28- Angie
Los días pasaron dolorosamente lentos en los que solo salía a caminar por el jardín y poco más, la espera era lo más difícil de esta situación, sabía que quedarme encerrada solo me volvería loca, a veces imaginaba y sentía que alguien me observaba, pero no veía a nadie, era algo paranoico de mi parte, hice revisar a los chicos un par de veces el entorno, pero no consiguieron nada.
-Quisiera un batido de chocolate con caramelo - la boca se me hizo agua solo de imaginarlo.
-Es raro que quieras dulce, pero estoy seguro de Tomasa te hará lo que le pidas- me responde Billie, mi niñera de estos últimos tiempos, mi papá puso a su mano derecha a seguirme como si fuera un cachorro.
Gracias a Dios esto no se me salió delante de Renata o mi padre, estoy segura de que ellos si sospecharían que es un antojo, a duras penas sonreí un tanto nerviosa y solo tuve ojos para mi libro de filosofía que no leía, pero si pensaba mucho.
-¿Está bien, Angelie? -pregunta el que está al lado de Billie.
- Lo estoy - respondía de manera mecánica, todos preguntan últimamente si estoy bien, la respuesta sale con facilidad de mis labios. Estoy sana y me caso pronto, no tengo porque estar mal, sin embargo, siento que me marchito con cada día que pasa.
Me fui a mi recámara, en tres días más seria mi boda, rogaba por qué cayera un meteorito que acabará con las personas que quieren verme casada. Lloré en silencio como tantas otras veces, mi padre no daría marcha atrás a esta locura, no estamos en los años 20 si no quiero casarme no tendría por que.
Ahora cuestiono mis años aquí.
¿Siempre fui una moneda de cambio para Jean Pierre Grimaldi?
Me parece poco creíble que alguien a quien tú amas, de tu propia sangre la obligues a ser una cosa como esta, me siento como una moneda de cambio.
-Eres el lazo para unir nuestros negocios -recordé las palabras de Bernardo.
No soy tan tonta como creen, suelo ser muy perspicaz, sé como se mueve este mundo criminal, es solo que pensé que para mi padre yo podría significar algo, pero son cosas a lo que no debo darle más vueltas, no vale la pena.
-Niña- escucho que Tomasa toca la puerta y me llama.
-Pasa, Tomasa -le dije mientras limpiaba mis lágrimas, no quería preocuparla
He tratado de escaparme, pero me es imposible con las cámaras en toda la casa y el circuito activado, el día de la boda pueden que desactiven los detectores de movimientos por el flujo de personas que entra y sale, pero no las cámaras. Tomasa no ha querido decirme que piensa hacer para ayudarme, insiste en qué no debo preocuparme así que le haré caso.
-Billie me dijo que quería un batido de chocolate y caramelo- me sonríe sacando sus manos detrás de su espalda revelando una enorme copa con mi batido.
Mis ojos se llenaron de lágrimas que no pude detener y las limpié rápidamente, pero estas eran insistentes y volvían a caer por mis mejillas.
-Lo siento, estoy sensible- tomé un pañuelo desechable de mi mesita de noche.
-Conmigo puedes mostrarte tal cual eres, mi niña hermosa- me reconforta Tomasa.
-Estoy preocupada -confesé por primera vez luego de enterarme de mi embarazo y mi inminente boda.
-Lo sé, ten paciencia... solo un poco más - me pedía la paciente Tomasita.
-Lo sé, lo sé - respiro hondo tratando de contener nuevas lágrimas.
En la noche mi padre entró de nuevo a mi recamara mientras me comía un sándwich de salami, últimamente era fan de los sándwiches, dejé de comer en cuanto lo vi.
-¿Qué quieres? - le pregunté de una vez.
-Es lo más que me has dicho en un mes- me comenta mi padre.
-No sabía que los tapetes hablaban o si tan siquiera tuviera tu permiso para hacerlo.
