42- Ignati

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42- Ignati

Subí a mi habitación por que ya no aguantaba a la gente, una de mis esclavas estaba allí esperando por mí.

—Llena una bañera y lárgate —demandé, se dio media vuelta y preparó todo como me gusta y luego se retiro sin una palabra más.

La familia Volkov tiene esclavos, no empleados, se les pagan un sueldo, pero son de nuestra propiedad siempre a sido así, no todos lo entienden y tampoco es que me importa mucho que digamos, me desvisto luego de cerrar la puerta de mi habitación con seguro por que no quiero interrupciones. Me metí en la tina y me obligué a relajarme.

Angelie McGuire a movido a todo el mundo a buscarla, la Cosa Nostra no se quedará quieta, pero Bernardo esta en la Camorra, aunque no es el Don es su mano derecha y es influyente para su gente y por supuesto yo movilice a todos para que la hallaran antes que todos ellos.

Dos mafias la buscan.

Obvio yo llevo la delantera, el idiota de Bernardo me da demasiada risa lo patético que puede llegar a ser cree que no me di cuenta que lleva días siguiéndome, es un maldito pobre diablo, no me importa que me siga, no va a conseguir nada conmigo, así la consiga primero, él no me la va arrebatar.

Y si él la encuentra primero se la quito, ya vi que no quiso casarse, motivo suficiente para ir por ella.

Yo no estaba ni drogado ni borracho cuando ella entro en mi habitación hace dos meses.

DOS MESES ATRÁS

Estaba cansado de todo el viaje, el don solo le daba vueltas para verme, solo accedía esta reunión por un viejo amigo, si no fuera por Gio no tendría por qué venir aquí.

—Quiero que se retiren temprano— le dije a Nikita.

—Seguro que no quiere que me quede, amo— me da su invitación implícita, pero tampoco tenía ganas de nada hoy.

—No, lárgate —odiaba que me preguntaran cosas estúpidas. Solo quería estar solo.

—La seguridad quedara en la puerta— me avisa y se levanta para irse.

—No, que se queden en las habitaciones de al lado o al final del pasillo, es mejor— masajeé mi frente tratando de aliviar mi dolor de cabeza—Déjame solo, Nikita —gruñí enojado por que no cumpliera mi orden con rapidez.

Se perdió en menos de dos minutos y me quedé solo como quería, este viaje era una perdida de tiempo, no tenía por que estar aquí hoy, pero Mikhail estaba de viaje y no podía venir en mi nombre.

Aunque pensándolo bien Mikhail ya hubiera matado al don, no tiene la paciencia que yo tengo, el Don sigue vivo por los pelos, que si no...

Me metí en la bañera para relajarme, el agua siempre me ayudaba, poco más de una hora después estaban tocando mi puerta, supongo que lo escoltas se fueron a la habitación, me enrollé una toalla alrededor de la cintura y tomé mi arma, caminé en rápidas zancadas y abrí de golpe, una chica de color canela terminó en mis brazos, creo que recostó de la puerta.

—Me mojé— sus palabras roncas y calientes me pusieron como una moto.

—¿Quién mierda eres? —pregunté en cambio.

—Quien tu quieres que sea, papito rico— sus pupilas estaban dilatadas y no dejaba ver mi pecho mojado por la ducha —¡wao! Mira eso— toco mis pectorales siguiendo las gotas de aguas.

—¿Eres una puta? —pregunté sin rodeos, se veía más allá de sexy con ese vestido rojo resaltando cada curva.

—Siempre he querido serlo, pero la vida no siempre te cumple lo que quieres —casi me rio con esa analogía extraña.

Escapando del jefe de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora