24- Angie
La fiesta terminó luego de lo que para mí fue una maldita eternidad, todos se han ido por fin y mi padre ha boicoteado más de una vez mi escape a mi habitación, porque, que diría la gente si la novia no está en su propia fiesta de compromiso.
—¿Qué demonios sucede contigo? —le grité a mi padre, me quité los tacones y los lance en cualquier lado, me mataban los tobillos y los pies en general, odiaba usar esas cosas.
—No sucede nada conmigo, te dije lo que harías y así se hará— dictaminó mi padre de manera cruel, sin derecho a réplica.
—Deja de fingir, ya todos se fueron— escupe mi querida y malvada madrastra, odiaba a esa mujer.
Me sentía atrapada en un cuento de hadas en donde la bruja malvada es mi madrastra, a mi padre no le importo y en vez de hermanastras malvadas tengo a Luca viéndome como si le debiera algo.
—¡No estoy fingiendo! —le grité —. Además, no estoy hablando contigo y no voy a casarme con Bernardo.
El susodicho era el único invitado que no se había ido a su casa, me miraba serio mientras hacía girar el trago que tenía en su mano, se veía pensativo, paso una mano por su cicatriz que está empezando a curar, se ve grotesca, es atroz, no quiero casarme con él y no tiene nada que ver con su físico, pero ahora pienso que su cara refleja su interior y siento repugnancia.
De repente se endereza y camina con destreza y habilidad hasta pararse justo en frente de mí, es más alto que yo por una cabeza, así que levanté la mirada hasta posarlo en su pozo oscuro sin alma que tiene por ojos, me miraba de manera molesta, como si le irritara mis palabras
—Te vas a casar conmigo, quieras o no — tomo un puñado de cabello queriendo hacerme daño, estaba aterrorizada, pero no lo exteriorice, se dio cuenta que era peluca y, se molestó más —eres una falsa y una golfa que te vas a casar para no hacerle pasar más vergüenza a tu padre ¿crees que no sé qué amaneciste en la cama de Ignati Volkov?
—Eso no fue lo que pasó, el Don nunca me ha pedido explicación de eso, aunque supongo que ya es tarde para eso y nadie me creerá así que lo guardó para mí—les recriminé, pero obviamente no les importó.
—¿A quién le importa que seas una zorra? —pregunta Renata con desdén.
—Me voy a mi habitación —declaré, quitándome a Bernardo de encima.
Mi padre no dijo nada más, era un hecho para él, me casaría con Bernardo con o sin mi aprobación, cosa que no iba a permitir.
Tengo que escapar, ya no puedo hablar con Ignati, para empezar con que no sé en donde vive o su número de teléfono, este bebé no se merece que la mamá se distraiga buscando a un hombre que a fin de cuentas no sé si nos ayudará, tal vez quiera que aborte y eso no lo voy a permitir.
Bajé las escaleras rápidamente queriendo escapar de mi realidad, me lancé a la cama y allí me quedé sin poder dormir viendo al techo de mi habitación tratando de pensar en cómo salir de esto lo más ilesa posible y nada se me ocurría.
Lo único que se me ocurría era correr y escapar, tengo el dinero puedo hacerlo.
Al día siguiente de la fiesta las cosas no mejoraron para mí, me sentía un tanto encerrada, cuando quise salir de mi cuarto me fijé que tenía un guardia fuera de esta para evitar hacer una locura, mi padre siempre lleva un pie delante de toda esta situación me conoce bien y sabe que algo querré hacer, el guardia, John me vio apenado aun así me siguió escaleras arriba cumpliendo con las ordenes de mi padre, estando arriba Tomasa cocinaba afanada con otra muchacha del servicio.