-No digas tonterías, niña aun soy tu padre- se molesta con mi respuesta.
-Un padre jamás le haría esto a su única hija- le recrimine harta de mantener silencio todo este tiempo. Al diablo, se merecía mi desprecio.
-Mi padre lo hizo con tus tías- se respalda.
-Y... ¿dónde están ahora, padre? -pregunté de manera inocente.
-Deja de preguntar estupideces, Angelie - me grita.
-Solo me gritas por que no quieres responder, tranquilo yo lo hago por ti ¡están muertas, papá! -le grité de vuelta.
Tenia tres tías que nunca llegue a conocer a una de ellas su esposo la mató a golpes estando embarazada, otra quería huir y la consiguieron meses después y su castigo por huir no solo de su matrimonio sino también de la Cosa Nostra fue ahorcarla en el patio y que todos la vieran de esa manera, la últimas de ellas es un misterio, papá nunca a querido hablar de su hermana menor Alicia.
-No sé para que vengo a hablar contigo, es una pérdida de tiempo-me recrimina como si yo fuera una niña malcriada.
-A menos que me digas que no me voy a casar en menos de 72 horas no me interesa lo que me digas -le respondí con voz monótona.
-Tienes que casarte, debo dejarte protegida por si algo me pasa- me echa en cara como si se lo hubiera pedido.
-No te pedí eso, puedo cuidarme sola, por no mencionar que nadie me reconoce como tu hija -rebatí su punto.
-No entiendes nada, ni siquiera te esfuerzas para hacerlo.
-Ya Bernardo me dijo que soy el lazo que unirá no se que acuerdo que él tenga contigo, no finjas, puede que tu esposa te crea que vas hacer negocios en vez de irte a follar putas, pero no tengo por que creerte tus mentiras- reclame -me hubiera gustado que en vez de mi madre hubieras muerto tú- le señale.
En vez de responder simplemente se fue, mi respiración estaba acelerada y tome hondas bocanada de aire para calmarme, no me iba a decaer ahorita, en pocos días nos iremos.
**
Estoy cansada aun así me levanto cuando Renata me lo exige para alistarme, restriego mis ojos para salir del sueño tan poderoso que me ata, el embarazo a afectado mucho mis días de sueño, puesto me la paso dormitando cada vez que puedo.
-Vamos, levántate no tengo todo el día- me dice mi madrastra a modo de queja.
-Te oí la primera vez y hasta donde registré no estoy sorda, Renata.
-Cada vez más insolente- me recrimina.
-Cada vez más amargada- replique molesta.
Tomasa había hecho un gran desayuno que por supuesto esa bruja no me dejó comer.
-¿Estás loca? ¿Cómo vas a pensar en comida en un momento como este?, ve a bañarte que ya viene la maquillista -tomé el sándwich sin importar lo que decía y me metí al baño cerrando con seguro.
-Me sabe a pepino, perra igual voy a comer - murmuré mientras me quitaba mi pijama y me metía a la ducha, en cuanto salí me comí mi desayuno con mucho apetito.
-Ya era hora de que salieras -encuentro a Renata de brazos cruzados y moviendo su pie, ansiosa- todo tiene que salir bien hoy.
Camino a la puerta y la abrió y entro una legión de personas que estaban listos para prepararme, ella salió mientras a mí me jalaban el cabello, rizaban mis pestañas, me hacían los pies y las manos, fue una tortura de más de dos horas y estaba con un humor de perro queriendo matar a alguien, hasta que Tomasa apareció, ya todos estaban casi listos y solo quedaban dos personas que me ayudarían a vestir, pero estaban del otro lado de la habitación.
-Es la hora, niña -me avisa con una sonrisa mientras me da un té de manzanilla.
-Estoy más que lista- confirme.
Le sonreí sinceramente, era la primera sonrisa genuinaen un mes que tenía, ya era hora deirnos de aquí, mi amor.