30- Ignati
Me estoy arreglando en mi cuarto cuando entra Natalya sin tocar, se sienta en la cama mientras me ve anudándome la corbata, está mascando chicle de una manera repugnante según mi punto de vista.
—¿A dónde tan guapo? —pregunta cruzándose de piernas y balanceando una, recuesta su cuerpo de la cama y se sostiene de sus manos, parece más una niña desde el espejo.
Ella no tiene ninguna preocupación salvo las cuentas y disfrutar, hace unos años pensé que quería eso, pero la Bratva me llamaba.
—Una boda —le respondí de manera escueta.
—No te gustan las bodas— apunta a un hecho verídico— ¿quién se casa?
—Lo sé, es por negocios —hablé sin quiera sin verla, no le respondí quien se casaba.
Unas delicadas manos rodean las mías y la veo muy concentrada arreglando mi corbata, bajo las manos y dejo que me ayude, cuando está por terminar habla de nuevo.
—Necesitas una esposa que te ayude con estas cosas— agrega con una sonrisa satisfecha por su trabajo bien hecho.
—No quiero una esposa— sostuve confiado, sin embargo, la mirada oscura de mi angelito llegó a mi mente y la desheche enseguida.
—Deberías, estas viejo ¿no quieres hijos? —pregunta ella poniendo las manos en su cadera.
—No estoy viejo. ¿Me ves como un padre? Lloran todo el tiempo, cagan y no sabría qué hacer con uno— pensé en voz alta con un escalofrío que recorre mi cuerpo entero al imaginar una criatura llorona toda la noche, no gracias— mejor no tenerlos por ahora.
—Pues aprendes y ya ¿qué tanto? —resopla frustrada por hablar conmigo, de pequeño decía que hablaba con una pared por no dar mi brazo a torcer.
—Ya deja de decir tantas pendejadas, me voy —me di media vuelta y la dejé allí refunfuñando algo sobre los hombres.
Llegué a mi auto y vi el regalo en el asiento trasero, tenía ganas de lanzarlo por la ventana, pero no. Soy mejor en este juego de mierda, quiero que se case mientras me ve a la cara, quiero ver si es igual a las demás en busca de dinero y piensa que el matrimonio es la solución.
Ya veremos de que es capaz el angelito.
Uno de los trabajadores de la mansión con un uniforme Vinotinto recibe mi carro y le entrego una propina para que lleve el regalo él, ni loco toco esa cosa que Chiara compró, ni siquiera sé qué es. Fue muy satisfactorio ver la cara de pánico de Luca y la de terror y disgusto de Bernardo, el flamante novio, que burla de matrimonio.
Esta boda era burla mayúscula con un gusto asqueroso, llevaba mi quinto trago cuando veo el espectáculo comenzar, luego veo que algo va verdaderamente mal cuando el Don se acerca a su yerno y este enseguida se baja como un toro furioso viniendo en mi dirección, reclamando lo que un principio no entendí, ya luego logré entender detrás de toda su rabieta lo que Angelie había hecho, para un mafioso es bochornoso que la novia escape el día de su boda, si la atrapan le espera la muerte, pero supongo que es algo que ella ya sabía y aun así lo hizo.
¿Se escapó? ¿sola?
Los reclamos de Bernardo me parecen hasta chistosos cuando no he movido un puto dedo para que mi angelito se escape, no hubiera sido mala idea irrumpir en plena boda y llevármela a las malas, pero no pensaba hacerlo, tal vez después de casada, que su noche de boda hubiera sido conmigo, creo que hubiera sido poético.
En algo le doy la razón a Bernardo, alguien tuvo que ayudarla, todos se ven tranquilos esperando que den inicio a la fiesta, pero con unos cuantos gritos Bernardo corre a los invitados y estos se van corriendo, pero yo me quedé en mi lugar.
—¿Vas a querer devolver el obsequio? —pregunté en una clara burla hacía el novio.
—Mejor largarte, Volkov— escupe con inquina y con ganas de matarme, este tipo me da risa.
—Cuida ese tonito, Bernie— le recomendé con una amenaza escondida.
—Señor Volkov, me alegra que pudiera venir a la boda, sin embargo, al parecer no se va a celebrar por unos inconvenientes, si quiere le puedo hacer llegar el regalo que trajo —la esposa del Don me lame las botas.
Esta gente me provoca náuseas, no sé cómo es que el angelito es tan diferente.
—Quédatelo como obsequio por tan vergonzoso incidente— me levanté abrochando mi saco— me encantaría quedarme y ver como se hunden en la mierda, pero tengo cosas más interesantes que hacer.
—Maldito —murmuró Bernardo.
Lo dejé pasar, tenía cosas importantes que hacer, salí del lugar montándome en mi auto en cuanto me lo trajo el mismo chico al que se lo había dado, pero no tenía tiempo de platicar con él. En cuanto salí textee a Vik para que salga de donde sea que este, segundos después una moto comenzó a seguirme y cuando estuve en la autopista me ahorrillo a un lado del camino, Vik llega segundos después. Enciendo un puro mientras lo veo apearse de la moto.
—jefe — inclina la cabeza en señal de respeto.
—Angelie McGuire se escapó —le informé y me ve realmente sorprendido.
Me lo imaginé, el angelito se escapó sola, pero sí tuvo que haber alguien ayudándola, la pregunta ahora es.
¿Cómo escapó como para que ni Vik ni nadie la viera salir?
—Es imposible, tuve todas las entradas cubiertas, solo han llegado los invitados y el personal que se iba a necesitar para hoy— me informa.
—Lo sé, si te hubieras dado cuenta, me hubieras avisado más, sin embargo, no me gustan las sorpresas, Vik— le di una calada a mi puro.
—Lo sé, jefe el castigo que elija lo tomaré con gusto— mantiene su frente en alto demostrando que no tiene miedo a la hora de cumplir cualquiera de mis designios.
—Luego veremos eso, es hora de encontrar el angelito y más vale que sea antes que ellos— le informe— llévate dos hombres más y que comience la búsqueda no debe estar muy lejos.
¿Dónde te fuiste, pequeño ángel?
Entonces erróneamente creí que querías casarte, cuando en realidad solo esperabas paciente el momento de huir.
Si te encuentro no te dejaré ir.
Mis razones no son románticas, son netamente egoístas, ese imbécil no la va a tener, ya es mía.
Estoy seguro que dejarlo vivo y que la vea de mi brazo lo va a carcomer de por vida y ni hablemos del don de la Camorra, se le van a retorcer las tripas.
Seré yo quien consiga a Angelie.
Será conmigo con quien viva y definitivamente será mi cama en la que duerma.
—Así se hará, jefe — se aleo lo más rápido que pudo ya con el celular en la mano haciendo lo que pedí.
¿Dónde estás?
¿Quieres que yo te consiga?
¡Qué empiece la cacería, angelito!
Fumé un rato más al lado de la vía mientras veía los pocos carros transitar, pensando en lo errado que estaba al creer que se casaría con semejante cobarde, la gata está afilando las uñas, es solo que no le dejaron afilar bien las garras de esa pantera.
Me equivoqué, no es una gacela indefensa.
Quisiera ver quien es en realidad, Angelie.