Ignati
Remitente: Problemas
Eso decía el mensaje que me saco de los baños de la biblioteca, en cuanto puse un pie fuera un carro ya me estaba esperando para sacarme del lugar.
-¿Qué sucede?
-Nos robaron una embarcación con la droga que venía - me informa el chofer en cuanto subo al auto que me espera fuera de la biblioteca.
- Проклятые, матерщинники - maldije en mi idioma natal.
Malditos, hijos de putas.
-El chofer del camión quedo vivo, están llevándolo al almacén para que hable con él - me da el reporte mientras se incorpora al tráfico.
-Rastrea el camión, necesito su ubicación para ayer - exigí pellizcando mi nariz, me entrega una carpeta con la vida misma del chófer y me dispongo a leer entretanto llegamos a donde está el traidor.
En cuanto llegamos al complejo de edificios donde ocurren las peores torturas me bajé de un salto cuando aún seguía el auto en movimiento, caminé por un camino de grava y mis hombres fueron apareciendo e inclinando la cabeza en señal de respeto y por jerarquía en un saludo silencio, a nadie le convenía hablarme cuando estaba de este humor tan sombrío.
-¿Dónde está? - le pregunto a uno de ellos y me señala uno de los cuartos especializados en este tipo de casos.
Mi conductor está en una silla amarrado y algo golpeado, camino de manera sigilosa no solo viéndolo a él sino también mi entorno y familiarizándome de nuevo con los instrumentos, cuando comencé a entrenar era uno de los que torturaba, es uno de los rangos más bajos en la Bratva y madre quería que aprendiera desde abajo sin tratos especiales.
Madre se tuvo que encargar ella misma de mi entrenamiento cuando asesinaron a mi padre en un viaje de negocios.
-Me hablaron de ti - hablé por primera vez y cerrando la puerta en el proceso haciéndome notar.
-Rey... y-yo... escúcheme - me pide en balbuceos frenéticos.
Hay muchas maneras de llamarme y una de esas es Rey Rojo, señor frío entre otros y no me molestan ningunos, excepto estúpido, odio que quieran hacerse pasar por listos cuando todos saben que tengo ojos y oídos en todas partes. Lo considero una falta de respeto a mi inteligencia que piensen que no me voy a enterar de nada.
- Buen chico, excelentes notas en la universidad, pero tu madre enferma y te uniste a la bratva - empecé a enumerar sus conocimientos y él tembló al recordar quien era, el hombre antes de las muertes y los tatuajes.
Conocía todas las vidas de mis hombres nuevos y viejos, era una manera de mantenerlos fichados, que no crean que entran y pasan la prueba sin yo saberlo es ridículo.
Para pertenecer a la bratva hay dos opciones, la primera es que te enlistes y pases las pruebas que son bastantes enfermizas para los novatos y la segunda es el derecho de sangre que no te exime de pasar las pruebas, yo estaba en constantes pruebas desde los tres años cuando mi padre empezó a desarrollar mi mente con juegos didácticos complejos, no por ser el próximo Pakhan me eximia de las pruebas, eran parciales conmigo y algunas de esas pruebas era vivir o morir y padres siempre confiaron en que su primogénito saldría exitoso en todas.
-Me gustan los prospectos prometedores que son leales, pensé que llegarías más arriba al área administrativa - lo rodeé para ver si estaba bien atado y comprobar sus lesiones- ¿cómo tomarías esto tú, siendo el jefe? Para mí se ve feo, mi merca desapareció, tu compañero muerto mi conclusión es que me traicionaste y eso no me gusta nada, tu pronóstico es aterrador.