3- Angelie

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Angelie

Venía caminando de manera pensativa luego de dejar mi moto en el estacionamiento, ya caminando a la entrada me encontré con Maira mi mejor amiga.Solo tenía una amiga, mi vida no a sido sencilla y al final todos huían al ver a mi padre, sus estúpidas reglas de casi no dejarme salir por miedo a que perdiera la virginidad con cualquiera y ahora que lo hice con un hombre que no conozco y que no recuerdo me pesa en los hombros esa carga, nadie quiere quedarse al ver como de disfuncional era mi familia.  

—Hola, chica — saluda alegre, mi cara creo que le dice que no estoy para juegos y se pone seria de golpe — ¿Qué sucedió? te dejé bien el sabado y muy contenta.

—Todo se arruinó, no sé que me paso el sábado, Maira— dije en un llanto ahogado— no lo recuerdo.

Cada vez que trataba de recordar la noche del sábado todo se difuminaba y se ponía negro, tape mi rostro por la verguenza con mis dos manos.

—Fuistes a una cena con tu familia  ¿ al menos recuerdas eso? — su cara de preocupación era evidente.

Me tomó de las manos quitando de mi rostro, no me juzgó y no habló solo me guió lejos de la entrada y me dirigió a un nuevo lugar cuando me vio temblar de los nervios que tenía, nos fuimos a los jardines del campus y nos sentamos bajo un árbol, el clima estaba perfectamente soleado, la brisa refrescante y la grama fría al tacto. Me senté cansada de repente con todo.

— Cuéntame todo.

— Papá no pudo asistir por no se que emergencia, algo muy atípico de él, pero era trabajo así que no me importó. La verdad no pensé que la madrastra malvada fuera así que cuando se excusó con dolor de cabeza algo no muy original de su parte lo dejé pasar— le conté lo que sabía — por lo que quedó mi hermano y yo solos y cenamos, todo iba bien fuimos a una discoteca después en el mismo hotel y nos encontramos con amigos— cerré los ojos tratando de recordar más — tomamos, pero... No recuerdo haber bebido tanto y luego...

Un llanto brotó de mi boca nada propio de mí, siempre he tratado de ser positiva y tomar lo bueno que la vida me da así sea poco, pero esta vez las malas noticias me desbordan.

—… Me estas asustando Angie — me miro preocupada también a punto del llanto.

Trate de calmarme y tarde unos minutos para lograrlo, no había pensado en eso, ayer me limite a bañarme y acostarme, no se que debí haber hecho.

—Me acosté con alguien — solté de sopetón, me soltó las manos y se me quedo viendo de manera extraña — perdí mi virginidad con un extraño ¿entiendes eso?

—Eso es imposible, tu estas… estabas guardando tu tarjeta de virginidad para alguien especial.

—No existe alguien especial… ya no.— Dije la verdad, todo se fue al garete.

—¡oh por dios, Angie! — se tapó la boca en asombro —¿no recuerdas nada?

Negué con la cabeza y se levantó como un resorte.

—¿Qué pasa? — mis lágrimas no dejaban de caer, pero estaba confundida.

—Parate, vamos al hospital de la universidad.

—¿qué? ¿por qué? — mi confusión se agravó.

—Te drogaron Angie, te violaron y no recuerdas ni siquiera si usaste condón. Vamos.

Me levanté como si hubieran encendido mi culo con una cerilla, no había pensado en eso, la verdad pensé que estaba perdida de borracha y terminé en la cama de un extraño. Un extraño sexy que conoce a mi padre y que parece que era alguien importante como para querer un trato de paz con él.

— No sé si quiero ir — temble temerosa — mi padre….

—Me la suda tu padre, puedes quedar embarazada… puedes tener una ETS.

Sentí mi rostro palidecer con la posibilidad de un contagio o un… bebé.

No estoy lista para ninguna de las dos.

Me arrastró el resto del camino al hospital cercano al campus, como estudiantes teníamos seguros médicos, mi padre pagaba por uno de los más costosos.

Entramos y estaba bastante tranquilo para ser un lunes por lo que solo tardamos media hora para que nos atenderán.

—No me dejes sola, vamos — le pedí cuando me llamaron..

—Lo que quieras. Aquí estoy.— Tomó mi mano y me sentí un poco mejor.

Maira era uno de mis muros más sólidos en la vida, sin ella estaría aún más perdida, haber perdido a mi mamá por una enfermedad tan cruel como el cáncer me dejó devastada, solo papá y Mayra son mi todo.Ella jamás me dejaría de lado.

La doctora, por que gracias a Dios fue doctora me hizo unas preguntas de rigor, se veía aburrida e incluso cansada, luego cuando escucho lo que le expliqué se levantó y sacó una jeringuilla para sacarme sangre.

—Es necesario revisarte— dijo de manera cautelosa.

Trató de ser delicada y lo hizo poco a poco, me tuvo paciencia y me trató como una muñeca, pero no me sentia agredida o violada ¿Estaba loca? ¿ es normal o tal vez si estoy dañada?

Luego me dio casi un montón de pastillas entre ellas las del día después, aunque ya había pasado un día, ella dijo que igual usaron condón y que no pasaría nada, aunque se veía preocupada.

—Es mejor estar seguros — me recetó unas cremas para mis dolores en mis partes intimas y los moratones de dedos que tengo como marca en mis caderas y cintura.

—Gracias, doctora— está vez habló mi amiga que pasó toda la consulta callada y tomando mi mano, me seguía como un Halcón a donde quiera que fuera.

— Es bueno que vinieran, es bueno apoyarse en estos casos y dejar la vergüenza, ustedes no son las culpables.

Nos dio unos cuantos folletos y me pidió volver en unas tres semanas para ver como una todo, aunque no lo creo necesario.

Las cosas estaban a punto de cambiar y yo no tenía ni idea.

Escapando del jefe de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora