13- Angie

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Angie

Luca se mostró agrio y callado en la mesa y no dejaba de vernos a Bernardo y a mí, mi madrastra estaba demás de risueña y yo más allá de confundida con esta cena que no tenía ni pies ni cabeza.

Termina la cena y nos movemos de nuevo a la sala para tomar café, Bernardo repite el postre y lo alaba mientras mi madrastra se infla como un gallo cuando no sabe hacer ni un huevo frito.

No entendía mucho de lo que pasaba y por qué mi padre quería propiciar encuentros con Bernardo cuando estaba claro que tenerme cerca de un hombre nunca le gustó.

— Mañana paso por ti, hermosa— se despide Bernardo.

—Claro que si— responde mi padre por mi al verme callada— acompañalo a la puerta, Angelie.

Me levanté del sofá donde estaba para acompañar al hombre a la puerta como mi padre me lo pedía.

—Tu familia es muy bonita — intenta hacer un cumplido.

Es más falso que una moneda de tres, sin embargo intenté sonreír.

— Sí, muy lindo. Que bueno que pudiste verlo— hable suave así que mi sarcasmo no se notaría.

Sabía como enmascarar mi verdadero sentir.

—En serio quiero salir contigo, Angelie — me dice ya cuando estamos en la puerta.

Quise resoplar y poner los ojos en blanco, pero se que mi padre se enterará de eso.

—No quiero ir, más sin embargo mi padre ya aceptó por mí — hable despacio para que entendiera.

Bernardo sonrío sabedor que no quiero esta cita, no esta en mis planes salir con hombres ahora. Ya arruine mi virginidad, no quiero arruinar el resto antes de encontrar el amor, Mayra insiste en que estoy loca y debo vivir mi vida alocadamente, simplemente no quiero descontrarlarme, me gusta estar bien y tranquila.

—No te vas arrepentir de esta cita, ya verás— me aseguró muy seguro de sí mismo.

No respondí e hice una mueca de sonrisa esperando que esa cita pasara rápido.

—Hasta mañana, Bernardo—asentí con la cabeza y espere a que se subiera a su auto para cerrar las puertas de la entrada.

—Es un buen partido para ti— expone mi padre cuando cerré la puerta.

—Eso debería decidirlo yo, padre — apreté los dientes al mismo tiempo que apreté la manija de la puerta molesta por que mi padre se metiera en mi vida privada.

—A veces las mujeres no saben elegir un buen partido, solo quiero lo mejor para ti, Angie — suaviza su tono lo que hace que relaje mis hombros— Ignati no es hombre para ti.

Escapando del jefe de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora