35- Ignati

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35- Ignati

Mis conclusiones eran correctas, alguien la ayudó a escapar, aunque aun no de con la persona que lo hizo, estoy yo mismo a las afuera de Nueva York investigando por mi parte mientras mis hombres se mueven por toda la ciudad buscando la información adecuada, supongo que es hora de llamar a la caballería pesada.

Mandé un corto mensaje y unos minutos después me llegó la contestación afirmativa del mismo y sonreí, me acerqué a una gasolinera en mi moto, tenía una chaqueta de cuero, una camiseta básica y unos jeans sencillos negros, botas y mis lentes, me quité el casco y chasqueé los dedos para que me hicieran el servicio completo a la moto y entré a la tienda de comestibles del deplorable lugar.

Paseé por el lugar y tomé una soda, me acerqué a la caja y lancé un billete de 50 al mostrador, había una muchacha medio punk que masticaba chicle y veía el billete y liego la soda.

—No tengo cambio— dijo como excusa. Tomé el billete de regreso y abrí la lata con el característico sonido del gas y la mujer abrió los ojos de par en par, le lancé una gélida mirada mientras me bebía todo el contenido y tiré la lata vacía en el mostrador.

—Deberías de tener— sonreí de medio lado y sus mejillas se sonrojaron y bajo la mirada y asintió.

Patético.

Antes de salir me regresé y le mostré la foto del angelito apuntando a su rostro sonriente.

—Busco a esta chica ¿la has visto? —la vi negar la cabeza repetidas veces y resoplé enojado.

Esto es una maldita perdedera de tiempo, no sirve para nada si no los amenazas con un arma y se orinan en sus pantalones, llevé mi mano a mi espalda y saque mi arma y le apunte, tenía el seguro, no pensaba matar a un civil... a menos de que sea necesario.

—Se lo juro, nunca la había visto— levantó las manos temblando visiblemente.

Bajé el arma saliendo de la tienda y le lancé el billete de 50 al idiota que atendió la moto, encendiendo la moto y haciéndola rugir, iba a volver a la ciudad hasta que vi un cartel de "Los Hampton a 30 km" puede que tenga un conocido en los Hampton, tal vez deba ir.

El angelito solo lleva veinticuatro horas huyendo, podría llegare a ella fácilmente si supiera la ruta que tomo, pero en todo Nueva York no hay ni una grabación de Angelie tomando el autobús o un puto taxi, así que ¿Quién pudo llevarse a la novia el día de su boda?

Es posible que tuviera un novio, novio que jamás se dio a conocer, no lo creo, pero no lo descarto del todo, es posible que fuera un hombre quien la ayudara a camuflarse para salir sin ser vista de la maldita ciudad de mierda.

¿Dónde estás?

Ahora que sé que no querías casarte no te dejaré ir, soy demasiado hijo de puta como para que me importe si quieres o no venir conmigo, yo te vi primero. Así aun no lo sepas eres mía

Maneje como si yo fuera el diablo persiguiendo a ese angelito, angelito que sé no se me va a escapar de las manos, en cuanto llegué a la ciudad deje la moto en un parking y me dediqué a la caminar en las calles, anduve por todas las calles principales y entre en los lugares que creí que pudo entrar a pedir ayuda y todos decían lo mismo, nadie la había visto.

Entré en un bar y pedí un whiskey irlandés seco, me quedé un rato sentado en la barra pensativo, sino viniste aquí y no tienes más amigos que la rubia desabrida que ya visité entonces ¿quién más te ayudaría? ¿a dónde corriste, Angelito?

—¿A dónde va la gente cuando huye? —pregunté en voz alta.

No me pasaba por la cabeza ningún lugar remoto donde ella pueda acudir.

Escapando del jefe de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora