubiera gustado que ella pudiera acompañarme para pasar este rato amargo.

— No se por que mi padre quiere meterme en la boca del lobo — le conté a mi amiga viendo las perchas de los vestidos.

Ninguno terminaba de buscarme, soy delgada por herencia, pero también tengo un trasero muy grande y redondo así que a veces tengo que pedir otra talla y debo hacer trucos para que me queden de cintura.

— Lleva el pelo suelto — Me aconseja mi amiga.

— Todo depende del vestido, ya veré —respondí viendo un vestido rojo precioso.

Escapando del jefe de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora