12- Angie

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Angie

El resto del camino a mi casa fue en total silencio, sabía que estaba furioso, pero también sabía que no era mi culpa así que no dije nada que pudiera empeorarlo, se notaba que podía empeorarlo queriendo explicarle.

Tampoco era que me quería meter en una tonta carrera ilegal.

Esta vez manejó de manera correcta y me llevó hasta la puerta de mi casa.

—Gracias — no sabia por qué agradecía que me trajera aún así lo hice de todos modos por tomarse toda la molestia de traerme cuando pudo dejarme tirada en esa competencia.

Él no se tomó la molestia de contestar y yo no espere más y baje del auto, antes de poder entrar él ya estaba arrancando el auto, respire hondo y entre a mi casa caminando en toda la oscuridad hasta llegar a mi alcoba.

Me dieron este sótano cuando mi madrastra se negó a darme una habitación en el piso inferior, jamás me negué o queje de nada, me gustaba lo independiente que podía a llegar sentirme en todo este espacio para mí sola.

Me bañé y me cambié y cuando estaba por entrar en la cama mi padre entró sin tocar a la habitación con una cara enfurecida que iba solo dirigida a mí, Luca estaba con cara burlona desde atrás.

—Se puede saber ¿cómo llegaste a casa? — pregunta casi echando humo por la nariz.

—En taxi, me sentí cansada y camine unas cuadras y luego tomé un taxi — la facilidad con la que mentía era espeluznante y nunca fui una mentirosa, pero decirle que estaba con Ignati estaba fuera de discusión — estaba agotada y quería llegar a casa.

—No puedes irte de una fiesta sin decirle a nadie, Angelie y muchos menos sin guardaespaldas — agrega enojado.

—¿Por qué no? Nadie sabe qué tienes una hija bastarda, nadie sabe qué vivo en tu sótano ni cómo luzco y es por eso que cuando todos me ven se sorprenden de ver a una negra como la hija del Don de la mafia italiana de Nueva York— vocifere enojada.

Lo que sentí luego de eso fue la mano abierta de mi padre dándome una bofetada en la mejilla derecha. Mi padre jamás me había golpeado ni cuando me vio en la cama de un hombre extraño hace una semana.

—¿Qué sucede contigo? — me preguntó sorprendido por mi salida de tono— tú no eres así, Angelie.

No le contesté y opté por callar y él se fue saliendo de mi habitación con un fuerte portazo al cerrar la puerta.

Jamás le había hablado así a mi padre, pero ya no soy una niña y odio cuando me trata como una tonta. Me acosté en mi cama viendo el techo y pensando en cuán caro pagaría esto y no porque mi padre me lo hiciera pagar, pero sabía que Luca y su madre si lo harían.

—Angie, Angie, Angie— sentí que movían mi cama y me llamaban. 

Abrí mi ojo y vi a Mayra los cerré fuertemente y me voltee.

—Lárgate, tengo sueño— tape mi cara con mi brazo.

—Ningún, ningún nací para el chisme así que cuéntame— se sentó en la cama emocionada, casi saltaba de una alegría burbujeante.

— Por unas horas estuvo aburrida, pero luego me metí en la boca del lobo— me senté restregando mi cara para quitar el sueño— luego vi gente bajando al sótano y como buena chismosa fui a ver que era y me encontré con el hombre del centro comercial.

— ¿Qué me cuentas? ¿Me estás diciendo que el tipo peligroso que te violó estaba en la fiesta? —preguntó con los ojos bien grandes.

— Si, allí estaba y se veía… dañino — «sexy» pero eso solo lo pensé, por alguna razón no se lo dije— me quería llevar a otro niveles de la casa y hablaba de la manzana del pecado ¿recuerdas al senador Fisher? — cuando asintió continúe— estaba allí con el hijo de no se quien.

Escapando del jefe de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora