32- Angie

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32- Angie

Llegar a los Hampton no era problema, en menos de dos horas ya estaba entrando a las bonitas calles, quise meterme en el GPS, pero había dejado mi celular por órdenes de Tomasa, no era bueno que lo usará.

Pregunté a los lugareños y pude guiarme a una parte del pueblo que no era de gente adinerada, sino la verdadera gente de los Hampton, los nativos. Cruce unas cuantas calles más donde todos veían mi moto, llamaba demasiado la atención y eso era bueno y malo. Maneje hasta una venta de carros usados y duplique al de arriba para que compraran mi moto, en seguida salió un muchacho algo llenito comiendo una dona.

—¿Te perdiste preciosa? —me pregunta luego de tragar un bocado de su comida.

Negué con la cabeza y me aupé de la moto para acercarme a él.

—Busco un lugar para vender mi moto —le pregunte batiendo mis pestañas postizas.

—Aquí te podemos atender — sus ojos brillaron como dos luceros.

—Perfecto, ¿cuánto me das por mi moto? —la señalo —esta como nueva, tiene todo afinado y recién llenado el tanque.

Cuando me dijo el precio creí llorar, negocie el precio y le saque al menos quinientos dólares más, así que con eso tomé un taxi y compre siete boletos de autobuses para distintos lados, aquí iban a empezar a buscarme, no puedo dejar que me vuelvan a encontrar, entre en una tienda y compre ropa de segunda, y no me quite la peluca por nada del mundo.

Salí y tome uno de los buses de los que había comprado el ticket, me bajé casi en donde me había dejado los organizadores de la fiesta, esperé a que pasará un bus y estaba con los nervios de punta, luego del pasar las horas me fui calmando en mi asiento, me relaje y me dejé ir viendo el panorama mientras lloraba por Tomasa y Billie.

"Dios, espero que Billie este bien"

Era el que más me preocupaba, cambié de autobús al menos tres veces en las paradas porque no confiaba en nadie en sí, no hablé con nadie y comí sola, una señora se me acercó y quiso entablar conversación, nunca contesté y se marchó.

Mas de 24 horas de viajes me tomó llegar a Texas sin ningún contratiempo y estaba más que asombrada por eso, estando en Texas me di cuenta que no podía pasar por la frontera sin tener otro tipo de documentación, me fui a un bar y me senté en una mesa alejadas de todos para pensar como diablo iba hacer para pasar a México, unas dos horas después se me acerca una trigueña hermosa y alta con una camiseta cómoda y unos shorts muy cortitos con una bandeja en la mano.

—Hola ¿te sientes bien? —me pregunta.

—La verdad es que no sé— intenté sonreír.

—¿Qué tal si comes algo? Llevas mucho tiempo aquí sentada y el bartender mandó a preguntar si necesitabas ayuda.

—Si sabes como pasar para México sin papeles te lo agradecería— lo dije con ironía.

—Eso es nuevo, lo normal es que los mexicanos quieran abandonar su país y ahora una gringa quiere pasar a México sin papeles.... Raro, raro—comenta la chica.

—Supongo que soy rara— reí bajito.

—Bueno, te traeré algo de comer y luego te ayudo con eso.

— ¿En serio? —pregunté esperanzada.

—Claro, bella —se dio media vuelta y se metió a las cocinas del bar.

Me trajo una gran hamburguesa doble carne y extra de Bacon que me comí encantada, no sabía cuanta hambre tenía hasta que ella puso el plato frente a mí, saqué las pastillas casi escondidas y me las tomé con un vaso enorme de agua y dejé todo pago.

Antes de poder levantarme para irme me pusieron una mano en la espalda y brinque cual gato cuando le echan agua, la chica levantó las manos, ambas nos asustamos y para que viera que no me haría daño mostró sus palmas vacías, me agarré el pecho con ambas manos porque sentía que sentía que se me iba a salir el corazón.

—Lo lamento, chica— se disculpa.

—No te preocupes, es solo que no me gusta el contacto —me excusé con lo primero que se me ocurrió.

—Bien, no más contacto— respiramos hondo, ella se quitó su delantal y un escultural cuerpo fue descubierto.

Era algo que ya se le veía a pesar de tener el delantal, es una chica hermosa y se mostraba segura de su cuerpo.

—Lo lamento — me disculpe.

—No pasa nada, vamos ya salí de mi turno.

Me mostré dubitativa recordando las palabras de Tomasa en su carta, pero necesitaba ayuda, no podía hacerlo del todo sola, así que luego de unos eternos segundos en lo cual ella no me presionó y me dejó tomar una decisión a mí sola, toma las riendas de mi vida y comencé a seguirla, ella sonrió triunfante por confiar en ella, el chico del bar se despide de ella e hizo como si allí no hubiera pasado nada.

—Adiós, Guadalupe nos vemos mañana— le dice el hombre secando unos vasos.

—Vamos— repite la chica —nos vemos mañana Ernesto.

Caminamos calle abajo por el lado contrario de donde nos encontrábamos un jeep, ella montó como si nada y se me quedó viendo, su mirada creo que decía "vamos chica"

Ya había decidido que la seguiría, no me iba a echar atrás ahora, necesitaba esto, necesitaba pasar la frontera.

Llegamos a un rancho bastante humilde fuera de la ciudad de Texas, había un señor con algunos caballos fuera del establo.

—Trabajo en el bar de Ernesto, pero mi familia tiene un rancho —me informa la chica y me sonríe.

—Es muy bonito— explique mientras bajaba.

El lugar muy amplio, al poco de llegar salió una señora con un delantal puesto poniendo sus manos en las caderas.

—Lupita, mija ¿cómo te fue? menos mal llegas necesito...— me ve a mí y luego a la

muchacha—necesito que me ayudes con la comida para que ya vayas a descansar después.

—Claro, ma —saluda desde lejos— por cierto ¿cómo te llamas?

—Ángeles — respondí en perfecto español.

—Mucho gusto, Ángeles —se presenta —me llamó Guadalupe, pero todos a excepción de Ernesto me dicen Lupe o Lupita.

—El gusto es mío y gracias por la ayuda— le tendí la mano.

—Este rancho colinda con la frontera, solo debemos contactar con el coyote, pero es peligroso de todas formas aquí puedes bañarte y comer algo decente luego ves que quieres hacer— fue muy directa a la hora de explicar todo— entremos, te presentaré a mi mamá y cuando llegue mi papá y mi hermano también querrán conocerte.


No sabia bien en casa de quien entraba, pero no me daban mala vibra así que accedí, esperaba no estar equivocándome lo bueno es que estaba bastante lejos de Nueva York, no creo que me encuentren aquí al menos por unos días.

Escapando del jefe de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora