15- Angie

728 41 3
                                    

Angie

«No vas a salir con él» habló en mi mente en un susurro de advertencia con la voz del ruso. 

Lo haré, decreté ya en el carro peleando conmigo misma mientras Bernardo manejaba por las carreteras atestadas de carros que también salían a disfrutar y luego se estaciona frente a un lujoso hotel, me puse nerviosa y él pareció notarlo. 

— Este hotel tiene un magnífico restaurante— me habla como si hubiera leído mi mente y quisiera calmarme. 

Citas. Nunca había tenido una.  

Estoy en una cita. 

La gente siempre se comporta de maneras extrañas cuando las invitan a ir a una cita, oficialmente esta es mi primera cita, en la que Bernardo me lleva a un elegante restaurante con las cinco estrellas michelín en el hotel más elegante de la ciudad. 

—Estoy seguro de que te gustará — asegura Bernardo al estirar la mano. 

Trate de relajarme respirando hondo y no dándole mucha importancia al estar en un hotel y que para tener que entrar al restaurante debemos entrar por el lobby del hotel. 

En cuanto nos vieron trataron a Bernardo como si fuera un rockstar, lo atendieron de manera inmediata y todos se dirigían a él como señor, supongo que es un importante hombre de negocios sean ilícitos o no. 

—¿Te gusta el lugar? — pregunta tratando de hacer conversación cuando nos dan la mesa y ya estamos acomodados en nuestros asientos. 

Hasta ahora solo lo saludé y en el carro me mantuve en silencio asintiendo a sus preguntas, no quería ser grosera, pero aún rondaba en mi mente los besos de cierto ruso engreído. 

—Es muy elegante — trate de buscar una palabra que lo describiera y así era, de gustarme no, no era de mi agrado este tipo de lugares finos y lujosos donde todos fingen algo. 

El restaurante era tan elegante, tan es así que me sentía un poco fuera de lugar, aunque no me queje ni dije nada. 

—Buenas noches, les atenderé esta noche — habla una linda rubia en cuanto llega a nuestra posición— aquí tienen la carta, en unos minutos vengo a comprobar si desean algo. 

—No te vayas, quiero una botella de vino tinto, la mejor que tengas por supuesto — chasquea los dedos de forma grotesca — y dos copas. 

La muchacha asiente y se retira silenciosamente y yo estuve tentada a seguirla y disculparme, aunque no fui yo la grosera. 

Todas las personas merecemos respetos y personas como Bernardo piensan que lo tienen todo y por eso deben tratar a los demás como basuras, esta cena iba de mal en peor. 

—¿En dónde trabajas? — le pregunté para desviar la atención de Bernardo en la mesera, no me gusta como mira a las mujeres. 

Escapando del jefe de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora