57 Ignati
Torturar me relajaba y eso no cambiaría en el futuro inmediato, una bestia habitaba en mí y se alimentaba de la sangre de mis enemigos, es tan simple como eso.
Antes de subir a mí habitación hice pasar a los escoltas de Angie a la habitación, algunos de los invitados de la boda eran un desastre sangriento, pero no estaban muertos. Aun no.
-Cometieron el único error que les pedí que no cometieran- les advertí en cuanto estuvieron frente a mí.
-Tenemos toda la culpa, mi señor- dijo Artem con entereza sin bajar la cabeza no parecer grosero- lamentamos lo que le pasó a la señora.
-Solo me perdí- dijo Angie con la voz pequeñita, ahora tenía un vestido amarillo que parecía flotar a cada paso que daba como si nada pudiera tocarla, no mis sucias manos, aunque ya lo hice y mis huellas de dedos están allí, junto con la sangre de mis enemigos.
-Quítense la camisa- demandé ignorando lo que me decía.
-¿Qué vas hacer? -preguntó el angelito un tanto insegura.
Es simplemente adorable, lo que acabo de hacer hace unos momentos no la espantó, pero si le preocupaba el bienestar de sus escoltas, el simple hecho de que se preocupe por otras personas que no soy yo o su hijo no me gustó, era irracional y estúpido, pero una parte primitiva de mí quería que solo fuera yo lo único por lo que ella se preocupara. Es mía.
Ese bebé que lleva en el vientre y yo, su única preocupación somos nosotros.
-Castigarlos, ellos no debieron dejarte sola- mordí las palabras.
-Pero... yo insistí en que tu hermana no los llamara- dijo con en voz baja.
-Solo por eso te ganaste unos azotes, angelito- la vi temblar ante mis palabras crudas y no parecía que de miedo.
-Bien, pero déjalos en paz- me pidió como si estuviera negociando conmigo- no fue su culpa, fue mía.
-En esto no hay punto de negociación, manejaré a mis hombres como consideré correcto, deben aprender la lección para que mueran por ti, en cualquier caso, que se dé- le aclaré tomando su barbilla y levantándola para besarla.
Dulce, dulce ángel de ébano.
-Bien- dijo a regañadientes.
Artem no tenía marcas en su cuerpo de castigos, siempre ha sido ejemplar, pero Vanja y Alexey ya tienen una marca, si llegan a la tercera serán ejecutados, no necesito incompetentes en mis filas y menos las más cercanas a la familia.
Saqué de mi bota mi cuchillo y los marqué en el pecho, apenas hicieron una mueca y luego se levantaron y se fueron, tomé a Angie de la mano y la saqué de allí, dejando los pedazos de humanos restantes que quedaban tirados en el piso amarrados con cadenas de edad medieval, solo unos pocos cortes, algunas muelas faltantes y unos cuantos dedos menos fue suficiente para que imploraran piedad, pero no los dejaré libres, pero tampoco morirán rápido, su sufrimiento se extenderán por años, no me dicen el Rey Frío por que sí y ya.
Entramos en la casa grande y subimos las escaleras hasta llegar a nuestra habitación, me le quedé mirando mientras me desvestía, me cansé de jugar.
No dije nada más y fui a ducharme, quería quitarme toda la sangre pegostosa que tenía encima, no me incomodaba estar así, pero tampoco la tocaría así, tal vez otro día, cuando salí la vi parada donde la dejé viendo al suelo.
De nuevo, adorable.
Odiaba esto que me hacía sentir, cuando fue la última vez que vi a una mujer y pensé que era adorable, las mujeres son follables, pero mi angelito siempre se ve adorable, hasta cuando está caliente.