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37- Angie

Pasé casi toda la mañana indispuesta con el estómago revuelto, cuando por fin pude ponerme en pie bajé con cuidado las escaleras luego de quitarme esa sensación pegostosa de la piel y ponerme una muda de ropa limpia, opté por unos shorts de jean y una camiseta fresca, aun no llegaba el frío a Texas, el clima era bastante templado y en la noche hacía mucho fresco.

La cocina estaba sola, limpia y recogida y comencé a caminar por toda la casa en busca de alguien, conseguí a la mamá de Lupita sentada frente a una máquina de coser mientras veía unos patrones y los metía bajo el hilo de la maquina y esta cobraba vida.

—Qué bueno que ya estas mejor— me comenta sin verme, muy pendiente de lo que hacía— te deje algo de desayunar en el horno.

—Gracias, no se hubiera molestado— me sentía un tanto avergonzada por haber pasado mi mañana acostada, tal vez piensen que soy floja, pero no quería admitir que me sentía mal.

Solo Lupe y su hermano saben que estaba indispuesta, cuando Lupe se levantó para ir al trabajo vio a su hermano salir del cuarto y me vio pálida, le mentí y le dije que tal vez era indigestión por algo que comimos anoche, ella se veía preocupada cuando se fue y me dijo que me quedara acostada el tiempo que quisiera.

—No pasa nada, muchacha— me comenta la señora viéndome por arriba de sus lentes y me regaló una pequeña sonrisa.

Encontré en el horno lo que me dijo, el desayuno que devoré en menos de diez minutos, poco rato después lavé los trastes que había ensuciado y me regrese a la sala, no sabía si subir a la planta de arriba de nuevo y quedarme en el cuarto, pero no quería estar encerrada, no sé coser, pero tal vez la señora necesite algo de mi parte.

—Muchas gracias por el desayuno, estaba divino— sentí mi estómago bien lleno y pensé que mi bebé en este momento se estaba nutriendo.

—Los chicos me dijeron que amaneciste indispuesta— me habla aun cosiendo muy dedicada en su máquina de coser.

—Sí, tal vez fue el helado de anoche —traté de sonar casual, pero estaba preocupada por que se dieran cuenta.

—Es posible— sonrió la mujer tranquila —¿me ayudas con unos patrones?

Acerqué la silla hasta donde ella estaba y aprendí hacer patrones, no sé muy bien que era, pero ella comenzó a unir todo, luego la vi tan enfrascada en lo que hacía que me ofrecí a cocinar algo para el almuerzo, ya los chicos estarían pronto a llegar.

—¿De verdad no te molesta? —me pregunta por tercera vez la señora.

—Claro que no, déjeme a mí por hoy la cocina— la tranquilicé.

Era muy diferente cocinar porque me ofrecía que hacerlo por que tenía que hacerlo como con Renata en su casa con sus exigencias para que algún día me fuera de casa, cosa que jamás hice, aunque sufriera a manos de ella, me gustaba pasar tiempo con mi padre, antes de volverse un completo extraño.

Me dediqué hacer una sopa de verduras, unas alitas en salsa de miel, arroz y una ensalada de vegetales muy divina que vi hace unas semanas en la televisión y quería probarla, estaba terminando de picar unas berenjenas que encontré, brócoli y coliflor cuando llegaron primero los hombres de la casa, los Esteban se veían muy risueños y conversador es, me vieron y llegaron directo a saludarme, luego fueron a la sala.

—¿Te sientes mejor? —pregunta esteban Junior regresando a la cocina.

Miré detrás de mí y vi a la señora acaramelada con su esposo mientras cuchicheaban abrazados y riendo y eso me enterneció.

—Sí, solo me cayó algo mal, pero estoy mejor —seguí haciendo el almuerzo y puse las verduras al vapor y me dispuse hacer una vinagreta.

—Me alegra, nos vemos en un rato— y con un toque en mi hombro se fue.

Poco después llego la Lupe, así le decían todos, la familia ya estaba completa y la comida solo le faltaba unos minutos para estar lista.

—¡Hola! —saludo contenta y enérgica, quiero y envidio su energía, yo ya tengo sueño de nuevo —a que no adivinas.

Me ve un tanto pícara y sonrió negando.

—Soy pésima para los acertijos— explique empezando a emplatar la comida.

—Te lo pierdes —hizo un ruido cómico con la garganta y reí.

Era fácil reír con esta gente tan cargada de buenas energías.

—¿Aún no le dices? —llega su madre a reunirse con nosotras en la cocina —¿qué esperas, muchacha? Suelta la sopa.

—Sales esta misma noche para México, tengo todo listo —comienza a saltar y yo a llorar de la emoción— ¿no te da gusto?

—Sí, en serio que sí, son lágrimas de felicidad —les confesé a ellas apenada.

Las dos me abrazaron durante casi un minuto entero y se sintió bien, no mucha gente me abraza y consuela, solo Tomasa lo hacia, Mayra siempre andaba a su bola, me escuchaba, pero no es una mujer de abrazos.

—Pues, para que veas— se jacta en Ernesto entrando de nuevo a la cocina secándose las manos con una toalla —Yo te voy acompañar —suelta.

—No creo que sea prudente —replicó rápido su madre.

—Déjalo, ma— Lupe le saca la lengua— es un necio.

—No, no Lupe, ningún déjalo —hablo con voz angustiosa—es peligroso.

—Lo sé, mami— responde esta vez Ernesto tranquilizando a su madre con un abrazo —, pero ella no puede ir sola ¿Qué pasaría si no lo logra? El río a estado calmado y ya para mañana estaría de regreso.

—Esta bien, sé que tienes razón —la señora me ve y me regala una sonrisa pequeña.

—No hace falta que nadie me acompañe —murmure bajito— no quiero que estén preocupados por su familia, es peligroso y lo sabia, pero no tengo papeles.

Apretó mis manos en puños clavando mis uñas en la palma de mi mano para aguantar las lágrimas y el dolor es bueno para mantenerme concentrada.

—Hey... hey— Lupe alza mi rostro con dos dedos —sé que nos necesitas y es por eso que queremos ayudarte, es solo que mamá se preocupa mucho por nosotros.

Sus palabras me dieron más ganas de llorar por que hacía mucho mi madre no me decía cosas como esas que denotaran preocupación y a mi padre o no le importaba o sus escoltas le informaban así que nunca tuve eso luego de que mamá se fuera.

—Gracias — y largue a llorar como una niña de tres años queriendo un abrazo de su madre.

Y recibí un abrazo de una madre, que, aunque no fuerala mía se sentía casi igual.

Escapando del jefe de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora